Cada generación tiene su propio vocabulario y los jóvenes hoy renuevan el lenguaje con vocablos que no solo marcan las diferencias etarias, sino también los lugares dónde se expresan.
La jerga de los más jóvenes en redes sociales marca su identidad y expresión de una época. Un estudio revela las expresiones más usadas y el vínculo con los algoritmos que marcan el lenguaje online.
Cada generación tiene su propio vocabulario y los jóvenes hoy renuevan el lenguaje con vocablos que no solo marcan las diferencias etarias, sino también los lugares dónde se expresan.
Actualmente, lo que se dice cara a cara también tiene su correlato en chats de WhatsApp o posteos de Instagram o TikTok. Incluso hay expresiones que solo viven en el mundo virtual -como emojis o abreviaturas- y habitan los teléfonos a diario.
Todo eso es lo que ahora se conoce en Argentina como lunfardo digital, una reversión que las nuevas generaciones hacen de la denominación surgida a principios del siglo XX para referirse a esa particular forma de hablar que nació de la mezcla idiomática de español e italiano que marcó la cultura rioplatense.
Expresiones como “cringe” o “random” son parte de ese lunfardo digital, que es una jerga híbrida que mezcla spanglish y memes, y que se ha convertido en el código cotidiano de los centennials.
Un Informe elaborado por Preply, una app de aprendizaje de idiomas, revela las expresiones más utilizadas por los jóvenes en redes sociales en Argentina, pero también el cambio cultural que impone, de la misma forma que una vez los hicieron los inmigrantes italianos, españoles y de otros orígenes que deformaban palabras para crear una lengua propia.
Ahora, ese mismo mecanismo se replica en el mundo digital: los jóvenes toman términos del inglés y los mezclan con el castellano local, generando un dialecto nuevo que no siempre resulta fácil de descifrar.
“La jerga digital es una construcción que combina una variación de lengua española, como el lunfardo en Argentina, con el uso masivo del inglés”, explica Yolanda Del Peso, experta en idiomas de Preply.
“Aprender un idioma significa algo más que memorizar reglas gramaticales. Se trata de entender cómo conecta a la gente, especialmente en un mundo digital en el que la jerga, los emojis y los memes determinan la forma de expresarse, por lo que es clave incorporarlo amigablemente a nuestro lenguaje cotidiano”, agrega Del Peso.
El estudio de Preply revela los términos más utilizados de la lengua española por los jóvenes. Los datos fueron analizados a partir de las búsqueda de Google y una medición de los volúmenes mensuales de los últimos 12 meses, calculando el volumen total y los cambios interanuales.
Así, por ejemplo, la expresión más usada es el “UwU”, originaria de las comunidades del anime y los videojuegos, y sirve para demostrar afecto o calidez emocional y encabeza la lista con más de 141.000 búsquedas mensuales. Su particularidad es que es un vocablo visual, ya que representa un par de ojos y una boca.
Sin embargo, en Argentina no es muy usado. En cambio, otros términos más básicos sí pueden resultar familiares. Así, por ejemplo, los jóvenes hablan de “Ghostear” cuando alguien con quien chateaban desaparece y no responde mensajes o los varones le llaman “Chad” a a un hombre que admiran. Aunque muchas palabras están en inglés, también las hay en castellano como “Literal” que es muy utilizada como reafirmación de lo que otros dicen y excede -literalmente- su significado original.
Esta mutación del idioma no ocurre en el vacío. En gran medida está condicionada por las propias plataformas digitales. Se lo conoce como “algospeak” y nace de buscar expresiones para evitar las restricciones de los algoritmos de moderación.
Así, palabras sensibles como sexo, suicidio o violencia se sustituyen por variantes disfrazadas (seggs, unalive o sa), creando un código compartido que a la vez protege a quien publica de sanciones automáticas y genera un nuevo estilo lingüístico.
“El lenguaje en internet siempre se reinventa para adaptarse a las reglas técnicas y sociales de cada plataforma”, afirma Gretchen McCulloch, lingüista especializada en comunicación digital y autora de “Because Internet”. “Es una forma de resistencia creativa, pero también de identidad generacional”.
El choque entre generaciones es inevitable: padres y docentes escuchan estos términos como si fueran chino o ruso, pero para los más jóvenes son un lenguaje de pertenencia.
En definitiva, lo que pasó con el lunfardo en el siglo XX está ocurriendo ahora en versión digital. Y, como dice McCulloch, cada reinvención lingüística es también un espejo de su época: “El lenguaje online no destruye la lengua, la multiplica”.
Los emojis también son parte del lenguaje actual, y muchos son intergeneracionales. Sin embargo, los clásicos como la cara sonriente, el corazón o el pulgar hacia arriba -comúnmente usado para un rápido "entendido" o "dale"- son aborrecidos por los menores de 25 años.
Este desprecio sugiere un cambio hacia iconos más audaces y con mayor riqueza de contexto, en contraste con expresiones más antiguas y literales.
Los cambios de significado en los emojis los impone la Generación Z, llenándolos de ironía y sarcasmo. Por ejemplo, la calavera, antes señal de peligro, ahora expresa risa extrema. Incluso el pulgar hacia arriba puede ser pasivo-agresivo.
Los emojis clásicos de coqueteo como besos y ojos de corazones están siendo reemplazados por otros con humor y una "incomodidad irónica", como el de morderse el labio.
La tendencia según el análisis de búsquedas de Google realizado por Preplyen Argentina:
Un adulto que en los 70 escuchó a un joven diciéndole a otro “Tirame las agujas” probablemente no entendió de qué hablaban al igual que le sucedería hoy al escuchar a un adolescente decir “Que solo postee fotos Aesthetic para mí es una red flag”.
Aunque la batalla cultural quiera llevarse puesta la forma de expresión de una generación, la forma de comunicarse de los más chicos es una parte de su identidad y no un arma de destrucción masiva lingüística.
El lunfardo digital no es un enemigo de la lengua, sino una prueba de que el idioma está vivo y en constante reinvención. Como sucedió con el lunfardo clásico, primero incomoda, después divierte y, finalmente, se incorpora al habla cotidiana.
En la Argentina, donde siempre tuvimos talento para deformar y resignificar palabras, esta mezcla de spanglish y memes es apenas una nueva vuelta de tuerca. Quizás dentro de unos años ya no hablemos de “vibes” ni de “red flags”, pero surgirán otros términos que cumplirán la misma función: marcar pertenencia y distinguir a una generación.
El desafío, de padres, docentes o simples usuarios online, no es pelear con ese lenguaje, sino entender qué nos dice sobre los vínculos y sobre cómo se construye identidad en tiempos de algoritmos. Porque al final, más allá del anglicismo o la tendencia, lo que revela este lunfardo digital es algo bien argentino: la creatividad para transformar el idioma en un espejo de nuestra época.