Laura Horta: “Llevé la educación hasta la cima de una de las montañas más altas del mundo”

Es profesora de Matemática y decana de la Facultad de Educación de la Universidad Maza. Hace una década, empezó a correr y a sumar desafíos. Este año se decidió y el 28 de setiembre se convirtió en la primera mujer argentina en hacer cumbre en el Manaslu. Ahora, su objetivo es conseguir que más personas se sumen al proyecto “Si alguien creyera en mí”.

Laura Horta, feliz tras alcanzar la cumbre del Manaslu. Foto: Mariana Villa / Los Andes
Laura Horta, feliz tras alcanzar la cumbre del Manaslu. Foto: Mariana Villa / Los Andes

Confianza, esfuerzo, desafiar los propios límites, decisión... son las palabras que más repite Laura Horta, quien hace una semana llegó de hacer cumbre en el Manaslu, uno de los picos más altos del planeta. Y confirma que el camino para desplegar la bandera argentina “por la educación y los derechos de la mujer” a 8.163 metros sobre el nivel del mar y contemplar el mundo desde allí te cambia la perspectiva.

Con esta hazaña, se convirtió en la única argentina -de unos 18- que esta temporada asaltó la cima del Manaslu; es la cuarta mujer de estas latitudes que se alza con uno de los 14 “ochomiles”; es la segunda mendocina. La primera fue Nancy Silvestrini, quien en 2003 alcanzó la cumbre del Gasherbrum I (8.068 m), pero no logró regresar porque falleció cuando descendía.

Laura Horta hizo cumbre en el Manaslu el 28 de septiembre de 2022.
Laura Horta hizo cumbre en el Manaslu el 28 de septiembre de 2022.

Pero Laura, que cumplió 54 años en el campamento base el 7 de setiembre, le da más trascendencia a la hazaña emocional y personal. “Me he llenado de emotividad; un alimento para el alma”, confiesa y como en tantos pasajes de la entrevista su mirada brillosa parece regresar a esos 45 días que vivió en tierras nepalesas, esos que describe en tanto muestra que aún no ha desempacado y que será como un ritual hacerlo y devolver cada cosa prestada porque todo tiene una marca.

He superado cosas que para mí eran imposible”, admite mientras ejemplifica ese día que a pesar de que siempre se consideró claustrofóbica debió compartir una carpa chica con 17 personas. Se vio allí “en el fondo”, apoyada en las rodillas de alguien, con la cabeza de otro montañista entre sus manos para que también pudiera descansar y, sin embargo, nunca pensó en ese miedo a estar en lugares pequeños abarrotados. “Tratábamos de sobrevivir porque se había largado una tormenta espantosa en el campamento 4... Solamente decía ‘qué suerte que estoy bajo techo’. Es algo que te vas sorprendiendo de vos misma. Es muy revelador”, dice.

Laura Horta en el Himalaya. Campamento 3 en Manaslu.
Laura Horta en el Himalaya. Campamento 3 en Manaslu.

El relato no es lineal, va y viene entre la montaña, su vida personal y su trabajo como profesora de Matemática, Física y Cosmografía y decana de la Facultad de Educación de la Universidad Juan A. Maza (de donde ella egresó). Es como si la charla replicara el modelo de rotación del ascenso, que repasamos en la representación del Manaslu que sus hijos hicieron en el comedor de la casa para darle la bienvenida: del campamento base (4.750 m) al campamento 1 (5.600 m), luego se regresa al base para llegar al campamento 2 (6.300 m); se desciende nuevamente antes de subir al campamento 3 (7.300 m), y así hasta finalmente acceder al campamento 4 (7.500 m) y -si las condiciones lo permiten- escalar esos 600 metros que restan hasta la cima, unas 7 horas “muy duras y de mucho esfuerzo”.

“Me propuse llevar la educación a lo más alto”, cuenta con orgullo y sabe que ahora viene el camino más largo: hacer que más personas se sumen a su proyecto “Si alguien creyera en mí” para contribuir con la formación universitaria de tantos jóvenes que no pueden acceder.

Laura Horta junto a su entrenador Sergio Furlán, a quien le agradece la confianza y el entrenamiento.
Laura Horta junto a su entrenador Sergio Furlán, a quien le agradece la confianza y el entrenamiento.

Laura está convencida de que cuando alguien cree en vos, te da confianza, y eso te anima para lo que sea. Es una práctica que ha desarrollado en el aula para motivar a sus alumnos a razonar por sus propios medios ante un problema o examen. Y también es el impulso que ella recibió para poder lanzarse a dar este gran paso. Por eso, agradece a su entrenador Sergio Furlán, a su familia, a todos los que colaboraron para que este sueño fuera posible, al equipo Team Aventura con el que entrena.

¿Quién es Laura Horta?

Hace unos diez años, más o menos desde que es decana, Laura empezó a correr. Fue cuando vio que sus hijos -Juan Francisco, Juan Cruz y Marina- eran más independientes. Suele decir que correr era lo que estaba al alcance de la mano de alguien que no había realizado actividad física durante 20 años y que no tenía otra técnica deportiva.

Laura Horta agradecida con su familia.
Laura Horta agradecida con su familia.

Desde joven, aún antes de casarse con Alejandro March hace 34 años, tuvo claro que quería “ser madre de medio tiempo completo”. Por eso, se inclinó por la docencia y eligió Matemática porque siempre le encantó. Ha trabajado en el Colegio Universitario Central, en la Universidad Tecnológica y en la Universidad Maza. Cuenta que en una oportunidad, para ganar unos pesos extras, abrió un negocio de venta de cosas importadas (Baires express en Colón y Mitre, de Ciudad), pero lo sostuvo ocho meses porque veía que era mucho lo que se perdía de su familia.

Me ha gustado mucho el trabajo en gestión porque es creativo y dinámico”, destaca sobre su rol de decana que termina en un año. Admite que ama dar clases y es un tanto crítica con esa forma de enseñar matemática que se especializa en anular la mente de los chicos. “Todos son capaces de razonar”, asegura y una vez más menciona la confianza. “Te dicen que sos bueno en algo y te la creés y empezás. Te dicen que tengás cuidado con esto, con lo otro y te empieza a dar miedo y te limita”, reflexiona haciendo un paralelismo entre el aula y lo que vivió para llegar a su objetivo.

Laura Horta empezó a correr hace unos diez años.
Laura Horta empezó a correr hace unos diez años.

Entre días de clases y de gestión, llegaron sus días de runner. El entrenamiento y esa confianza de la que habla constantemente y que, como describe en su Instagram “es la materia prima”, la llevaron a aceptar los desafíos: el Half Ironman “cuando tenía pánico de nadar”, La Misión (esa carrera en Villa La Angostura donde se suben montañas, se recorren valles, se cruzan varios arroyos, se bordean lagos), el Aconcagua y, este año, el Manaslu.

“Sergio me había dicho ‘vos tenés cabeza para hacer un 8 mil’, me quedó y cuando me encontré ‘con ganas de...’, dije me voy a un 8 mil”, rememora.

Laura junto a un alpinista de Nepal que logró hacer las 14 montañas ocho mil.
Laura junto a un alpinista de Nepal que logró hacer las 14 montañas ocho mil.

Una vez más, la autonomía de sus hijos la empujó a pensar en grande. En principio, armó el “Project 8.000″ para el 2023. Pero vio que era demasiado tiempo, puso el pie en el acelerador, armó una campaña, consiguió los sponsors para hacerlo posible en 2022 y siguió entrenando.

Argentina en el Manaslu

“La expedición al Manaslu -dice uno de los tantos sitios de internet que habla al respecto- es la mejor oportunidad de entrar en el mundo de las expediciones a los gigantes del Himalaya. Manaslu es la octava montaña más elevada del mundo y se la conoce como la ‘Montaña de los Espíritus’, esto es debido a que los habitantes de la zona creen que existe un dios que vive en su cima.” De hecho, muestra Laura en uno de los tantos videos que guarda de su hazaña y que se pueden ver en su Instagram, cada grupo hace una celebración religiosa para pedirle a la montaña permiso para escalar.

Laura Horta en el campamento base del Manaslu donde vivió unos 25 días.
Laura Horta en el campamento base del Manaslu donde vivió unos 25 días.

Avalanchas, precipitaciones de nieve y agua, 38 grados bajo cero, quedarse sin su carpa y algunos efectos personales porque un viento se la llevo al borde de una grieta, montañistas heridos y hasta la tristeza de saber que algunos de los que se había cruzado en algún campamento murieron arrastrados por la nieve (una de los fallecidos fue la reconocida esquiadora de montaña estadounidense Hilaree Nelson).

Pese a todo, Laura llegó al campamento 4: “Nos ataca una tormenta terrible. Todo el mundo tenía que bajar. Como ya era 28 de setiembre, mi sherpa me dice que fue la última oportunidad. Me ata para ir hacia abajo y yo veo unas sombritas de unos que iban para arriba. Estaba a 7 horas de la cumbre, pero son las peores 7 horas. Le dije a mi sherpa ‘I want to go up’. Para mí fue tanto esfuerzo llegar hasta ahí, tanto logro, que estaba más preparada para subir que para bajar. Entreno en un equipo fuerte. Bajar también es un esfuerzo, más la desilusión en la espalda, se suma todo. Habíamos pasado una noche soportando, soportando... y yo pensé que soportábamos para subir, no para volver. Cuando me le pongo tan firme, me vio muy definida. Me sacó de la cuerda para bajar moviendo la cabeza como diciendo quién baja a esta mujer”.

Laura Horta camino a la cima del Manaslu.
Laura Horta camino a la cima del Manaslu.

La emoción, las fotos y la alegría de estar en lo más alto hicieron olvidar aquel momento. No se había planteado ella ser un hito en la historia del montañismo, sólo quería llevar “hasta la cima de una de las montañas más altas del mundo a la educación, a los derechos de todas las mujeres y a la bandera de mi país”.

Pero el regreso al campamento base, le recordaría que aún estaba en un clima adverso. Como tres de sus dedos habían padecido congelamiento fue trasladada a Katmandú, donde quedó internada en el hospital internacional por protocolo y para ser revisada. Finalmente, pisó suelo mendocino el 14 de octubre.

-¿Qué aprendizajes te dejan las cumbres?

-Aconcagua fue la primera lección que aun cuando las cosas parecen imposibles, si tenés convicción, se logran y con poco. No hace falta dinero ni equipos técnicos sofisticados. Iba con 13 personas que venían de Europa y Canadá con los mejores equipos satelitales, las mejores botas, pantalones. Yo iba con muchas cosas prestadas, alquiladas. Simplemente tomando agua y siendo feliz cada día, sin reloj, sin teléfono satelital llegué a la cumbre. Fue un aprendizaje fuerte.

Laura Horta, feliz tras alcanzar la cumbre del Manaslu, ya en su casa junto a la representación de la montaña que sus hijos hicieron en el comedor. Foto: Mariana Villa / Los Andes
Laura Horta, feliz tras alcanzar la cumbre del Manaslu, ya en su casa junto a la representación de la montaña que sus hijos hicieron en el comedor. Foto: Mariana Villa / Los Andes

Aprendí que no hay que escuchar a todo el mundo porque muchos te tiran tantos malos comentarios. Aprendí que siempre te vas con algún fantasma. Nunca te vas tranquila, sobrada de confianza.

De todo esto, lo que menos saco es el pedazo de cumbre que está divino, me va durar toda la vida ser ochomilista, pero todas las otras cumbres que lográs internas son lo más rico, lo más importante y lo que cada persona tiene que saber en su trabajo, en su casa, en su lugar. Aprender a valorarse, con todo lo bueno y lo malo que uno tiene.

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