4 de mayo de 2025 - 00:10

La Edad del Cobre

La entronización de la trilogía de agua, vino y cobre, es para el gobernador una nueva era que entiende como capaz de estimular y promover el crecimiento en momentos de cambio de la orientación económica.

Las expectativas que alimentaban alguna definición, o al menos una pista, sobre cómo va a encarar la Provincia el año electoral en la apertura de sesiones ordinarias de la Legislatura, se derrumbaron antes del 1 de mayo. Alfredo Cornejo, optó por seguir fingiendo demencia y aparentar no estar interesado en la resolución del intríngulis sobre posibles alianzas con el Gobierno nacional, y de la mano, un esquema cierto para los comicios provinciales: unificados el 26 de octubre o desdoblados (y directamente postergados) para inicios de 2026.

Hábil lector de los climas sociales, el gobernador entiende que esas son urgencias de la política, lejos de las preocupaciones ciudadanas, y que el discurso ante la Asamblea Legislativa es de alta relevancia institucional como balance de gestión, y por ende, también estrictamente político. Pero no en el sentido de cierta mala fama (en algún punto bien ganada) de la dirigencia, sino del correcto manejo de la cosa pública.

En esa línea, que no deja de ser -a la vez- un guiño hacia la narrativa despolitizante de la Casa Rosada, trascendió que tampoco esta vez habría certezas electorales, pero sí una proyección de futuro, siempre necesaria aun cuando las crisis, en 40 años, no han cesado de sucederse.

Detener la caída

En el Ejecutivo entienden que las reformas encaradas por Javier Milei, así como la orientación del programa económico, van en línea con lo que a juicio del cornejismo es lo correcto. Equilibrio fiscal, orden cambiario, baja de la inflación, reducción tributaria, incentivo al sector privado, desburocratización y eficiencia del Estado, como las bases capaces de reordenar la macroeconomía, condición necesaria -según el gobernador, pero no suficiente- para que Mendoza crezca.

Aun así, la estructura económica local ha venido dando en las últimas décadas signos inevitables de agotamiento que estancaron su PBG, que ha rondado el 4% del PBI nacional y que sólo en los últimos dos años ha tenido una disminución del 0,6% ubicándose ahora más cerca incluso del 3%. Es decir, una caída preocupante sólo atenuada por un mesurado “control” del desempleo del 4,8% en 2024, por debajo de la media nacional del 6,4%. Primer dato con que el mandatario buscó poner marco al proceso político que protagoniza, pero también a las dificultades de la hora.

Ante tal panorama, y consciente de la carrera contra el tiempo que Cornejo parece librar contra sí mismo (la oposición incluso se vistió de tal y hasta habló de “fin de ciclo”), el gobernador eligió la remanida estrategia del balance área por área, en la que fue mechando algunos anuncios, y se reservó para el final la entronización de la trilogía de agua, vino y cobre, una nueva era que entiende como capaz de estimular y promover el crecimiento en momentos de cambio de la orientación económica.

Entre las promesas más relevantes, se incluyeron algunas deudas históricas como la implementación de la tarjeta SUBE a todo el territorio provincial, más allá del núcleo urbano del Gran Mendoza; una nueva cárcel en Cacheuta para delitos menores así como un endurecimiento de las penas para atender la demanda ciudadana de mayor seguridad, cuyos hechos reiterados exponen las falencias del abordaje estatal con responsabilidad en los tres poderes; y la sorpresiva rebaja del 4% de la tarifa eléctrica para el trimestre mayo-julio -casi también en sintonía con el anuncio de YPF de una baja en los combustibles-. Otro aspecto en el que deliberadamente se buscó trazar similitudes entre el modelo nacional y el provincial. Como se ve, acciones de coyuntura con impacto directo en la vida cotidiana de los mendocinos.

El futuro llegó hace rato

Muy poco de lo narrado con algunas excepciones en Salud o Educación (nueva Ley de Residencias Médicas, la historia clínica electrónica o la importación de medicamentos; universalización de las salas de 3 años en 2027, incorporación de IA en las escuelas) se ajustó a esa visión de futuro tan prometida en las vísperas. En todo caso, un resumen de gestión capaz de despertar críticas de todo tipo, más apuntadas a las omisiones que a la confrontación de un proyecto político superador de la impronta que desde fuera o dentro del poder Cornejo ha marcado en los últimos 20 años.

La gran apuesta discursiva, y también escénica, estaba reservada para el final, donde Mendoza no sólo oficializó su vocación de hacer minería, sino la de poner en pie de igualdad (en el mismo estrado del recinto parlamentario) al vino y una roca con potencial de extracción de cobre.

Un pensado y teatralizado momento que al margen de romper con la solemnidad histórica de este acto, supone un desafío en varias direcciones. En particular a sus directos destinatarios, los legisladores: para que asuman la responsabilidad de incorporar una actividad más a la matriz productiva; pero también , a la tradicional industria vitivinícola a quiénes sin decirlo, los instó a coexistir y compartir el uso del agua.

Asimismo, a los detractores de su gobierno y de la minería en particular, presentándola como una vía de progreso en el largo plazo, pero también un vehículo para elevar los deprimidos salarios locales, mediante la producción de un insumo que hoy es vital para la transición energética, la electromovilidad capaz de sustituir los combustibles fósiles y por ende, cuidar el ambiente. Nada nuevo, pero que, pese a la inexperta interpretación del gobernador, actor principal en este caso, se transforma en una sentencia de un peso simbólico contundente.

Agua, vino y cobre

Este triángulo, síntesis perfecta de la Mendoza desértica y rocosa, transformada por impacto del hombre, es la plataforma urgente de un futuro más intuido que prometido: imprescindible. “Necesitamos salarios más altos. Necesitamos riqueza”, clamó Cornejo. “Nos hemos propuesto abrir la casa al progreso. Y la minería será el motor de ese progreso que respeta el agua, el medioambiente y a las próximas generaciones. Hagamos cobre, hagamos mejor vino y cuidemos el agua”, sentenció. Una audaz apuesta política que interpela a liberar prejuicios, cambiar paradigmas, y construir el mañana antes que sentarse a esperarlo.

* El autor es periodista y profesor universitario.

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