Con una estrategia que combina diversificación productiva, apertura de mercados y una fuerte impronta en la diferenciación, Mendoza busca consolidar un nuevo ciclo exportador.
La presidente de Pro Mendoza habló con Los Andes sobre los desafíos que enfrentarán durante 2026 en materia de exportaciones.
Con una estrategia que combina diversificación productiva, apertura de mercados y una fuerte impronta en la diferenciación, Mendoza busca consolidar un nuevo ciclo exportador.
Así lo plantea Patricia Giménez, presidenta de Unidad ProMendoza, quien destaca que, tras un 2025 complejo para el comercio exterior, la provincia acelera una agenda integral para ampliar su matriz exportadora y ganar competitividad en escenarios cada vez más exigentes.
"Mendoza proyecta un crecimiento robusto basado en la diversificación de su matriz productiva, donde la minería y los servicios de exportación se perfilan como motores esenciales del desarrollo", dijo Giménez a Los Andes.
Y agregó sobre la vitivinicultura: “Desde ProMendoza mantenemos un compromiso firme con nuestra industria insignia, trabajando codo a codo con las bodegas tanto en el segmento de fraccionados como en el de graneles”, subrayó Giménez. En ese sentido, adelantó que el segmento de graneles tendrá “un hito fundamental con una feria de gran relevancia a mitad de año”, un evento clave para reposicionar volúmenes en un contexto global desafiante para el vino.
La presidenta de ProMendoza no eludió el diagnóstico del sector: el consumo mundial de vino atraviesa una retracción que obliga a repensar estrategias. “Somos plenamente conscientes de que el consumo global de vino ha experimentado una caída; por eso nuestras empresas están innovando con nuevos varietales y ampliando su horizonte hacia las bebidas espirituosas”, explicó. Según Giménez, esta diversificación responde a la necesidad de conquistar nuevos paladares internacionales y sostener la rentabilidad de una cadena central para la economía provincial.
Dentro de esa misma lógica, México aparece como un mercado prioritario. Tras destrabar el acceso sanitario para el ajo mendocino, ProMendoza redobla la apuesta. “Seguiremos apostando fuerte por México, ahora con el foco puesto en posicionar con mayor fuerza el vino mendocino”, afirmó. El país norteamericano se consolida así como una plataforma estratégica no solo para productos tradicionales, sino también para nuevas propuestas de valor agregado.
Romper con los esquemas tradicionales es otro de los ejes que marca la hoja de ruta. “Nuestra visión estratégica apunta a explorar mercados con requerimientos específicos como el Kosher o el Halal, que representan oportunidades de nicho sumamente rentables”, sostuvo Giménez. El antecedente reciente del envío de cerezas y nueces a Dubái confirma que los Emiratos Árabes Unidos pueden convertirse en un destino clave para la agroindustria mendocina.
En mercados de gran escala, la estrategia se afina aún más. ProMendoza avanza en una zonificación inteligente en países como Estados Unidos y Brasil. “Esto nos permite consolidar nuestra presencia en regiones específicas, en lugar de dispersar esfuerzos”, explicó, remarcando que la competitividad se construye entendiendo la demanda puntual de cada estado o región.
El desafío exportador no se limita al vino. Tras un 2025 atravesado por obstáculos macroeconómicos y logísticos, la provincia apuesta a profundizar su política comercial y a abrir mercados históricamente difíciles de penetrar. Esa tarea combina ferias internacionales con una intensa gestión diplomática técnica, clave para habilitar el ingreso de productos frescos y procesados bajo protocolos fitosanitarios exigentes.
Uno de los anuncios más alentadores mira directamente a 2026. En enero, Mendoza recibirá una delegación de autoridades de China para avanzar en la apertura de ese mercado para la ciruela deshidratada e industrial. La llegada de inspectores chinos es un paso decisivo para definir los protocolos que permitirán el ingreso del producto a un país con demanda interna masiva, con impacto directo en la rentabilidad del sur provincial.
La agenda internacional se refuerza con la presencia mendocina en eventos de alto impacto como Vinexpo. La última edición dejó un dato revelador: el interés de los compradores se dividió en partes iguales entre mercados tradicionales y no convencionales. “Ese 50 y 50 demuestra que la estrategia de atraer importadores directamente a la provincia está dando resultados”, interpretó Giménez.
La competencia regional obliga a redoblar esfuerzos. Mientras Chile y Perú cuentan con amplios acuerdos de libre comercio, Mendoza apuesta a la diferenciación: productos con certificaciones Kosher y Halal, presentaciones innovadoras y una fuerte identidad de origen para ganar valor más allá del volumen.
El ajo, pilar de la exportación hortícola, atraviesa un momento particular. Aunque Brasil concentra el 75% de los envíos, la crisis de costos en España abre una oportunidad. El encarecimiento europeo despertó el interés de inversores españoles que evalúan producir en Mendoza. A esto se suma la flexibilización de protocolos con México, que reduce la dependencia del Mercosur.
El aceite de oliva mendocino, con Indicación Geográfica, se prepara para una misión estratégica en marzo en la World Olive Oil Exhibition de Madrid. El objetivo no es solo vender, sino atraer inversiones que permitan aumentar la escala productiva y posicionar a Mendoza como polo de excelencia del hemisferio sur.
Más allá del agro, Giménez subrayó la diversificación de la matriz productiva. “Mendoza proyecta un crecimiento robusto donde la minería y los servicios de exportación se perfilan como motores esenciales”, afirmó. En ese esquema, la Economía del Conocimiento ocupa un lugar central, con el sector TIC como dinamizador del comercio exterior.
El diagnóstico final es claro: Argentina solo comercia bajo acuerdos preferenciales con el 9% del PBI mundial. Para achicar esa brecha, Mendoza impulsa la ratificación del acuerdo con la Unión Europea, la implementación del tratado con EFTA y conversaciones con Singapur, Emiratos Árabes Unidos, Canadá y Vietnam. “Son economías complementarias que pueden darnos las ventajas competitivas que necesitamos”, concluyó Giménez.