En tiempos donde casi todo parece filtrarse por la pantalla de un teléfono, un gesto antiguo y necesariamente lento, como trazar líneas sobre un cuaderno desde la contemplación, vuelve a ocupar el espacio público en Mendoza.
El dibujo convoca a decenas de personas que se reúnen para registrar el patrimonio urbano en un papel. Un fenómeno artístico que sirve como antídoto.
En tiempos donde casi todo parece filtrarse por la pantalla de un teléfono, un gesto antiguo y necesariamente lento, como trazar líneas sobre un cuaderno desde la contemplación, vuelve a ocupar el espacio público en Mendoza.
El movimiento Urban Sketching o “Apuntes Urbanos”, nacido hace menos de dos décadas, pero extendido ya de forma global, encontró, hace poco en la provincia, un territorio fértil para su expansión: plazas, mercados, avenidas históricas, barrios periféricos y edificios patrimoniales se convierten, cada mes, en escenarios de un ritual colectivo que combina observación y expresión gráfica.
En Mendoza, este impulso tomó forma organizada en septiembre de 2023. La arquitecta Silvana Valdivia, junto al arquitecto Mario Pagés y el artista visual Daniel Fernández, es una de las administradoras del colectivo local. Ella misma lo relata: “Organizamos el grupo en septiembre de 2023. Empezamos con 10 o 12 personas. Hemos tenido salidas con 70. Actualmente hay entre 30 y 50 personas en cada salida mensual”. Desde entonces, el crecimiento fue sostenido y hoy constituye un nodo activo dentro del movimiento nacional.
El movimiento mendocino ya realizó unas cinco exposiciones en diferentes espacios públicos y privados.
Los encuentros, anunciados en redes sociales, funcionan como verdaderas convocatorias abiertas donde cada participante llega con un cuaderno y ganas de mirar la ciudad desde otra escala. Urban Sketching propone algo simple: dibujar del natural, en el lugar y en el momento. “Aquí y ahora”, como repite el manifiesto que guía la práctica global. En Mendoza ese espíritu adquirió un matiz propio: un tono comunitario que desarma cualquier exigencia académica.
Silvana lo sintetiza como un acto colectivo y de encuentro. "Hay una chica diseñadora que se junta con su mamá para ese día, para dibujar juntas. Amigos que solo se ven en los encuentros. Dibujar con el otro, el gesto colectivo, es lo más lindo. Hay un manifiesto en esta movida: dibujar con el otro, aquí y ahora, y respetar la diversidad de cada dibujo”.
Cada salida implica una deriva visual por una zona distinta. Puede ser el microcentro con su mezcla de modernismo y comercio frenético o el Parque San Martín. En todos los casos, la consigna es registrar lo que sucede sin filtro digital. La luz, las acequias, las arboledas y la quietud de las fachadas se convierten en materia expresiva.
En ese gesto repetido, casi meditativo, se produce un registro gráfico que excede lo meramente artístico. Silvana insiste en ese aspecto documental: “Estamos haciendo un registro gráfico de la ciudad que dibujamos en cada salida, in situ. Arquitectos, artistas, ilustradores… Las propuestas son muy variadas”.
Valdivia es arquitecta y dice que los "apuntes urbanos" en Mendoza convoca a cada vez más personas.
El colectivo también viene fortaleciendo vínculos institucionales y académicos: direcciones de Cultura, universidades, la Bolsa de Comercio y otros espacios que habilitan recorridos, exposiciones, visitas guiadas y accesos a edificios poco explorados por la mayoría.
Una de las características del capítulo mendocino es su amplia convocatoria. No es un taller, ni un grupo para profesionales, sino un espacio para compartir. “No tenés que demostrar nada y eso potencia la experiencia”, explica Valdivia. Esa libertad permite que personas de todas las edades y oficios se animen a dibujar en público, de a muchos y frente a un mismo estímulo.
Julieta Pérez Ficiara es arquitecta y fue una de las primeras en sumarse al Urban sketching de Mendoza porque quería reencontrarse con el dibujo y “conectar un poco más con la parte más emotiva de mi profesión”. Para “Juli” lo más lindo de las salidas grupales fue conocer a muchas personas que comparten la misma pasión que ella. Y a eso -asegura- destaca el plus de haber mejorado su técnica, la tolerancia a la frustración y la paciencia. “Es muy terapéutico”, sintetiza.
El periodista cultural y dibujante, Daniel Arias Fuenzalida, asistió a una de las tantas salidas grupales que hay en la provincia, y lo hizo como quien se acerca a una escena largamente observada desde afuera. “Me pareció una experiencia totalmente diferente. Es super interesante lo que está pasando en Mendoza con esta movida. La idea llama la atención y gusta”, resume.
De hecho, esta suerte de “tribu” urbana no es nueva para Daniel. Hace varios años que su fascinación por el dibujo y su amor por la arquitectura lo llevaron a descubrir el urban sketching mundial en las redes sociales. Para él, el fenómeno funciona como una fisura en el tiempo acelerado: un modo de convocar una pausa real y de desobedecer la lógica del instante.
Un dibujo de Arias Fuenzalida, basado en la observación e interpretación de Casa Arenas (Boulogne Sur Mer y Emilio Civit).
“Vivimos en un mundo muy acelerado, del instante y de lo efímero. Pocas veces uno se detiene a captar la esencia del lugar. Esta herramienta es como una manera de expresar todo eso. Es una forma de ir en contra de la tendencia. Mientras todo el mundo recorre ciudades sacando fotos, uno aquí para y realmente se apropia del lugar”, apunta.
Desde que se lanzó en Mendoza, este colectivo artístico participó en más de cinco exposiciones en distintos espacios culturales y fue sede de un hito para la movida nacional: el primer Encuentro Federal de Urban Sketchers. “Fue muy importante nuestro primer encuentro federal y Mendoza fue sede en septiembre de este año: más de 220 dibujantes del país, de Chile, Brasil y hasta Uruguay”, relata Valdivia.
La próxima cita federal será en Córdoba en 2026, consolidando la expansión argentina del movimiento. Mendoza, que en pocos meses se transformó en referencia, se proyecta ahora hacia un horizonte más ambicioso: la publicación del archivo colectivo de dibujos. Según afirma Valdivia, la aspiración es hacer la publicación de todos los dibujos de los integrantes como fiel testimonio de una ciudad percibida de forma subjetiva y colectiva.
Ese deseo está ligado a una conciencia aguda de lo efímero urbano. “En un futuro no habrá algunos edificios. Sabemos que las ciudades son vivas y van mutando. Me parece interesante que el grupo se mantenga, crezca y vaya cambiando de administradores porque siempre es saludable el cambio para que se sostenga en el tiempo”, remata, convencida de que este colectivo artístico debe seguir mutando, al igual que las ciudades que retrata.
El Urban Sketching nació en 2007, cuando el periodista y dibujante español Gabriel Campanario creó la comunidad Urban Sketchers (USk) con una propuesta simple y poderosa: dibujar del natural, compartir los dibujos y celebrar la observación directa. Lo que comenzó como una red informal creció hasta convertirse en un movimiento mundial con capítulos oficiales en decenas de países, simposios anuales y un manifiesto de diez principios que orienta la práctica.
En Argentina, la movida se consolidó primero en Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Mar del Plata, pero durante los últimos años se expandió con fuerza a otras provincias. Cada capítulo es autónomo y comparte la misma filosofía: mirar la ciudad con atención, registrar su pulso cotidiano y construir comunidad. El capítulo mendocino, uno de los más recientes, ganó protagonismo tras organizar el primer Encuentro Federal este año, convirtiéndose en un punto clave dentro del mapa nacional del sketching urbano.