Vandalismo y robos en Penitentes: temen que quede todo destruido

Propietrarios de cabañas y departamentos del centro de esqui denuncian que durante el período sin actividad turística todo el lugar ha sido objeto de saqueos.

Vandalismo en Penitentes.
Vandalismo en Penitentes.

Que la temporada invernal será atípica en Mendoza no es ninguna novedad. La pandemia de coronavirus alteró los planes y actividades programadas en el mundo entero. Nuestra provincia no es la excepción, y el turismo es uno de los sectores donde se evidenciarán las consecuencias. En especial porque deberán pasar varios meses hasta que vuelvan visitantes de afuera a Mendoza.

No obstante, la posibilidad del turismo interno -de mendocinos paseando por su provincia- se reactivó la semana pasada. Y, más allá del reciente anuncio del Gobierno de revertir ciertas flexibilizaciones (como la mencionada de escapadas dentro de Mendoza), será el viajero “interno” el que antes comenzará a moverse en la “nueva normalidad”.

En este sentido, un grupo de propietarios de los edificios particulares ubicados en Penitentes volvieron a manifestar su preocupación por lo que consideran una situación de bandono del histórico centro de esquí ubicado a la vera del corredor internacional.

“Salís a caminar y a recorrer, y encontrás todo lo que se ha vandalizado. Hay vidrios rotos, baños destrozados y robados. Varios inmuebles estaban totalmente equipados cuando cerró Penitentes, y se han llevado planchas, tubos de gas, diferentes artefactos. También han robado mesas y sillas, y hay lugares donde las puertas están palanqueadas o en el piso”, detalló Verónica Tsallis, propietaria de un departamento en el edificio Juncal. “No queremos que pase lo que ocurrió con la Hostería Puente del Inca, en la que no queda nada. Porque acá estamos hablando de varios inmuebles que están siendo saqueados y rotos”, resaltó la mujer.

Desde el Ministerio de Turismo y Cultura prefirieron no referirse a la situación. Antes del brote de la pandemia, la ministra Mariana Juri había insistido con la intención a mediano y largo plazo de convertir a Penitentes en un centro de montaña integral -trascendiendo las actividades de nieve-, que estuviera operativo durante todo el año.

No obstante, en aquel momento (enero de este año, antes de la irrupción del Covid-19) la funcionaria había adelantado que los plazos no daban para preparar todo de cara al invierno que ahora estamos atravesando. Y la opción que dejó entrever para este invierno fue la de un nuevo permiso provisorio, como el que se aplicó a cuatro de las hectáreas del complejo durante el año pasado.

El coronavirus obligó a un volantazo del Ejecutivo y todos los recursos disponibles se orientaron a la Salud y a medidas pertinentes a frenar la propagación. No obstante, para los voceros de los consorcios privados del lugar la situación trasciende esta emergencia en concreto. “No estamos diciendo que se abra el centro de esquí, porque sería una locura en este contexto. Pero hasta fines del año pasado hubo algunos guardias custodiando que había puesto el Gobierno. Y este año ni siquiera se han asomado. Es cierto que el contexto de ahora es la pandemia, pero hace dos años que estamos igual y nunca se hizo nada”, se quejó Tsalis.

Fin de la concesión

En 2019, el Gobierno tomó posesión de 1.050 hectáreas ubicadas en la zona alta del centro de esquí (donde están las pistas, el parador, las telesillas y el hangar). A partir de ese momento, la tensión entre el Estado y los anteriores concesionarios se focalizó en otras 42 hectáreas, aquellas que se localizan en el ingreso al centro de esquí.

Por medio de una ley sancionada durante la pasada gestión, esas 42 hectáreas fueron declaradas de utilidad pública, por lo que, hasta tanto se resolviera la situación de fondo, se otorgó oportunamente un permiso provisorio el invierno pasado para operar el sector. La autorización incluyó solamente a cuatro de esas hectáreas.

En la actualidad, el proceso judicial que involucra a esa zona declarada de utilidad pública sigue su curso, mientras que el Gobierno sigue estudiando la situación a fondo (o lo hacía hasta el inicio de la pandemia). Y la posibilidad de autorizar provisoriamente la actividad en cuatro de esas hectáreas pasó a un segundo plano por la pandemia. Sin embargo, la preocupación de los propietarios de los edificios Horcones, Juncal, Lomas Blancas, Tolosa y Portezuelo se mantiene como desde el primer día.

“En la zona de La Herradura hay baños y vidrios rotos, mientras que de La Barraca se han robado sillas, puertas y han volteado hasta puertas. Los medios de elevación siguen colgados y abandonados. Y nosotros estamos muy solos acá. Sacaron a la gente que tenía la concesión, ¿y ahora qué?. Está todo abandonado y descuidado”, sintetizó Tsallis, quien vive en el lugar.

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