Imaginación y realidad: la historia de una de las tiendas más singulares en el centro de la ciudad

La cordobesa Yanina Albornoz y su pareja transformaron una idea diferente en un particular espacio en Mendoza. Un producto centenario que vuelve a los escaparates.

Imaginación y realidad: la historia de una de las tiendas más singulares en el centro de la ciudad
La exhibición que está ordenada a distintas alturas, guarda una cierta melancolía vintage. “El que no arriesga, no gana”, sostiene Yanina Albornoz.

El espacio tiene un estilo minimalista; en el diseño llevaron hacia al otro extremo la paleta de colores de base que hasta hace pocos meses ofrecía allí una tienda de ropa y hoy esa diferencia es notoria. El blanco, que es el soporte de la propuesta, va cediendo espacios a la calidez que propone el avance de la madera al natural. La vidriera, con una exhibición que está ordenada a distintas alturas, guarda una cierta melancolía vintage. “El que no arriesga, no gana”, sostiene Yanina Albornoz.

La cordobesa, de 36 años, decidió romper con la monotonía de productos que ofrece el paseo por el centro. En calle Espejo, después de una búsqueda de varios meses de un lugar perfecto, logró darle forma a su propuesta, en un local, e instaló una tienda que despierta la curiosidad del público. “Con Federico Dávila Funes, mi pareja, decidimos emprender juntos un nuevo proyecto y ¿por qué no?, nos dijimos, un local de sombreros”, cuenta la diseñadora de moda que desde hace cuatro años se ha radicado en Mendoza.

“Nací en Villa Dolores y en mi época de estudiante, comencé a trabajar en una histórica casa de sombreros en Córdoba capital. Trabajé allí diez años, la tienda tiene 150 años y es muy conocida. Mucha gente mayor, que venía con sus nietos, contaba -sin ocultar sus emociones- que también había venido con sus abuelos a comprar un sombrero”, relata la comerciante. “Esos diez años me sirvieron de mucho aprendizaje”, agrega.

Comenta que cuando le estaban dando forma a la idea de Estilo Sombrero, algunas personas de confianza les habían preguntado si estaban seguros de emprender en esta tienda tan particular, en este momento. “En realidad, teníamos algunas dudas por el hecho de que es un rubro y que no tenía presencia en Mendoza. Pero, la verdad es que desde que abrimos nos ha sorprendido gratamente y pensamos seguir expandiéndonos, o sea, si Dios quiere, abrir otro local de sombreros muy pronto”, señaló Albornoz.

“En realidad, teníamos algunas dudas por el hecho de que es un rubro que no tenía presencia en Mendoza. Pero, la verdad es que desde que abrimos nos ha sorprendido gratamente y pensamos seguir expandiéndonos”, señala Albornoz.
“En realidad, teníamos algunas dudas por el hecho de que es un rubro que no tenía presencia en Mendoza. Pero, la verdad es que desde que abrimos nos ha sorprendido gratamente y pensamos seguir expandiéndonos”, señala Albornoz.

Una idea diferente

“Hicimos un estudio de mercado, porque en Mendoza no había una casa de sombreros. Sí hay venta de sombreros en las tiendas de regionales, pero no había un local exclusivo. Visitamos distintos fabricantes en Buenos Aires, a mis proveedores de toda la vida.

Es un rubro muy amplio porque cualquier persona puede usar un sombrero; inclusive hablé con mi ex jefe, con el que trabajé durante diez años en Córdoba. Seguimos madurando el proyecto, comenzamos a buscar el local, nos llevó cerca de siete meses encontrar el que pensamos que sería el más adecuado par nosotros y decidimos arriesgarnos”.

“¿Por qué no?, me dije. Vamos, sí o sí. Es hora de tener mi propio local de sombreros, montarlo yo, abrirlo yo... a mi gustó eso. Ponerle mi personalidad, mis cosas, estar en los detalles. Soy comerciante, estudié diseño de moda y tengo mis locales de ropa, en Córdoba y en Mendoza, pero este es un rubro que a mí siempre me gustó. El que no arriesga, no gana… Nunca se había dado la oportunidad de volver, pero en su momento aprendí mucho”.

Sin embargo, mantener la iniciativa no está exenta de desafíos. Yanina destaca la importancia de perseverar, especialmente en los momentos difíciles, como lo fue la pandemia, porque allí está en juego la capacidad para adaptarse y de buscar oportunidades. “Y le puse el hombro. No me quedé sentada. Dije, ¿qué puedo hacer? y en las redes sociales salí a buscar al público, porque el público no estaba en la calle. Y me fue bien. Crecí mucho y con el local de ropa tengo unos 70.000 seguidores. Eso ayudó mucho y también me permitió aprender, analizar otras oportunidades como desarrollar una venta online”.

A la vista de todos

“A mi me gusta este local, los colores, los detalles, que todo esté como muy bien dispuesto... que la gente venga y se sienta cómoda. Que tenga comodidad de atenderse. Que la atención sea personalizada también”. La clave del éxito, para Albornoz, reside en la pasión y el compromiso con el proyecto, así como en ofrecer una atención personalizada. Su enfoque minimalista y dedicación para crear un ambiente acogedor reflejan, desde hace poco más de dos meses, su visión de como se construye una experiencia de compra única.

“A mi me motivo a emprender, por un lado que en Mendoza no había una tienda con estas características, por el otro la coyuntura en la que estamos como país, porque pienso que de la única forma que se sale es trabajando, hay que arriesgarse… Me pasó cuando abrí Nina, en Córdoba hace siete años, y acá, inclusive”. Desde la apertura de su local esta emprendedora ha transformado su visión minimalista en una empresa innovadora y exitosa. “El próximo paso, son las ventas por mayor. Ya tenemos varios clientes que vienen a comprar para llevar a su locales, como unos chicos en Potrerillos que venden sombreros también”.

Las gorras van a partir de los $ 13.000, después hay australianos desde los $ 13.000 a sombreros de cuero y gaucho, entre los $ 40.000 a $ 43.000. “El 80% de nuestros clientes son turistas, Y después, obviamente, la gente local que se asombra o que pasa. El turista que se va a una bodega busca un australiano, uno que va a hacer montaña y busca un sombrero con cubre nunca para el sol, después viene el adolescente y busca una gorra, la necesidad del público es muy variada”.

El 80% de nuestros clientes son turistas, Y después, obviamente, la gente local que se asombra o que pasa.
El 80% de nuestros clientes son turistas, Y después, obviamente, la gente local que se asombra o que pasa.

Un regalo a la curiosidad

Una mujer y su hija adolescente ingresan al local, pasean, observan, preguntan los precios, se prueban un sombrerito frente al espejo... compran. Los primeros meses fueron una mezcla de incertidumbre y también de gratificación para Yanina Albornoz, porque la recepción del público superó sus expectativas, atraído por la singular propuesta de un local dedicado enteramente a los sombreros. “A muchas personas que pasan por esta calle, el negocio les llama la atención. Que te feliciten por la estética del local o por la cantidad de sombreros, está buenísimo. Es genial”.

Sobre unos soportes hay distintos tipos de gorras (inglesa, italiana, francesa, etc) de niño, hombre, mujer, o hacia al fondo sombreros artesanales fabricados en cuero; detrás de cada uno de los objeto en exhibición se esconde una potencial historia, un momento que puede ser inolvidable. “Hace poco tiempo vino una chica buscando un sombrero para usar en su casamiento y quería también que sus invitados usaran uno. Le recomendamos una muy buena opción, que se ajustará a lo que imaginaba, y se los personalizamos, para que fuera aún más especial ese momento”, comentó Yanina Albornoz.

“Cada día que salgo voy trabajando en cosas nuevas, en emprender. Diseñar moda en sí. nunca lo hice. Pero me parece más fácil y divertido comprar y vender. Y también es lo más difícil sino hay empatía con el otro”, concluyó la cordobesa que deseaba tener su propia tienda de sombreros en Mendoza.

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