Nieta recuperada pide conservar su nombre: “Lucharé hasta las últimas consecuencias”

“Mi familia es todo en mi vida”, dijo a Los Andes la mujer de 43 años nacida en la Escuela de Mecánica de la Armada en 1977. Asegura que confía en el relato de sus padres adoptivos.

Miriam, penúltima de la derecha, junto a sus hermanos.
Miriam, penúltima de la derecha, junto a sus hermanos.

Miriam Fernández repasa su vida con voz cálida y sin rencores. Con actitud conciliadora y agradecida por las “casualidades y causalidades” que la llevaron a ser quien es, asegura que confía en que el amor todo lo sana.

Nieta número 127 recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo, en medio de un juicio por apropiación contra el matrimonio que la crió, que se sigue en el Tribunal Federal Oral Nº 1, pide conservar su actual apellido y admite, en diálogo con Los Andes, que seguirá luchando por esta causa hasta las últimas consecuencias.

-Miriam ¿Quién sos?

-Una mujer de 43 años criada en el seno de una familia que es la razón de mi vida: mis padres Iris Luffi y Armando Fernández y mis hermanos Osvaldo (52), Mario (50); Federico (44) y las gemelas Marcela y Estela (42), además de muchísimos sobrinos.

-¿Qué pasa por tu corazón al saber que están siendo juzgados?

-Mucha injusticia, pero esto viene de un proceso largo que elaboré hace mucho tiempo, si bien recién ahora estoy en condiciones de hablar. Necesito conservar mi nombre y apellido sin que esto represente conflictos, sin dar explicaciones. Seguiré luchando hasta donde sea necesario.

-¿Cuándo comenzaron las sospechas?

-En la secundaria. El tema comenzó a visibilizarse y solía hablar con mis hermanos. Hasta que un día fui directo y les pregunté a mis padres. Me contaron la verdad y nunca más dimos vueltas sobre el asunto.

-¿Qué verdad te contaron?

-Nací en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), creemos que el 7/7/77. A los pocos días un militar me dejó en casa de mi familia aclarando que me retirarían al día siguiente y nunca lo hicieron. Había niños y bebés en casa, mi mamá estaba abocada a los hijos y al hogar y suponemos que fue la causa por la que se eligió ese lugar.

-¿Siempre confiaste en esa verdad?

-¡Claro! Me amaron y todo el barrio y los vecinos que me vieron llegar --de un día para otro-- y luego crecer en ese entorno fueron de algún modo cómplices porque observaban a la familia. Fui siempre muy feliz y con el nacimiento de las gemelas, un año después, quedó demostrado que no necesitaban hijas mujeres. De eso también los han acusado.

-¿Qué sucedió después?

-Cuando supe la verdad, y luego partir del juicio, me hicieron las pruebas de ADN que dieron como resultado mi verdadera identidad y comenzó este proceso doloroso para mis padres. Mi mamá fue clara, me dijo que volvería a recibir a una beba en las mismas condiciones y que no se arrepiente de nada.

-¿Te intriga la historia de tus padres biológicos?

-Durante un tiempo me cuestioné por qué no se cuidaron, por qué no se exiliaron para resguardarse y resguardar el embarazo. Pero el tiempo va pasando y todo se acomoda. Además, con el diario del lunes es fácil hablar.

-¿Quiénes eran María del Carmen Moyano y Carlos Poblete?

-Una pareja que se conoció en la clandestinidad. Ella, mendocina estudiante de Farmacia en la Universidad Maza, militante, que ayudaba a las personas carenciadas en el barrio San Martín. Él un montonero oriundo de San Juan. Ambos cayeron en la lista negra.

-¿Cómo fue contarle tu historia a tu hijo?

-Maximiliano, que hoy tiene 19, lo supo desde chico. Lo senté y le expliqué que era adoptada, no robada, y que sus abuelos eran del corazón. A los minutos le cayó la ficha. Cuando comenzó el juicio para condenar la apropiación sentí con tranquilidad que habíamos ganado tiempo. Estaba todo sanado, todo aclarado.

-¿Alguna reflexión final luego de haber tenido el valor de romper el silencio?

-Las cosas suceden por algo. Sigo siendo una mujer agradecida. Amo a mi familia y la defenderé a morir.

Abuelas de Plaza de Mayo: “Fernández tiene antecedentes”

El juicio por apropiación que se le sigue a Armando Osvaldo Fernández –que por entonces era oficial inspector en el Departamento de Informaciones—y a su esposa Iris Yolanda Luffi, involucra, además, a Abelardo Santiago Garay, también integrante de esa dependencia durante la última dictadura cívico militar. Este último está acusado de falsificar su rol como testigo del nacimiento.

Los tres están siendo juzgados como coautores de los delitos de retención y ocultamiento, de supresión de identidad y falsificación de documentación de Miriam Fernández.

“Se trata de un delito de lesa humanidad. El señor Fernández tiene antecedentes por haber formado parte del aparato represivo en 1976 y de haber colaborado en la desaparición forzada de personas”, subrayó a Los Andes Bibiana Beigel, abogada querellante en esta provincia por Abuelas de Plaza de Mayo.

Para la letrada, tanto Miriam como su familia de origen resultan ser las víctimas de este delito y por eso se debe llegar hasta las últimas consecuencias.

Por eso enfatizó: “No es nuestra intención enfrentarnos a nadie y sabemos que se trata de un tema doloroso y sensible pero también es nuestro deseo que se haga justicia”.

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