2 de octubre de 2025 - 15:44

Vino: cae el consumo y se corta la cadena de pagos en la industria vitivinícola

La industria del vino enfrenta un año crítico: consumo en baja, exportaciones que retroceden y costos crecientes que ponen en jaque la rentabilidad.

El mercado vitivinícola argentino atraviesa un año complejo. A la retracción del consumo interno de vino y la baja de las exportaciones se suman precios deprimidos en términos reales, costos internos elevados, un acceso casi nulo al crédito debido a las altas tasas, lo que genera tensiones crecientes en la cadena de pagos.

Rumores los hay de todo tipo: grandes que dejaron de pagar o que estiran los plazos, pero lo cierto es que, aun en ambos lados del mostrador, los industriales y los productores coinciden en que la competitividad sigue resentida y que la situación, más allá de la baja de la inflación, dista de ser alentadora.

Según los últimos datos de comercialización acumulada del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), entre enero y agosto de 2025 se observa una caída general del 3,5% en el volumen total de vinos despachados en comparación con igual período de 2024. El desempeño fue dispar según el tipo: mientras el vino color registró una leve mejora del 0,2%, el vino blanco mostró una fuerte contracción del 13,1%, lo que explica gran parte del retroceso global del sector.

Las exportaciones de vinos y mostos también mostraron una tendencia negativa en el acumulado enero-agosto 2025 frente al mismo período del año anterior, con una baja del 8,4% en el total de vinos despachados al mundo. El retroceso fue más marcado en el vino color (-9,8%), mientras que el vino blanco prácticamente se mantuvo estable (-0,8%). Dentro de los segmentos, el vino fraccionado disminuyó 7,4%, con caídas tanto en tintos (-8,3%) como en blancos (-2,7%). El vino a granel fue el más afectado, con un descenso del 11,9% en volumen

Precios en retroceso

Sin datos oficiales, con la quita de la registración de los contratos en la Bolsa de Comercio no hay números de referencia, el mercado vuelve a manejarse en un mar de expectativas. El gerente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, Mauro Sosa, sostuvo: “Hay operaciones de vino tinto por debajo de los 400 pesos cuando el año pasado algunas operaciones se pagaban hasta 500. El precio del vino blanco también cayó por debajo de los 300 pesos”.

Según detalló, los valores del vino tinto se ubican en una franja que va de los 380 a los 420 pesos, lo que en el marco de la inflación acumulada significa un retroceso real. “La sensación es que se ha quedado sin plata el mercado, no hay manera, la comercialización no fluye. Si no hay compra-venta, se resiente toda la cadena de pagos”, advirtió.

En este sentido, ya se sabe hay un estiramiento en los plazos de pagos, caída de las cuotas mensuales y refinanciación en toda la cadena. Matías Manzanares, de la Asociación de Viñateros de Mendoza, confirmó la situación.

"Tenemos lamentablemente varios productores que nos comentan que los cheques que debían cobrarse en agosto, septiembre y octubre se los están refinanciando para diciembre. Esa cadena de pagos se va corriendo para fin de año y el productor queda desfinanciado”, remarcó.

Este escenario golpea particularmente a quienes dependen de los cobros mensuales: “El productor que vendió la uva financiada agosto-diciembre, con estas refinanciaciones está sin liquidez, y la actividad, analizando los números directamente, no ha sido rentable: está dando pérdida”, señaló.

Para Manzanares, la ecuación es clara: la caída de precios en conjunto con la suba de costos deja a los viñateros sin margen. “El productor que ha elaborado vino a cuenta de terceros, con estas bajas de precio ahora y como han trepado los costos, también encuentra muy difícil que la actividad sea rentable”, advirtió.

Expectativas bajas

Sosa señaló que, aunque el sector mantiene una cuota de esperanza, las perspectivas en el corto plazo no generan optimismo. Para el gerente del Centro de Viñateros, la falta de reformas profundas sigue siendo un obstáculo central. “Se logró bajar la inflación y el déficit, que son logros importantes, pero no suficientes. La competitividad está resentida porque no se han modificado cuestiones laborales ni impositivas, que son lo que más demandaban las empresas”, planteó.

Además, recordó que la última devaluación, cercana al 15%, pasó casi inadvertida en la agenda pública, pero tuvo un fuerte impacto en los costos. “Nadie ha hablado de esto, pero lo que significa en una estructura de costos altos internamente es menor competitividad”, señaló.

En línea con esa preocupación, Manzanares agregó que a la incertidumbre financiera se le suman variables climáticas y de infraestructura: “Los valores de Irrigación han subido muchísimo. Los electrodependientes ni hablar: el costo de la energía eléctrica está carísima. Y el agua, hablando con inspectores y delegados, es escasa: hay muy poca nieve, así que va a haber muy poca agua este año”.

El cuello de botella financiero

Los industriales tampoco están teniendo un buen año. Milton Kuret, gerente de Bodegas de Argentina, puso el acento en el problema del financiamiento. “Yo diría que no hay crédito para capital de trabajo. Hay crédito para quienes tienen garantías muy sólidas, pero muy pocos bancos lo dan. Y en las bodegas medianas o grandes, que mueven volúmenes altos, es todavía más difícil financiarse”, explicó.

El dirigente sostuvo que la industria vive un “estrés financiero” permanente: “Cuando aparecen incertidumbres cambiarias, todo el mundo trata de acortar los plazos y de tener el dinero "en mano". Los proveedores piden pagos cada vez más cortos y, en cambio, los clientes estiran las cobranzas a más de 100 días en promedio”.

La retracción del consumo masivo aparece como el factor que más preocupa a las bodegas. Kuret explicó que esta caída afecta a todos los segmentos de la cadena: “Se ha caído el consumo masivo y eso estira aún más los plazos. Los restaurantes, que son el canal de la botella abierta, también están sufriendo. Ese canal de bajo volumen es uno de los más golpeados en esta recesión”.

Estrategias defensivas

Además de la falta de crédito y de la caída en los precios, los productores afrontan costos crecientes que los obligan a repensar estrategias defensivas. Manzanares lo resumió con crudeza: “La actividad, tal como viene, está dando pérdida. No es rentable ni para el productor que vendió su uva ni para el que decidió elaborarla. La falta de liquidez y la suba de los costos hacen inviable sostenerse sin financiamiento”.

El dirigente agregó que muchos pequeños productores dependen de refinanciaciones permanentes y que, de continuar la tendencia, algunos podrían quedar fuera del negocio. “El productor queda atrapado: no tiene liquidez, no tiene crédito y sus costos suben todos los meses. Así es muy difícil sostenerse en la actividad”, lamentó.

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