Mendoza es mucho más que vino y montañas: su trama urbana encierra una historia viva, latente en cada calle, esquina y avenida. Forjada entre terremotos, próceres y transformaciones urbanas, la ciudad actual es el resultado de una resiliencia profunda.
Tras el sismo devastador de 1861, surgió una nueva Mendoza al oeste de la antigua, con un trazado que reorganizó el espacio y, al mismo tiempo, conservó en los nombres de sus arterias la memoria de su pasado. Aquello que hoy parece cotidiano guarda huellas de una identidad construida a lo largo del tiempo.
Para este recorrido por las calles que cuentan la historia de la ciudad, nos apoyamos en las valiosas investigaciones de Juan Isidro Maza, Ricardo Ponte y Hugo Laguna, verdaderos guías en la reconstrucción del alma urbana de Mendoza.
De San Nicolás a San Martín: el eje fundacional de la ciudad moderna
La actual Avenida San Martín, columna vertebral del casco urbano, no siempre llevó ese nombre. En tiempos coloniales era conocida como calle San Nicolás, en honor a una pequeña capilla agustina ubicada en lo que hoy son las calles San Martín y Amigorena. Cuando la ciudad fue rediseñada después del sismo, esta calle se convirtió en eje de la reconstrucción y, en 1883, fue renombrada en homenaje al Libertador.
Otra arteria clave es la Avenida Las Heras, que también formó parte del trazado de la ciudad nueva. Conocida originalmente como Circunvalación Norte, recibió su nombre actual en 1882 para honrar al general Juan Gregorio Las Heras. A lo largo del tiempo tuvo apodos que reflejaban su vida cotidiana: calle de las carretas, de los inmigrantes o bulevar de las palmeras.
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Calle San Martín en la década de 1930
Gentileza blog Mendoza Antigua
Calles con pasado colonial y nombres que cambian con la historia
No menos significativa es Ituzaingó, conocida en época colonial como calle de la Cañada. Su nombre evocaba la geografía del lugar, un bajo por donde corrían las aguas de lluvia. Fue escenario del histórico juramento a la Bandera de los Andes en 1817. En contraste, calles como José Vicente Zapata, que sirve de acceso principal a la ciudad, llevaban nombres funcionales como Carril Nuevo.
La Avenida Godoy Cruz, una de las arterias comerciales más importantes, aparece en planos de 1881 bajo el nombre técnico de Proyectada N.º 2. Antes de eso, era apenas un callejón natural y cauce de aluviones. Lo mismo ocurre con Avenida Colón, que fue llamada Circunvalación Sur hasta que en 1885 se le dio su actual denominación.
La ciudad también rinde homenaje a próceres y personajes ilustres en otras calles céntricas: Belgrano se llamaba antes del Colegio Nacional, por albergar la sede del antiguo colegio fundado en 1864; Mitre era Colombia hasta 1901; Sarmiento, antes llamada Unión, se convirtió en peatonal en 1989, aunque ya desde el trazado original de la ciudad nueva tenía un rol destacado.
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El recuerdo de próceres, batallas y vida cotidiana en el nomenclador urbano
España, otra arteria emblemática por alojar la plaza homónima y la basílica de San Francisco, se llamaba Suipacha antes de adoptar su nombre actual después de 1903. Algo similar ocurrió con Necochea, que antiguamente fue la calle de la Aduana, por albergar las oficinas del mismo nombre, hasta que en 1883 fue bautizada en honor al coronel Mariano Necochea.
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Intersección de calles Necochea y San Martín.
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Una de las vías más evocadoras es Bologne-Sur-Mer, que bordea el Parque General San Martín. En sus orígenes fue conocida como calle del Jarillal, pero su nombre actual remite a la ciudad francesa donde San Martín pasó sus últimos días.
Otras calles, como Leandro N. Alem, José Federico Moreno, Lavalle, Fray Luis Beltrán y Videla Castillo, también han cambiado de nombre con el paso del tiempo. En ellas se superponen la historia política, religiosa y comercial de Mendoza. Calle del Loreto, Barbarán, del Cabildo… nombres que evocan iglesias, comerciantes y edificios públicos hoy desaparecidos, pero no olvidados.
Caminar por Mendoza es, en definitiva, recorrer un archivo abierto. Cada esquina tiene algo que contar: la traza urbana no solo ordena el espacio, sino que fija en el mapa los recuerdos de la ciudad que fue, de la que quiso ser y de la que, paso a paso, sigue construyéndose.