Entender el mundo, avizorar las crisis que periódicamente aparecen y que más allá de la calidad de un gobierno afectan su desenvolvimiento, es uno de los deberes de los que tiene un mandatario para gobernar y teniendo siempre presente que en política internacional lo que primero importa son los intereses nacionales.
En notas anteriores nos hemos referido a la confusión intelectual del presidente que en su caza de zurdos nunca entendió que sus amigos de la extrema derecha nada tienen que ver con el liberalismo, ni el político ni el económico. Ni Trump, ni Orbán, ni le Pen, ni los franquistas de Vox, son liberales. Solo nostálgicos de tiempo pasados y partidarios de las autocracias. por no decir dictaduras.
Las relaciones son con los Estados, sin tener en cuenta las afinidades personales, aunque a veces ayuden.
Por eso es preocupante la falta de profesionalismo en la cancillería y la injerencia para armar reuniones en busca de “premios truchos” de la secretaria general de la presidencia, quien carece de conocimientos mínimos para una cuestión tan sensible.
La falta de idoneidad, la vimos en la derrota para imponer en el Senado dos jueces de la Corte que nombraron por decreto violando la Constitución. El Congreso no es una escribanía de la presidencia, esa aspiración de Cristina Fernández que también pretende el actual presidente, aunque este hace todo los posible para ahuyentar a los que quieren ayudarlo como vemos cuando a horas de tener que modificar la política económica para acceder a los préstamos de los organismos internacionales se ocupa de agraviar a los que precisamente le señalaban ese camino hace meses y le advertían del agotamiento del esquema vigente hasta el viernes 10 pasado y al periodismo comprometido con la vigencia de las instituciones republicanas.
Hasta ahora solo ha mostrado una baja de la inflación a niveles que siguen siendo altos y sobre la base de atrasar jubilaciones y no encarar la resolución de desastres heredados del gobierno K, como el estado lamentable de las rutas nacionales o los problemas de distribución eléctrica.
Las reservas siguen negativas a pesar de que por baja de importaciones tuvimos un gran superávit comercial el año anterior y por los resultados del blanqueo. Sigue el sesgo anti exportador al no eliminar las retenciones como tampoco eliminó privilegios fiscales que equivalen al 5 % del PBI.
El país necesita generar dólares para reducir su dependencia del financiamiento internacional. Sin embargo, acaba de anunciar el presidente que en julio las retenciones suben nuevamente, violando la promesa de campaña que las suprimiría totalmente.
Un gobierno al margen de aciertos y errores debe tener presente las externalidades. En economía hay “externalidades” que afectan un programa económico. Algunas internas, como puede ser una sequía que al afectar las exportaciones y la recaudación fiscal siempre provoca recesiones y problemas fiscales. Otras internacionales, como lo son las crisis globales, las guerras, revoluciones, epidemias, etc.
En la confusión que muestra el presidente sobre un mundo que desconoce, no advirtió que Trump no solo es un megalómano que no admitió una contundente derrota electoral hace cuatro años, sino que también ha querido terminar con el orden internacional surgido desde la reunión de Churchill con Roosevelt en aguas del Atlántico Norte y destruir el sistema de alianzas que posibilitó evitar una guerra nuclear promoviendo acuerdos y cooperaciones que además de terminar con el comunismo. Orden internacional que además elevó el nivel de vida de la población de muchísimos países a niveles que nadie hace un siglo, imaginara fuera posible,
En un mundo que debe resolver problemas globales como el climático, o la prevención de epidemias que no respetan fronteras, estamos retrocediendo al siglo XIX cuando los estados poderosos aún anexaban territorios y a leyes arancelarias como la Smoot-Hawley promulgada por el presidente Hoover el 17 de junio de 1930, cuyos efectos fueron reducir el comercio internacional a la tercera parte agravando la depresión iniciada en el lunes negro de Walt Street. En ese entonces llevaron la desocupación en los Estados Unidos a niveles escandalosos, alcanzando al 27% y llenando el Central Park de campamentos de carpas de desocupados, provocando, entre otras catástrofes, el ascenso de un criminal como Hitler al poder. No ha faltado en las redes el truco fotográfico mostrando a Trump leyendo “Vivir con lo Nuestro”, el libro de Aldo Ferrer que proponía hace unos años aislar al país del mundo. En la era de la revolución tecnológica digital pretender que las manufacturas tradicionales del siglo XIX y el pasado vuelvan a los Estados Unidos es equivalente al club de nostálgicos argentinos que añoran el centenario, el 45 o a los setenta.
* El autor es presidente de la Academia Argentina de la Historia.