La tensión comercial entre México y China escaló tras el anuncio de la presidenta Claudia Sheinbaum de aumentar drásticamente los aranceles a las importaciones de autos provenientes del gigante asiático. Marcelo Ebrard, titular de la Secretaría de Economía, confirmó que los impuestos pasarán del 20% actual al 50%, el máximo permitido por la Organización Mundial de Comercio (OMC).
El objetivo es claro: blindar a la poderosa industria automotriz mexicana, que funciona como base productiva y exportadora hacia Estados Unidos, frente al avance de las marcas chinas que llegan con precios por debajo de los niveles de referencia, lo que para muchos es una declaración de guerra (comercial).
“Los valores a los que ingresan no reflejan los costos reales de producción y generan un desbalance competitivo”, explicó Ebrard.
Más aranceles a autos chinos pero también a repuestos
El endurecimiento arancelario no se limita a los autos. El plan contempla ajustes en al menos 20 sectores estratégicos, con un promedio que llevará el impuesto del 16,1% al 33,8%. En el caso de la industria automotriz, el esquema quedó de la siguiente manera:
Según estimaciones oficiales, el impacto económico rondará los 52.000 millones de dólares en importaciones, con la expectativa de sustituir parte de ese volumen con producción nacional. México no cuenta con tratados comerciales con Asia, y los nuevos aranceles alcanzan a países como China, Corea del Sur, India, Indonesia, Rusia, Tailandia y Turquía.
La Secretaría de Economía también envió al Congreso una reforma más amplia, que abarca 1.463 fracciones arancelarias en sectores como automotor, textil, plástico, siderúrgico, electrodomésticos, aluminio, juguetes, calzado, muebles y papel. El objetivo adicional es recaudar 3.760 millones de dólares extra para el presupuesto de 2026.
En defensa de la industria automotriz
Este endurecimiento sigue una tendencia global: varias economías con producción local buscan limitar el avance de las exportaciones chinas, fuertemente competitivas por su bajo costo. Aunque las medidas suelen generar debate sobre proteccionismo y libre mercado, lo cierto es que reflejan una realidad: en algunos casos, la regulación estatal termina siendo la única herramienta para equilibrar el juego económico.
Con este movimiento, México se alinea a la estrategia de otros países que prefieren enfrentar a China en el terreno comercial antes que arriesgar la estabilidad de industrias clave como la automotriz.