27 de septiembre de 2025 - 00:15

La historia oculta del hermano sacerdote de Camila O'Gorman

El fusilamiento de Camila O’Gorman y Ladislao Gutiérrez marcó a fuego a Buenos Aires, pero también a su hermano Eduardo, un joven sacerdote que debió exiliarse.

“De repente –escribió Domingo Faustino Sarmiento– cunde la noticia de que el cura Gutiérrez, Camila O’Gorman y el niño de ocho meses que llevaba esta en sus entrañas, habían sido fusilados juntos por orden del gobernador Rosas, y sepultados juntos en un cajón. Buenos Aires tiene encallecido el corazón de experimentar horror, y no es fácil cosa conmoverlo con muertes, degüellos, desapariciones de individuos”.

Aquella vez, sin embargo, la ciudad no pudo permanecer indiferente.

La denuncia del padre de Camila O’Gorman

El episodio tuvo lugar en los últimos años del gobierno de Juan Manuel de Rosas. Ante la relación prohibida de su hija con el sacerdote Ladislao Gutiérrez, Adolfo O’Gorman decidió denunciarla directamente al Restaurador.

De aquel oficio, que fue replicado en todo el país, se conserva una copia en el Archivo Provincial de Mendoza. Allí puede leerse:

“(…) para elevar a su superior conocimiento el acto más atroz y nunca oído en el país, y convencido de la rectitud de V. E. hallo un consuelo en participarle la desolación en que está sumida toda la familia. (…) pues la herida que este acto ha hecho es mortal para mi desgraciada familia. El clero en general, por consiguiente, no se creerá seguro en la República Argentina. Así, señor, suplico a V. E. dé orden para que se libren requisitorias a todos los rumbos para precaver que esta infeliz se vea reducida a la desesperación y conociéndose perdida, se precipite en la infamia (…). El individuo es de regular estatura, delgado de cuerpo, color moreno, ojos grandes pardos y medios saltados, pelo negro y crespo, barba entera pero corta, de doce a quince días; lleva dos ponchos tejidos (…). La niña es muy alta, ojos negros y blanca, pelo castaño, delgada de cuerpo, tiene un diente de adelante empezado a picar. Buenos Aires a 21 de diciembre de 1847”.

Eduardo O’Gorman, el hermano preocupado

En medio de este drama, Eduardo, hermano menor de Camila, seguía los acontecimientos con profunda angustia. Era un joven sacerdote y, según algunos testimonios, incluso había presentado a la pareja.

La familia jamás imaginó que Rosas ordenaría la ejecución. Tras el fusilamiento, los O’Gorman decidieron exiliarse en Montevideo. Eduardo los acompañó y solo regresó a Buenos Aires en 1853, después de la caída del Restaurador.

Un sacerdote querido en San Nicolás

Con el paso del tiempo, Eduardo se convirtió en una figura respetada en la Iglesia porteña. Llegó a ser párroco de la iglesia de San Nicolás, templo que ocupaba el terreno donde hoy se erige el Obelisco. Entre los feligreses más humildes despertaba una especial simpatía, pues todos veían en él algo de su trágica hermana.

Su consagración pública, sin embargo, ocurrió en 1871, durante la epidemia de fiebre amarilla que devastó Buenos Aires. En esos meses se entregó de lleno a socorrer a los enfermos y a organizar la ayuda desde su parroquia.

Vínculos con la élite porteña

Eduardo nunca se alejó de los sectores más influyentes de la ciudad. Fue gran amigo de Adolfo Alsina, a quien acompañó en su lecho de muerte y dio la extremaunción. Ese contacto con la clase alta lo mantuvo como un puente entre el mundo eclesiástico y la política.

El reconocimiento y el final de su vida

En 1899, sus Bodas de Oro sacerdotales se celebraron con gran solemnidad. La revista Caras y Caretas registró:

“Después de la ceremonia religiosa, el canónigo O'Gorman fue cariñosamente saludado por los caballeros y damas que llenaban el recinto sagrado, agradeciendo el venerable obsequiado aquellas tocantes pruebas de adhesivo afecto, con palabras de sencillo y efusivo agradecimiento. Durante toda la tarde continuó recibiendo el doctor O'Gorman demostraciones personales de simpatía y cartas y telegramas de toda la república”.

Dos años más tarde falleció. Había llevado una vida ejemplar al servicio de su comunidad, pero para muchos, incluso en la hora de su muerte, seguía siendo el hermano menor de Camila y el nieto de la Perichona, la célebre amante del virrey Liniers.

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