Vacunación obligatoria de la población de Mendoza en 1814

En diciembre de 1814, a los tres meses de asumir San Martín como Gobernador Intendente de Cuyo, ordena la vacunación obligatoria de la población contra la viruela. La iniciativa muestra el pensamiento progresista del Padre de la Patria sobre la salud pública. ¡Hace doscientos once años!

El Ministerio de Salud de Mendoza reglamentó los procedimientos frente a las obligaciones de la vacunación de "niños, niñas, adolescentes o personas incapaces" y establece las sanciones: multas, detenciones o servicios comunitarios por el incumplimiento para los responsables de los menores y de las instituciones de la salud.

Entre los fundamentos se destaca que la vacunación es una "estrategia de salud pública preventiva y efectiva, considerada como un bien social", y la "prevalencia de la salud pública está por encima del interés particular".

Vacunación brazo a brazo

Si echamos una mirada al ayer de Mendoza, encontramos que, en diciembre de 1814, a los tres meses de asumir San Martín como Gobernador Intendente, ordena la vacunación obligatoria de la población contra la viruela, dispone que los decuriones debían informar sobre las personas y los señores curas de los niños bautizados que no estaban inmunizados. Afirma que es “por el bien que resulta a la humanidad”.

El procedimiento es brazo a brazo. Es decir, la inoculación directa de una persona inmunizada con el virus a otra sin inmunizar. La iniciativa muestra el pensamiento progresista del Padre de la Patria sobre la salud pública. ¡Hace doscientos once años!

Encargo a los padres

El bando manda que: "Los miércoles de cada semana se presentará en la casa del facultativo don Anacleto García desde las cinco hasta las siete de la tarde, a vacunarse todo individuo, sea de la edad, esclavo o condición que fuere, que no hubiere pasado la viruela o recibido la inoculación”.

En el artículo quinto, dice: "Encargo muy particularmente a los padres de familia el cumplimiento del capítulo primero de este bando. Los señores curas, en la parte que les corresponde, no dudo que pongan de su parte todo esmero y exhorten a sus feligreses, por el bien que resulta a la humanidad, e igualmente advierto a los decuriones que serán responsables ante este gobierno si no ejecutan lo prevenido".

El 19 de septiembre de 1816, por un oficio al Cabildo, el Libertador agradece al sacerdote Domingo Coria, "quien, por el lapso de dos años ha vacunado a la población y que casi ha extinguido la pandemia de viruela en la provincia".

* El autor es exdocente LMGE y exredactor de Los Andes.

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