Qué puede esperarse de una segunda ola de Covid-19 en Mendoza: entre nuevas cepas, la inmunidad y el agotamiento

Aunque no hay un incremento notorio de casos locales, es prácticamente inevitable que llegue. Cómo nos encontraría con la experiencia ganada y qué variables influirían.

Las expectativas de los gobiernos están puestas en las vacunas y en llegar a la mayor cantidad de la población lo antes posible para evitar un rebrote del virus. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Las expectativas de los gobiernos están puestas en las vacunas y en llegar a la mayor cantidad de la población lo antes posible para evitar un rebrote del virus. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

“Desde el Gobierno creemos, con base en los datos que tenemos, que todavía no estamos viviendo la segunda ola en Mendoza”, dijo esta semana el gobernador Rodolfo Suárez. Sin embargo, todo parece indicar que será inevitable, de acuerdo al incremento de casos que ya se registra en otras jurisdicciones del país y la muestra de lo que está ocurriendo en el mundo.

Ante esto, y aunque las condiciones de la pandemia actual poco permiten anticipar, hay ciertas cuestiones que pueden conjeturarse sobre un posible escenario próximo y las variables que influirían.

Las nuevas variantes del virus Sars CoV-2, la experiencia previa del sistema sanitario, la llegada de la vacuna, lo que se sabe y lo que no, las conductas de la gente, son algunas de ellas.

Incertidumbre

Nadie se atreve demasiado a hacer futurología. El virus plantea situaciones tan cambiantes que se hace difícil. En el plano de las conjeturas sobre lo sucedido en otras pandemias, el epidemiólogo Gonzalo Vera Bello señaló: “El segundo pico suele ser mayor en amplitud y menor en altura”.

Implica que duran más en el tiempo y presentan menos cantidad de casos. Esto en particular porque hay menos susceptibles y se han incorporado medidas preventivas.

“No sabemos qué se puede esperar, no sabemos cuál será la cepa circulante predominante que podamos tener en Argentina”, anticipó la infectóloga Elena Obieta, referente de la Sociedad Argentina de Infectología.

Las nuevas variantes que se han detectado hasta ahora parecen tener más poder de transmisión pero no más letalidad.

Todos miran la detectada en el Reino Unido, de la que se identificó un primer caso en Argentina el viernes, pero aparentemente habría otras más preocupantes.

“Podría ocurrir que aparezcan variantes más virulentas y sean más dañinas, por eso es importante seguir insistiendo con los cuidados hasta que se tenga a la mayor cantidad de población vacunada”, señaló Obieta.

La especialista dijo que, indistintamente de la extensión, el asunto es cuánta gente es susceptible. “Pasó con el ébola: en un momento la epidemia se agotó porque ya no había más gente susceptible de enfermarse porque muchos ya se habían enfermado”, explicó. Y agregó. “Parece ser el futuro próximo para coronavirus; hasta que ocurra hay que tomar medidas y más con el riesgo de mutaciones más virulentas y porque los anticuerpos no duran eternamente, igual que con influenza, por lo que la gente puede volver a enfermarse”.  Obieta resaltó que por eso el antecedente de haber tenido Covid no excluye de tener que vacunarse.

Expertos creen que las variantes de Sudáfrica y Brasil (E484K) tendrían potencial para hacer menos eficaces las vacunas dado que evalúan su potencial para neutralizar la respuesta del sistema inmunológico.

Anticuerpos

Hasta ahora se estima que, de llegar, una posible segunda ola podría presentarse a fines de febrero o marzo, aunque hay quienes temen que se adelante.

El traslado de tantas personas por la temporada de vacaciones podría implicar el ingreso de pacientes con el virus a la provincia.

Se rescata como factor a favor, y una de las causas de la reciente baja de casos, que quienes ya tuvieron Covid-19 cuentan con anticuerpos. Sin embargo, para la fecha que se espera, y de acuerdo a las estimaciones, gran parte de ellos es probable que la hayan perdido o, al menos, la tengan disminuida.

Se estima que esta podría durar entre tres y cinco meses.

Un trabajo realizado en el Reino Unido por científicos de Public Health England (PHE) determinó que quienes ya se enfermaron podrían tener inmunidad durante al menos cinco meses. Pero, por otra parte, habría evidencia de que aún así pueden portar y propagar el virus.

Las fichas están puestas en las vacunas y llegar a la mayor cantidad de personas cuanto antes. Sin embargo, la estrategia es contrarreloj y está claro que para esa fecha no se habrá llegado a una amplia proporción de la población.

“Si están las vacunas y responden vamos a estar bien porque un porcentaje de la población tendrá inmunidad. Aunque la vacuna es algo paulatino y para pequeños grupos”, consideró la infectóloga Lorena Dipauli en referencia a la posibilidad de tener un escenario mejor que el de 2020 con menos contagios.

En tanto, Lucia Ruggieri, jefa del servicio de Inmunología del hospital Español, manifestó inquietudes. “Tengo cierta preocupación, soy pro-vacuna, bajo los estándares de seguridad, y creo que es la posibilidad que tenemos de cortar esta pandemia pero me preocupa la logística en cuanto a la vacunación, que es verdaderamente compleja y el Gobierno establece cifras que en la práctica me parecen complejas”, opinó.

“Va a ser un año difícil aunque no podemos tener certezas sobre cómo se va a llevar. No podemos tener garantías de que se va a vacunar al 60% de la población necesaria para disminuir la transmisibilidad del virus”, afirmó Ruggieri.

A esto hay que agregar que hay una proporción de la gente que se niega a recibir el inoculante.

Para sumar complejidad al cuadro, hay que agregar que existen fuertes probabilidades de que, ante el aumento de casos, se apele a nuevas restricciones a la circulación. Sin embargo, ya se ha señalado que la extensión del aislamiento del año anterior y sus consecuencias económicas y de otra índole generan reticencia a cumplirlo en la población.

Experiencia

Un punto a favor es que esta vez no nos tomará por sorpresa. Hay avances en las investigaciones, entornos ya preparados y equipos conformados. Pero están batallando hace un año y están agotados.

“Los equipos estamos exhaustos, por más que sepamos, lo poco que podemos hacer por los pacientes y la voluntad de que aparezcan nuevos tratamientos”, aceptó la infectóloga Elena Obieta.

Desde el Ministerio de Salud dijeron que el sistema ya está preparado y que hay que hacer un monitoreo para saber si la segunda ola llegará antes de lo previsto.

“Rescatar lo que se hizo será la base de la respuesta. Generamos dispositivos como un censo cama que no existía, que nos ayudó a manejar al paciente leve y moderado según la oferta de camas. También hubo fortalecimiento de servicios críticos en infraestructura y va a quedar, dispositivos de seguimiento y bloqueo para pacientes positivos y contactos. Estos elementos van a seguir estando ante una posible segunda ola”, destacó Raúl Salvatore, director de Hospitales.

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