El vertiginoso avance del mundo digital ha transformado nuestra profesión a tal punto que nos invita a preguntarnos: ¿es posible aún mantener la tan ansiada "magia de la comunicación"?
Una reflexión sobre el oficio, los medios, las nuevas tecnologías y su impacto social, a cargo de la periodista de Cadena 3 Argentina, responsable de la comunicación del Hospital Español de Mendoza y docente en la facultad de Filosofía (UNCUyo) y en la UCA.
El vertiginoso avance del mundo digital ha transformado nuestra profesión a tal punto que nos invita a preguntarnos: ¿es posible aún mantener la tan ansiada "magia de la comunicación"?
Creo que el periodista, en su esencia, conoce una verdad tan simple como poderosa: le habla a personas que, ante todo, poseen un cerebro relacional. Un cerebro diseñado para el encuentro. Por lo tanto, sostener vínculos efectivos y afectivos con la audiencia, incluso en el ámbito digital, sigue siendo claramente imprescindible. El ser humano es un ser de encuentro, y mantener este axioma nos eleva como comunicadores. Es cierto que "lo que no se comunica se pierde", pero sería un grave error perder de vista al otro como un "tú" que reclama cercanía y honestidad.
Es innegable que las audiencias han cambiado. Hoy lidiamos con "trolls" que atacan, y con algoritmos que filtran nuestros mensajes, impidiendo que lleguemos a ciertos ámbitos. Sin embargo, no deja de ser un desafío continuar haciendo periodismo, incluso cuando las críticas no provienen de la voluntad de ayudar, sino del deseo de silenciarnos porque incomodamos.
Quien comunica debe saber que siempre hay algo que aprender de lo que ocurre, por más terrible que parezca o por más que no nos guste. La clave al comunicar es mantener el equilibrio, percibiendo que, incluso en la información más dura, hay miles de personas siendo afectadas.
La única libertad que no pueden quitarnos es la de decidir cómo vamos a responder frente a lo que sucede. La libertad de prensa o de comunicación es una conquista diaria, como bien dijo Jean-Paul Sartre: "Es lo que tú haces con lo que a ti te hacen".
Los periodistas que realmente generan opinión, aquellos que "pintan la aldea" con verdad, no son meros "copia y pega". Son los profesionales que responden al llamado, que llegan a la fuente, que investigan y que se involucran profundamente.
Siempre hay razones para seguir comunicando, incluso en los momentos más difíciles o complicados. Creo que, en ese sentido, la pandemia nos dejó una gran lección: la de saber aprovechar lo que somos y lo que tenemos en el momento presente. Y el periodista lo sabe. Es cierto que asistimos cotidianamente a hechos terribles, pero también es cierto que hay otros de excepcional belleza que a veces no comunicamos, y esto es un grave error.
Los mendocinos, por ejemplo, sabemos de situaciones límite que hemos tenido que transitar: terremotos, personas varadas en la montaña por un puente roto o por la nieve, productores que ven su cosecha hecha añicos por el granizo, y tantas otras cosas. Pero en todos esos momentos, siempre hay un costado, un detalle, que es importante destacar: personas que ayudan a pesar del frío, gestiones que llegan a tiempo con la ayuda necesaria. Siempre hay algo que se puede subrayar.
A veces necesitamos volver a recuperar nuestro "para qué" somos periodistas. Hay momentos en la vida profesional donde es importante darse cuenta de la misión de cada uno, porque aun en medio de salarios por debajo de la línea de la pobreza que nos obligan a tener dos o tres trabajos juntos, el propósito tiene que ver con la palabra contribución. Incluso un mínimo copy para un posteo ya es darle incentivo a la vida profesional cuando vemos que lo que hacemos está ayudando a otras personas.