¿Es necesario un banco provincial?

El objetivo debería ser aumentar la inversión. ¿Es la banca pública provincial el mejor instrumento? La historia de los bancos públicos en Mendoza no avala esta idea de instrumento ideal.

Ex Banco de Mendoza
Ex Banco de Mendoza

La experiencia de los bancos públicos provinciales, tanto el Banco de Mendoza como el Banco de Previsión Social, ha mostrado la dificultad de tener una banca pública que pueda evitar los problemas típicos de una gestión de una entidad financiera desde el estado.

Sin embargo, algunos argumentan que, a partir de la década de 1990, el país ha adherido al cumplimiento de las normas de Basilea y que la superintendencia por parte del Banco Central es más estricta y la posibilidad de repetir la historia de los bancos estatales mendocinos hoy es menor que la que existió en el pasado.

Por otro lado, se argumenta que la posibilidad de una figura como la de un banco de desarrollo o de inversión, que financie proyectos productivos a largo plazo es mejor que la figura de un banco comercial que financie el consumo de los mendocinos o los déficits fiscales provinciales, derrochando de esta manera el ahorro interno.

De igual modo, se destaca que la provincia es hoy “exportadora” de ahorros de los mendocinos hacia otras plazas (principalmente Buenos Aires) y que de esa manera hay menos recursos disponibles para la inversión local. Una banca local podría revertir esa dirección exportadora de fondos y que los ahorros de los mendocinos queden en inversiones en la provincia.

La pregunta correcta

John Maynard Keynes y los macroeconomistas posteriores han podido dar una herramienta que generalmente se utiliza para estudiar las economías nacionales, pero que también es posible aplicarla a la realidad de las provincias argentinas.

Desde el punto de vista macroeconómico, el Producto Geográfico Bruto, PGB, (en otras palabras, el valor agregado de la producción que se genera en estas tierras que es equivalente al ingreso total) puede gastarse en consumo privado, consumo público (gasto corriente del estado mendocino), en inversión tanto pública como privada o en exportaciones netas (exportaciones menos importaciones).

El PGB menos el consumo público y privado constituye el ahorro de los mendocinos. Ese ahorro, por lo tanto, iguala –“financia”- la inversión total (pública y privada) y las exportaciones netas. Debe aclararse que, en este caso, las “exportaciones netas” no se corresponden solamente con las exportaciones que Mendoza hace hacia otros países (Brasil, Estados Unidos, Chile, etc.) sino a otras provincias. Mendoza también exporta sus bienes a los principales centros del consumo del país ubicados en otras jurisdicciones.

Por lo tanto, es pertinente hacer la pregunta correcta desde esta perspectiva general al hablar de una banca provincial que se pretende que financie la inversión local.

Baja inversión se asocia con el bajo crecimiento de nuestra economía

La economía mendocina creció entre 2004 y 2021 a una tasa anual equivalente del 1,3%. Por otro lado, la cuenta inversiones a nivel nacional se distribuye principalmente -casi por partes iguales- entre “Equipo durable” y “Construcción”. No tenemos estadísticas de la evolución del equipo durable en la provincia, pero sí de la evolución de la construcción. Esta última creció al 2,7% anual equivalente en el mismo período. Podríamos asumir, al menos preliminarmente, que la inversión total en ese período creció a la misma tasa.

Usando estos datos de la evolución de la construcción y parametrizando un modelo de crecimiento de coeficientes fijos (Leontieff), es posible estimar la tasa de inversión del período. Según este cálculo, la tasa de inversión promedio durante 2004 y 2021 para Mendoza fue 16,1% del PGB; en tanto, en el mismo período a nivel nacional esta tasa fue del 19,0% del PBI.

En pocas palabras, la escasa performance de la economía mendocina podría atribuirse a similar performance en la inversión. Mendoza crece poco porque invierte poco.

“Exportadores netos” de ahorros y de bienes y servicios

El otro hecho estilizado de la economía mendocina es que por un largo período hemos sido “exportadores netos de ahorros”. Según la página del BCRA (Banco Central), en el período 2004-2021, el promedio de participación en el total de depósitos del Sector Privado No Financiero fue 2,7%; en tanto que la participación de los préstamos fue 2,4%. Asimismo, la relación de préstamos a depósitos en moneda nacional fue en promedio 0,6 durante el período considerado. En otras palabras, solamente un 60% de los depósitos fueron a parar a créditos en la provincia.

Si asociamos estos datos a la “igualdad” macroeconómica de ahorro igual a inversión más exportaciones netas, podemos ver que una parte de los ahorros no quedaron en la provincia. No financiaron la inversión local, financiaron el exceso de exportaciones sobre importaciones.

En síntesis, exportamos ahorro porque invertimos poco y porque somos exportadores netos de bienes y servicios.

Un enfoque sobre la banca provincial

En función de los datos que hemos compartido, el enfoque que podría proponerse es no centrarse en el instrumento sino en el objetivo. El objetivo debería ser aumentar la inversión. ¿Es la banca pública provincial el mejor instrumento? La historia de los bancos públicos en Mendoza no avala esta idea de instrumento ideal. Tal como se ha discutido, la banca comercial común no asegura que los fondos vayan a financiar la inversión. Un banco de desarrollo o de inversión podría ser una alternativa. Pero seguramente, requeriría un costo fiscal de subsidio de tasas para que tuviera impacto.

Asumir el costo de toda una estructura como la que demanda un banco, cuando lo fundamental es el subsidio de tasas, podría solucionarse de otras maneras más eficientes. Por ejemplo, licitar entre la banca existente el subsidio de tasas para proyectos determinados. Podría hacerse un fondo, tipo fideicomiso, que estuviera dirigido a esto. Asimismo, emprender la constitución de una banca de inversión con administración pública no aleja la tentación de los malos usos del pasado.

Sin embargo, todo está abierto. Siempre hay espacio para diseñar un instrumento que sea más eficiente o más costo efectivo. Lo importante es no distraerse del objetivo. No es tener un banco provincial o no tenerlo. Lo importante es aumentar la inversión.

Además, la inversión no aumenta sólo por el instrumento financiero. Se necesitan más instrumentos. La lista de estos instrumentos debería salir de una política pública dirigida al fomento de la inversión. Un plan provincial de inversiones.

Por otro lado, existe un rol importante de la inversión pública. En muchos casos, la inversión privada “sigue” a la inversión pública. Por ejemplo, antes de invertir un privado en determinadas áreas, demanda que el estado haya provisto de la infraestructura necesaria para el desarrollo de la actividad.

En síntesis, antes de pensar en una banca pública mendocina hay que pensar en los instrumentos más idóneos que se enmarquen en un plan de fomento de la inversión, tanto pública como privada, más amplio.

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