Las retenciones siguen frenando el desarrollo productivo del campo

El verdadero ataque al federalismo es el que saquea a los productores agropecuarios con las retenciones, que de esa manera tienen menos recursos para incrementar la producción. Más de 200 mil millones de dólares dio en retenciones al gobierno nacional ese interior productivo en 20 años y no se ven ferrocarriles modernizados, puertos eficientes, rutas en buen estado y convertidas en autopistas las de mayor caudal de tránsito.

En la campaña electoral de 2023, un dirigente de Juntos por el Cambio contaba a quien esto escribe, el problema que enfrentaban sus candidatos en reuniones con productores agropecuarios, cuando les explicaban que suprimirían las retenciones a las exportaciones gradualmente en un plazo de tres años.

Es que el candidato Milei les decía que serían suprimidas en cuanto asumiera el gobierno. Lo asumió e intentó subirlas, manteniéndolas en el nivel preexistente cuando el Congreso lo frenó. Hace pocos meses hubo una baja temporaria ante la escasez de dólares que mantienen las reservas del bajo central en cuatro mil millones de dólares negativas.

Ahora nos enteramos que se mantendrá la rebaja temporaria para el trigo y la cebada que explican el 7% de las exportaciones agrícolas, pero vuelven a incrementase para el maíz y la soja, es decir el 93% de esas exportaciones.

Pero, además, en el discurso del ministro de Economía, con buenos antecedentes como financista, pero pocos como economista macro y del desregulador oficial Federico Sturzenegger, dicen que las retenciones no influyen en la producción, a pesar que la producción de soja es casi similar a la de hace 20 años mientras Brasil y Paraguay las triplicaron, precisamente porque los productores no soportan retenciones y reciben la totalidad del precio.

En el gobierno de Macri que sí suprimió las retenciones al trigo y al maíz al inicio de su gobierno e inició una rebaja gradual para la soja, se vio de inmediato la repercusión positiva de esa medida con el incremento notable de la producción de trigo y maíz que se duplicaron.

Algunos, entre ellos muchos gobernadores, creen que el federalismo pasa por saquear a las pocas provincias productivas con el infame mecanismo de la coparticipación federal, que permite subsidiar a las oligarquías provinciales que mantienen a sus provincias en la pobreza.

El verdadero ataque al federalismo es el que saquea a los productores agropecuarios que de esa manera tienen menos recursos para incrementar la producción a fin de generar más puestos de trabajo y también, más ingresos fiscales genuinos.

La producción del interior productivo se ve afectada además por los costos logísticos de un sistema de transporte deteriorado, con ferrocarriles en estado ruinoso y rutas destruidas y parque de camiones obsoletos, agreguemos las mafias sindicales. Más de 200 mil millones de dólares dio en retenciones al gobierno nacional ese interior productivo en 20 años y no se ven ferrocarriles modernizados, puertos eficientes, rutas en buen estado y convertidas en autopistas las de mayor caudal de tránsito.

La cuestión de la corrupción sistémica del proyecto dinástico santacruceño ha obscurecido el desastre de sus gobiernos en cuanto al uso de los recursos, el despilfarro, la ineficacia, la escasa o nula rentabilidad social de las obras que se encararon, sin contar con las que se pagaban, pero no se hacían, las que se construían parcialmente y quedaban abandonadas, las compras de vagones ferroviarios inservibles, sumados al desastre generado en el sistema jubilatorio.

Tampoco podemos dejar de recordar las deudas generadas por estatizaciones, incumplimientos de contratos, de obligaciones, que reciben fallos desfavorables, como era previsible, en los tribunales internacionales e incrementan los pasivos externos del país.

El gobierno actual, que en lo institucional y su comportamiento con las libertades esenciales se parece cada vez más al anterior, populismo con déficit y populismo con superávit fiscal, muestra también un desconocimiento de los factores que inciden en el desarrollo económico y en la inserción internacional, en lo que debe privar el interés nacional, preocupante como asimismo parece no comprender la importancia de la agroindustria en el tejido social del interior productivo del país.

Hay millones de hectáreas disponibles y sin violar la ley de desmontes para expandir las fronteras agropecuarias, pero con retenciones no será posible. En zonas como Frías en Santiago del Estero, en el Alto Catamarca, en Salta se hacen experiencias de agricultura con riego que elevan la producción de trigo de 15 quintales por hectárea a 60 quintales. En Río Negro las experiencias con riego marcan 60 quintales de soja o cien de maíz. En potrero irrigados en la Patagonia se llega a 17 ovejas por hectáreas. Estas explotaciones para multiplicarse necesitan inversiones y eso significa rentabilidad que solo la supresión de las retenciones la hacen posible a lo que se debe agregar infraestructura.

No se puede negar la gravedad de la herencia recibida por el gobierno actual del desastre peronista, por eso mismo se necesitan miradas y acciones de estadistas, las actitudes y gesticulaciones de panelistas no ayudan a encarar las soluciones de esa herencia ni imitar lo peor de las “castas” vociferando contra las mismas. Eso es ofender la inteligencia de los ciudadanos y en algún momento eso se paga.

* El autor es presidente de la Academia Argentina de la Historia.

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