7 de noviembre de 2025 - 12:08

La universidad en tiempos de IA: qué tipo de profesionales se están formando

Entre riesgos y posibilidades, la Inteligencia Artificial se hace lugar en la universidad. Los usos que le los profesores y estudiantes en la UNCuyo.

En los últimos años, el boom de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) ha abierto debates sobre los riesgos y las posibilidades de su uso dentro de las aulas. La comunidad educativa aún no ha llegado a un consenso sobre el tema.

En la UNCuyo, estudiantes y profesores utilizan a diario estas herramientas para agilizar trabajos y aumentar la eficiencia. Sin embargo, muchos educadores se oponen a su implementación y plantean la dificultad que implica evaluar los conocimientos de los alumnos.

Profesores integran la Inteligencia Artificial en las aulas
La aplicación de la Inteligencia Artificial ahora se expande a las aulas

La aplicación de la Inteligencia Artificial ahora se expande a las aulas

Las opiniones, tanto de estudiantes como de docentes, varían en torno a su uso y a los efectos que puede tener en la formación universitaria.

Qué dicen los estudiantes del uso de IA en las aulas

“Utilizo la IA solo en casos en los que necesito alguna corrección formal o sintáctica en mis producciones escritas. También en momentos en los que necesito recaudar ideas o influencias externas para hacer algún trabajo”, comentó Camila Páscolo, estudiante de cuarto año de la Licenciatura en Filosofía. Además, mencionó que una de las ventajas de su uso es la posibilidad de recolección rápida de datos biográficos y bibliográficos de autores.

Nazareno Calzetti, estudiante de Economía opina que la IA es una herramienta que hay que saber usar. Explica que le sirve como un complemento de lo que los profesores enseñan en clase. También la utiliza para consultarle cuando estudia en casa y no entiende algún concepto económico o alguna parte matemática.

Estudiantes de otras carreras también consideran la Inteligencia Artificial como una herramienta. Mencionaron que la utilizan para comprender textos complejos y estudiar de una forma más global y completa, para diseñar una rutina de estudio o en otros casos, como un profesor virtual. Además, expresan que es de mucha ayuda para hacer cuadros comparativos, resumir textos extensos, hacer mapas mentales o videos explicativos. Pero al momento de escribir un texto, solo la usan de forma complementaria.

Julieta Baracat, estudiante de medicina, comentó que usa la IA para practicar hacer historias clínicas y le hace las preguntas con la función de conversación simulando que ChatGPT es un paciente: “Me ha servido mucho y la verdad que lo recomiendo para todos los ámbitos”.

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¿Hay desventajas?

Entre las desventajas del uso de IA en el ámbito académico, los estudiantes mencionaron que a veces no están seguros de si lo que están haciendo está bien o no y que muchos estudiantes la utilizan para copiarse.

“Creo que propicia el plagio, la inacción o pereza, y dificulta tanto los procesos de aprendizaje como la construcción de la disciplina”, expresó Camila.

También reconoció que esta tecnología afecta su proceso de aprendizaje o su forma de pensar, porque se deja de lado el pensamiento crítico, lo que repercute en la creatividad, en los modos de investigar e imaginar, y también en los procesos de redacción y/o estructuración de escritos (y hasta del mismo pensamiento). Asimismo, considera que su uso puede interferir en los modos de relacionarnos.

Sin embargo, Ramiro Nievas, estudiante de Derecho, no consideró que el uso de la herramienta le afecte. “A pesar de utilizarla, sigo estudiando con la bibliografía que indica la cátedra”, dijo.

Qué dicen los profesores sobre el uso de IA

En Medicina, “los profesores saben que la tenemos al alcance y la vamos a usar, así que nos recomiendan subir sus clases a ChatGPT y que de ahí practiquemos con preguntas para los exámenes. Últimamente ha mejorado mucho la certeza de las respuestas, igualmente siempre corroboro con el apunte y lo que dice el profesor” dijo Julieta.

Jorge Núñez Mc Leod, profesor de Investigación Operativa y en la de Energía Renovables en la Facultad de Ingeniería en la Universidad Nacional de Cuyo, comenta que luego de dos años de haber implementado el uso de chatbots de Inteligencia Artificial, puede afirmar que: “Estamos ante una oportunidad pedagógica sin precedentes. La pregunta ya no es si debemos incorporar estas herramientas, sino cómo hacerlo de manera estratégica y reflexiva”.

Por su parte, Amalia López, profesora de la cátedra del Seminario de Informática y Sociedad en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, percibe el impacto de la Inteligencia Artificial en los procesos de enseñanza y aprendizaje como un elefante en la sala: es una presencia visible, notable, incómoda e inevitable.

Desde el equipo de cátedra que integra alientan a la no utilización de la Inteligencia Artificial Generativa. La cuestión no pasa por negar su existencia, sino porque ha transformado nuestra manera de pensar. El pensamiento humano es complejo, no lineal, lleno de dificultades y capaz de evitar extraer conclusiones apresuradas. La Inteligencia Artificial, en cambio, ofrece respuestas cerradas y aparentemente verdaderas. Esa diferencia no es menor: implica modificar cómo comprendemos el mundo y cómo nos acercamos a la realidad.

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Impacto en la enseñanza y el rol docente

Sobre el impacto de la IA en los procesos de enseñanza y aprendizaje, Núñez McLeod comentó que el uso de ChatGPT, Gemini o Claude por parte de sus estudiantes, reveló algo crucial: cuando resuelven dudas básicas de forma autónoma, las consultas presenciales se elevan cualitativamente.

“Ya no perdemos tiempo en aclaraciones mecánicas; podemos profundizar en conceptos complejos, debatir aplicaciones, explorar soluciones alternativas y fomentar el pensamiento crítico. La IA no reemplaza al docente; libera su tiempo para ejercer su verdadero rol: guiar, desafiar y acompañar el desarrollo intelectual del estudiante”, reafirmó.

En cuanto a si favorece o perjudica la formación académica, el profesor opina que dependerá de cómo la integremos al proceso. “Una calculadora puede ser una herramienta de comprensión o una muleta que atrofia el razonamiento matemático. La diferencia radica en la pedagogía que la rodea”, argumentó el profesor de la Facultad de Ingeniería.

“La IA Generativa permite que los estudiantes se concentren en lo verdaderamente valioso: el análisis crítico, la síntesis creativa, la resolución de problemas complejos y la generación de conocimiento nuevo. La búsqueda mecánica de información, la transcripción de datos o la verificación de procedimientos rutinarios pueden delegarse a la IA, liberando capacidad cognitiva para tareas de orden superior. Esto no es 'hacer trampa'; es optimizar el esfuerzo intelectual”, destacó.

López, por su parte, retoma a Martín Cohen que en relación con el impacto de la inteligencia artificial en la educación dice que si los docentes elaboran sus evaluaciones con Inteligencia Artificial, los estudiantes las responden con Inteligencia Artificial y la corrección también la realiza una Inteligencia Artificial, entonces son las IAs las que terminan asumiendo el proceso de enseñanza y aprendizaje entre ellas mismas, mientras los seres humanos quedamos reducidos a simples prompters.

La profesora propone replantear la pregunta de fondo: ¿cuál es el sentido del proceso educativo? y, en ese marco, analizar en qué medida la Inteligencia Artificial puede favorecer o perjudicarlo. En la lógica cultural vinculada a la racionalidad neoliberal el estudio sigue siendo insuficiente: producir más y mejor, sin considerar el impacto sobre los sujetos.

“Quizás el error está en poner el foco en las respuestas correctas y no en las preguntas. Si los docentes nos conformamos con que la respuesta sea correcta, y los estudiantes con aprobar, hay un problema. Lo valioso debería estar en el proceso, en el pensamiento”, sintetizó.

También advierte sobre el “resultadismo” que atraviesa la sociedad actual: si lo único importante es el resultado, la Inteligencia Artificial terminará cumpliendo ese rol, ya que está programada para mejorar sus respuestas y eliminar sus errores. “Por eso vuelvo a lo mismo: lo esencial es preguntarnos para qué enseñamos y para qué estudiamos”, agregó.

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¿Se puede hacer un uso crítico de la IA?

López también advierte sobre la ilusión de un uso “crítico” de la Inteligencia Artificial. Según indicó, muchos usuarios creen que pueden filtrar o reinterpretar las respuestas de los chatbots a partir de sus propios saberes y experiencias previas.

Sin embargo, planteó una inquietud. "¿Qué ocurre si esas experiencias y significados previos también fueron mediados por la Inteligencia Artificial? En ese caso, estaríamos construyendo cadenas de sentido basadas una y otra vez en respuestas de IA, reproduciendo sus lógicas y sesgos", insitió.

Por el contrario, Nuñez Mc Leod argumenta que los estudiantes que aprenden a usar IA Generativa desarrollan competencias críticas para el siglo XXI: formulación efectiva de preguntas, evaluación de respuestas, iteración de soluciones y curación de información.

Estas habilidades metacognitivas son precisamente las que demanda el mundo profesional actual. Hacer un "buen uso" de la IA no solo es posible, es imperativo. Pero requiere formación deliberada tanto para estudiantes como para docentes, sewgún sostuvo.

"No podemos asumir que, por ser nativos digitales, los estudiantes saben usar estas herramientas con criterio académico. Necesitamos enseñarle sobre ingeniería de prompts, evaluación crítica de la información, ética académica y comprensión de sesgos y limitaciones de la tecnología", reafirmó.

Inteligencia artificial
Estos son los temas que hay que preguntarle a la Inteligencia artificial sobre lo mejor que hay de inteligencia artificial.

Estos son los temas que hay que preguntarle a la Inteligencia artificial sobre lo mejor que hay de inteligencia artificial.

Otra de las preocupaciones que plantea López tiene que ver con los sesgos que atraviesan a las Inteligencias Artificiales. “No es un tema menor, porque estos sistemas están programados por personas y reproducen los sesgos de quienes los crean, desde los programadores hasta los directivos de las grandes corporaciones tecnológicas”, advirtió.

En esa línea, cita a Kate Crawford, quien advierte que la IA “no es ni artificial ni inteligente”, sino el resultado de procesos históricos e ideológicos que reproducen las estructuras de poder de quienes las diseñan.

En ese sentido, la profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales aclaró que no se trata solo de hablar de “usos acríticos”. De hecho, prefiere evitar una mirada que responsabilice exclusivamente a los usuarios, porque eso invisibiliza las condiciones estructurales que atraviesan el fenómeno.

No podemos pensar la Inteligencia Artificial de manera aislada, sino en relación con el lugar social, cultural, económico y político que ocupa. Solo así podremos comprender realmente su impacto y sus límites”, indicó.

Para Núñez Mc Leod, la resistencia a la innovación tecnológica en la academia no es nueva. “Cada transición generó temores sobre la pérdida de competencias fundamentales pero también abrió espacios para aprendizajes más sofisticados”, mencionó.

"Así como la incorporación de la calculadora no eliminó la enseñanza de matemáticas, sino que redefinió sus prioridades pedagógicas, la Inteligencia Artificial nos obliga a repensar qué conocimientos y habilidades son realmente esenciales en la formación universitaria del siglo XXI", cerró.

El docente imagina un futuro educativo donde la IA no reemplace, sino que potencie el aprendizaje humano, con más tiempo para el debate, la creatividad y la exploración intelectual.

La pregunta no es si la Inteligencia Artificial transformará la educación, sino si la academia tendrá la visión y el coraje de liderar esa transformación con inteligencia pedagógica y responsabilidad ética”, concluyó.

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