Dos adultos que revolotean y sobrevuelan por ahí constantemente en plan de asegurar que no haya amenazas a la vista ni en las inmediaciones. Mientras tanto, dos ejemplares juveniles, de a poco, comienzan a asomarse al mundo real, y, con más temor que convicción, aletean y ensayan cortos tramos de vuelo. Eso sí, todos moviéndose como amos y señores del imponente lugar.
Una familia de imponentes jotes cabeza negra, una de las aves carroñeras con mayor presencia en territorio argentino, son los flamantes inquilinos de la histórica y emblemática bodega Faraón, ubicada en General Alvear. Declarada como Monumento Histórico Nacional en 2016, este establecimiento fundado en 1905 -y que estuvo activo hasta 2012- es un atractivo turístico infaltable para quienes visitan el departamento del Sur. Y desde hace unos meses, la imponente construcción cuenta con sus centinelas alados, quienes se han convertido en un atractivo independiente.
Jote 1.jpeg
Una familia de aves carroñeras "usurpó" una bodega y hoy son parte del atractivo para los visitantes. Foto: Gobierno de Mendoza
“Es una especie que suele elegir cavidades naturales como rocas o huecos de árboles para nidificar, pero que también se ha adaptado a convivir con el ser humano, eligiendo viejas construcciones como torres, molinos o chimeneas”, explicó el director de Biodiversidad y Ecoparque, Ignacio Haudet, sobre los flamantes habitantes de la bodega.
Al ser aves carroñeras, los jotes no solo no representan amenaza alguna -ni para los humanos ni para otros animales-, sino que son limpiadores naturales de organismos contaminados.
"Al alimentarse de animales muertos, los jotes favorecen el reciclado de cuerpos. En horas pueden limpiar una vaca y, con lo que defecan, se favorece que los nutrientes vuelvan. Son 'limpiadores de campo' y recicladores al servicio ecosistémico", sintetiza por su parte el biólogo con maestría en Zoología, Diego Gallego (33), quien se encuentra trabajando en el Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (Cecara) y como becario en el Conicet.
"Para la gente de campo, este rol es muy interesante, más si se tiene en cuenta que cuando muere una vaca, la permanencia prolongada de sus restos al aire libre puede traer enfermedades. Además de ser carroñeros, en el estómago de los jotes hay un pH muy fuerte que elimina virus, y por eso es importante tenerlos presentes", agrega Gallego, nacido en el País Vaco (España) y quien está en vías de completar su beca sobre águilas coronadas.
"Hay jotes o buitres de África con compuestos en su pH que pueden, incluso, terminar con el ántrax", ejemplifica.
Jote 4.jpeg
Una familia de aves carroñeras "usurpó" una bodega y hoy son parte del atractivo para los visitantes. Foto: Gobierno de Mendoza
Los jotes del Faraón en Alvear
Siguiendo su instinto y sus preferencias para nidificar, durante la primavera una pareja de jotes cabeza negra eligió uno de los recovecos en las torres de la imponente Bodega Faraón (General Alvear) para iniciar su cortejo e instalarse. Allí montaron su hogar mientras esperaban el nacimiento de sus dos pichones, quienes hoy ya tienen 3 meses. Cuando estos últimos nacieron, la familia entera encontró en esta histórica bodega -que hoy no funciona como tal, aunque es un paseo obligado en Alvear- su "hogar, dulce hogar"-
"La presencia de esta familia de jotes en la bodega es una buena señal de salud ambiental. Indica que los ecosistemas aún conservan su equilibrio y diversidad, algo cada vez más valorado por los consumidores que eligen productos de origen sustentable y respetuosos con el ambiente”, explicó a su turno el jefe del Departamento de Fauna Silvestre, Adrián Gorrindo al remarcar la importancia de observar fauna silvestre en entornos productivos o urbanos.
Coragyps atratus es el nombre científico que recibe el jote cabeza negra. Es una de las dos variedades -el otro es el jote cabeza colorada-, y el cabeza negra se caracteriza porque son residentes y se instalan en un lugar para vivir durante mucho tiempo (el cabeza colorada suele migrar al norte cuando comienza el frío).
Como recién están descubriendo el mundo, los "volantones" (nombre que reciben los juveniles de jotes) que están en la bodega alvearense no se alejan demasiado del nido y apenas ensayan algunos movimientos de vuelo. En ese sentido, se caracterizan por despegar de forma pesada y ruidosa, pero una vez en el aire son excelentes planeadores.
Los jotes cabeza negra continuarán habitando en la emblemática bodega hasta tanto los juveniles completen todo su desarrollo y estén en condiciones de completar grandes distancias a vuelo. Hasta tanto, en un trabajo conjunto entre la Delegación de General Alvear de la Subsecretaría de Ambiente, la Dirección de Turismo y la Asesoría de Ambiente municipal se monitoreará y mantendrá la protección.
Además, la posibilidad de observarlos desplegar sus alas -sin acercarse demasiado ni molestarlos- se convierte en un atractivo extra para quienes visitan la Bodega Faraón.
Un "limpiador natural" de virus, bacterias y otras amenazas
Al igual que el cóndor -y cualquier otra ave carroñera-, el jote es considerado un "limpiador natural". Esto realza aún más su rol ecosistémico clave, ya que al alimentarse de restos de animales en descomposición, eliminan cualquier amenaza que venga de la mano de estos organismos (como enfermedades tipo ántrax).
“Son aliados silenciosos del ambiente y de los productores ganaderos. Al consumir la carroña, controlan naturalmente posibles focos de enfermedades que podrían afectar al ganado o incluso a las personas”, detalló el veterinario Juan Pablo Coniglione, integrante de Biodiversidad y Ecoparque, quien -además- aclaró que los jotes no representan ningún riesgo para la población.
Los jotes (cabeza negra y cabeza colorada) cuentan con la particularidad de ser especies bastante flexibles, por lo que se adaptan y -en especial al cabeza negra- es muy común verlos nidificar en estructuras humanas y convivir con las personas. Taperas y tanques abandonados son algunos de los espacios predilectos para construir su nido.
A diferencia del cóndor andino, el jote no es una especie en peligro de extinción y su presencia es por demás populosa en Argentina. Sin embargo, ello no quita que no estén expuestos a sus peligros y que no se deba trabajar de manera anticipada en su conservación.
Jote 3.jpeg
Una familia de aves carroñeras "usurpó" una bodega y hoy son parte del atractivo para los visitantes. Foto: Gobierno de Mendoza
“El mejor momento para conservar una especie es cuando todavía es abundante. Cuando ya está en peligro, es muy complicado remarla. Y si bien hoy son comunes de ver ambas variedades, son abundantes. Pero siempre hay que tener cuidado en lo que hace a la conservación", detalla Gallego, quien desde hace 2 años trabaja en el monitoreo de poblaciones de las dos especies de jotes.
En Argentina se los puede encontrar desde Ushuaia y hacia el norte. Y, como los cóndores y otras tantas aves carroñeras, una de las grandes amenazas con que se encuentra el jote está en los cebos envenenados. Se trata de aquellos animales muertos que los productores de ganado dejan intencionalmente en el campo, con veneno en su cuerpo y con la idea de atraer a predadores (como el puma y los zorros). Cuando estas especies se alimentan del animal envenenado, mueren.
Se trata de una práctica peligrosa, letal y prohibida (el uso de los venenos está penado). No solamente porque atenta contra especies protegidas -puma y cóndor, entre otras-, sino porque esos venenos son letales para el ser humano. Y, entrando en contacto con el agua -por ejemplo- el veneno se convierte en una amenaza real para las personas.
Aunque el jote no es un predador natural ni caza su alimento, es víctima de los daños colaterales de los cebos envenenados, ya que se alimentan de aquellos cebos que se ponen para los predadores. Y mueren envenenados.