4 de mayo de 2025 - 08:00

De Tunuyán a Europa: Luciano apostó al pasaporte de la educación

"Lucho" Sepúlveda (25) se instaló hace cinco años en Francia, donde estudió tecnicaturas de tecnología. Hoy hace un magister en España, convencido de que todo se logra con esfuerzo.

Luciano Sepúlveda tiene 25 años y una certeza: el mundo es mucho más grande de lo que podemos imaginar. Con esa convicción, decidió emigrar, impulsado por un espíritu de aventura y la firme creencia de que las decisiones se toman desde el amor y se sostienen con disciplina.

Su historia no es sólo la de un estudiante que cruzó el Atlántico, sino la de un joven que organizó su camino en la constancia, con apoyo familiar y la educación como propulsores. Criado en un hogar donde el estudio siempre fue una prioridad, es hijo de una madre docente, la "seño" y actual directora de escuela, y un padre músico militar, integrante de la banda en Campo Los Andes. "Siempre conté con el apoyo de mi familia", recuerda, destacando que su hermana mayor siguió un camino similar en la educación.

Desde pequeño, Lucho sintió una fascinación por los viajes. "La verdad es que siempre, desde chiquito, me gustó viajar. Por ejemplo, cuando teníamos vacaciones en familia y demás. Pienso que también tuve mucha suerte de que mis viejos, todos los veranos, nos podían llevar a pasear a algún lugar. Ya sea a la playa o a la Patagonia, ya sea al Norte o al Sur. Y eso me despertaba un poco esa chispa, sobre todo porque empezaba a ver que el mundo era grande", repasa.

En 2017 ingresó al Instituto Tecnológico Universitario (ITU) de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), sede Valle de Uco, en Tunuyán. Durante dos años y medio cursó sus estudios en un edificio que comparte cuadra con la terminal de ómnibus y la universidad Juan Agustín Maza. "También comencé a estudiar contabilidad en la Maza, pero solo cursé dos años. Entraba a cursar materias al ITU, tomaba un café y me cruzaba a la Maza", cuenta.

El ITU fue clave en su formación. "Una de las características que tiene estudiar en el Valle de Uco es que las clases, dentro de todo, son pequeñas. No tenemos cursos de 200 alumnos, sino que más bien son grupos de 20 o 30 personas. Entonces, se puede forjar una relación con los profesores, los directivos y demás", explica Lucho.

El sueño de viajar y la gran oportunidad

El deseo de viajar se transformó en un objetivo concreto cuando un equipo de la UNCuyo llegó al ITU para hablar de los programas de intercambio. "Un día, llegó un equipo de la UNCuyo y nos hablaron de los intercambios. Me pareció algo imposible, pero salí de esa charla con una idea fija: tenía que irme", rememora.

En una de esas charlas universitarias que pueden cambiar destinos, un profesor le sugirió un destino de intercambio. "Me dijo: 'Si querés un destino que esté bueno, andate a Francia'. Yo lo miré y le dije que me encantaría, pero que no sabía una palabra de francés. Él me respondió: 'Si te ponés a estudiar ahora, en dos años podrías tener un nivel bueno'. Al otro día fui y me inscribí en francés", detalla. Las clases del nuevo idioma se convirtieron en su "Padre Nuestro".

Pasados los meses, rindió los exámenes de francés requeridos y fue aceptado en el Instituto Tecnológico Universitario (IUT de Vannes) que pertenece a la Université Bretagne Sud. La confirmación llegó el 6 de diciembre: debía estar en Francia el 7 de enero.

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Sepúlveda decidió emigrar, impulsado por un espíritu de aventura. | Foto: gentileza

Sepúlveda decidió emigrar, impulsado por un espíritu de aventura. | Foto: gentileza

"Recuerdo que el mismo día que retiré la nota del B2, donde me decían que estaba aprobado, el 6 de diciembre, me avisaron: 'Luciano, te hemos aceptado en la Université Bretagne Sud, tenés que estar aquí el 7 de enero'", recuerda emocionado.

Esa noticia llegó con emociones intensas. "Me acuerdo de que llegué un poco llorando a mi casa, con esa sensación de que pasó todo lo que tenía que pasar en el mismo momento. Le conté a mi familia, y lo primero que dije fue: '¡Lo logramos!'", añade. Luciano utilizó la primera persona del plural, porque la palabra los incluía, no era sólo su esfuerzo, sino el de todos. Ese "nosotros" incluía a su familia, sus amigos, a cada persona que lo apoyó para que fuera posible.

Sin pasajes, ni alojamiento, los preparativos se aceleraron. Finalmente, encontró un vuelo para el 31 de diciembre. "Me acuerdo de buscar pasajes y que fuera lo más económico posible, encontramos que la noche de año nuevo y saliendo desde Santiago de Chile podría alivianar los costos, entonces fue así que la noche del 31 la pasé encima de un avión", rememora.

Ciudadano en otro país

"Me emociona hasta el día de hoy cuando me tomo un bondi, un tren, un avión, y no sé dónde voy a estar dentro de un par de horas. Es una sensación que me sigue conmoviendo bastante", admite este inquieto estudiante.

El viaje fue intenso. "Llegué a Madrid y esa misma noche tomé un bus hasta Burdeos, y desde Burdeos hasta Bretaña. Fueron como 48 horas seguidas de viaje. No tuve tiempo para procesarlo todo. Una vez que ya estuve instalado, sí me dio tiempo para pensar dónde estaba. Pero mientras tanto, iba disfrutando del paisaje, del frío, de ir a un supermercado y no entender qué decía la gente", repasa.

El idioma en Francia no fue sencillo. "Es muy distinto estudiar un idioma a ponerlo en juego. No tiene nada que ver. Yo tenía un nivel B2 y pensé que me iba a poder manejar, pero apenas tenía lo mínimo para estar en una clase de universidad". Con el tiempo y la ayuda de nuevos amigos, fue ganando fluidez en el idioma y en la cultura.

Luego de dos años en Francia, finalizó sus estudios (realizando el semestre en la Université de Bretagne Sud y luego un año y medio en la Université de Pau), luego regresó cinco meses a Tunuyán, para luego establecerse en España.

Actualmente se encuentra en allí, trabajando y cursando un magister. "Después de un par de añitos sin estudiar, he vuelto a retomar el estudio. Me gusta aprender, no es que lo sufra. Sufro los nervios de ir a rendir, como todo el mundo, pero me gusta estar aprendiendo cosas nuevas todo el tiempo".

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Sepúlveda decidió emigrar, impulsado por un espíritu de aventura. | Foto: gentileza

Sepúlveda decidió emigrar, impulsado por un espíritu de aventura. | Foto: gentileza

A pesar de la distancia, Luciano mantiene un fuerte vínculo con su país. "Hoy en día siento Argentina como mi casa todavía. En Tunuyán están las personas con las que crecí, mi familia, mis amigos".

Rechaza la idea de que emigrar sea sinónimo de huir. "Yo no me fui porque Argentina no me dio oportunidades. Al contrario, me dio las herramientas para formarme, y desde ahí decidí salir a conocer qué más hay afuera".

¿Qué significa el éxito?

El mundo es más grande de lo que conocemos, pero solo lo sabemos cuándo se decide explorarlo. "Si me preguntas en qué mido el éxito hoy en día, te diría que en poder dedicarme a lo que realmente quiero", aclara Lucho.

Y sentencia: "Lo más valioso ha sido entender que puedo reinventarme". Su concepto de realización no se limita a un logro académico o profesional, sino a la satisfacción que encuentra en distintos aspectos de la vida.

"Yo he sentido la misma felicidad al organizarle un cumpleaños a un amigo y que salga bien, como al recibirme. No te puedo decir que pongo más en la balanza una cosa que otra", reflexiona. Ha sido camarero, encargado, estudiante y profesional. Ha aprendido, errado, cambiado de planes. Y, sobre todo, ha sostenido siempre una meta: avanzar.

Su historia es testimonio de que dar el primer paso pueden abrir puertas inimaginables. "Lo importante es animarse. No sé qué vendrá después, pero ahí está lo interesante. No se trata de huir, sino de seguir construyendo", concluye.

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