21 de octubre de 2025 - 00:00

Del graffiti a la recuperación del espacio público

Dos jardines maternales municipales de la Ciudad fueron pintados por grafiteros, que habían sido sancionados por jurado vecinal por vandalizar frentes e instalaciones públicas. Se puede inclusive avanzar y propiciar que se instalen lugares para que se reproduzcan allí pintadas, sin dañar frentes y monumentos.

El grafitti, como forma de arte urbano, podría ser aceptado cuando se realiza sobre superficies predispuestas para recibir esas expresiones y no se emplea para dañar o afear lugares públicos y privados.

Pero, cuando estas pintadas se realizan de forma inapropiada y fuera de lugar como ocurrió hace un tiempo en las fachadas de la Biblioteca General San Martín o de la Junta de Estudios Históricos de la calle Montevideo, la expresión del grafitero se convierte en vandalismo y daño.

La ciudad de Mendoza está lidiando con esta variedad de expresiones, que van desde tags (etiquetas), stencils (plantilla con dibujo), pintadas, pegatinas, bombas y murales. Pero no todas estas formas de intervención son consideradas de la misma manera.

Mientras que algunas de estas formas de expresiones pueden considerarse arte callejero, siempre que no se apliquen en edificios públicos, casas de familia y monumentos, las restantes pintadas (letras, palabras, frases, en aerosol o fibrón), tienden a verse como simples actos vandálicos.

Con el objetivo de promover la convivencia ciudadana y el respeto por los espacios públicos y las propiedades privada, la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza implementó la ordenanza 4136/23, que permite que los propios vecinos sean los que puedan juzgar determinadas conductas que representen una infracción contra el Código de Convivencia, en temas relacionados con el vandalismo y la limpieza, entre otros aspectos.

Recientemente, un jurado de este tipo “condenó” a jóvenes que habían vandalizado la vía pública a poner en valor los jardines Mimitos (barrio Soberanía) y Duendelín (barrio San Martín), como parte del acuerdo al que llegaron tras ser sancionados.

A futuro, se podría convenir con los jóvenes que realizan estas prácticas, la localización de lugares determinados para la realización de los graffitis en sus distintas modalidades.

Es decir, llegar a un acuerdo como se hizo con los skaters (patinaje en tabla), a los cuales se derivó para que ejecuten sus acrobáticas maniobras al Parque Urbano (Ituzaingó y Córdoba, ciudad), liberando sus desplazamientos de las plazas del centro, en especial las plazas España y San Martín, que fueron muy afectadas.

Desde mediados de 2024 se han desarrollado múltiples instancias de resolución de conflictos y acuerdos conciliatorios, que derivaron en la entrega por los infractores de 1.310 litros de pintura, veintiséis rodillos, 25 pinceles, lijas, enduido, yeso y otros materiales.

Esperamos que los causantes de deterioros en el mobiliario urbano y los frentes ciudadanos cedan en sus demostraciones y que en el futuro se les permita expresarse en algún sitio determinado para esas prácticas.

Mientras tanto, proponemos que cuando se sorprenda a algún o algunos infractores, se los someta al sistema de jurado vecinal y se aplique sus habilidades a limpiar el frente de casonas emblemáticas del centro mendocino, como la propiedad con unos 80 años de antigüedad del exgobernador Francisco J. Gabrielli, en Godoy Cruz 310, de capital, sumamente dañada por múltiples pintadas y enchastres varios.

Otra posibilidad sería organizar concursos de murales, en los cuales se abriese una categoría de graffitis para dar lugar a que estas estas expresiones tuvieran un lugar.

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