El papa León XIV se ha pronunciado recientemente sobre la pobreza en el mundo y ha abierto un desafío ecuménico al poner sobre la mesa de debate uno de los problemas más acuciantes de la actualidad en el mundo.
En un documento de reciente lanzamiento, Dilexi te ("Te ha amado"), el papa León XIV denuncia la economía que mata, la falta de equidad, la violencia contra las mujeres, la desnutrición y la emergencia educativa. Hace suyo el llamado de su antecesor Francisco sobre el mismo tema.
El papa León XIV se ha pronunciado recientemente sobre la pobreza en el mundo y ha abierto un desafío ecuménico al poner sobre la mesa de debate uno de los problemas más acuciantes de la actualidad en el mundo.
El Pontífice ha utilizado para expresarse la forma de una exhortación, que es un documento oficial destinado a la comunidad católica con carácter no doctrinal. En importancia, se considera a esa expresión como la tercera en rango, después de las constituciones y encíclicas apostólicas, y a menudo se emite después de consultas con los obispos.
'Dilexi te' (Te ha amado), es una de las primeras expresiones públicas del jefe de la Iglesia Católica, en el que aborda el problema más demandante de nuestra época y en el que toma la línea de pensamiento de carácter social de su antecesor Francisco.
El Papa retoma el deseo de su antecesor "de que todos los cristianos lleguen a apreciar la estrecha conexión entre el amor de Cristo y su llamado a cuidar de los pobres".
Frente a discursos de líderes mundiales que sortean el gravísimo tema mundial de la pobreza, con uno de sus focos más lacerantes en la Franja de Gaza (Palestina), el representante del Vaticano aborda la cuestión del desamparo y la indigencia con claridad y sencillez.
Es un documento con 121 puntos en el que el Papa denuncia la economía que mata, la falta de equidad, la violencia contra las mujeres, la desnutrición y la emergencia educativa.
Como se ha expresado, el pontífice recoge enseñanzas y prédicas de su antecesor argentino y pide a los gobernantes del mundo la atención hacia los más desposeídos del planeta, un tema que, tal vez, no esté en la agenda de reuniones que se vayan a realizar próximamente en diferentes ciudades del mundo.
Jorge Bergoglio decía que “el principal problema ético del capitalismo es la creación de descartados para después tratar de esconderlos…Una grave forma de pobreza de una civilización es no conseguir ver más a sus pobres, que son descartados y después escondidos…”
Robert Francis Prevost, el actual Papa, reconoce esa influencia de Francisco y señala expresamente: “Habiendo recibido como herencia el proyecto, me alegra hacerlo mío, añadiendo algunas reflexiones y proponiendo al comienzo de mi pontificado”.
Entonces, León XIV, siguiendo preceptos ya definidos por su predecesor, advierte sobre la necesidad de amparar “las periferias existenciales”, “la cultura del descarte” o la mención de “la dictadura de una economía que mata”.
El sucesor de San Pedro demanda que los esfuerzos por acabar con la pobreza “siguen siendo insuficientes”, pese a que en las últimas décadas Naciones Unida haya fijado su erradicación como objetivo del milenio.
En este pensamiento está implícito el señalamiento, como lo estaba con Francisco, sobre la reducción de armas destructivas como elemento coadyuvante en dirección a la posibilidad de disminuir la pobreza al redirigir esos desorbitantes presupuestos hacia el desarrollo social y el crecimiento económico de las sociedades en trance.