La Cámara Federal de Casación Penal confirmó la condena a prisión perpetua del exgendarme Eduardo Abelardo Britos por el homicidio de Wenceslao Pedernera, uno de los cuatro mártires riojanos beatificados por la Iglesia Católica y asesinado durante la última dictadura cívico-militar. Con esta decisión, quedó firme una sentencia histórica que reconoce el carácter de crimen de lesa humanidad del ataque contra el laico y activista rural, ocurrido en julio de 1976, que trabajó, se casó y tuvo a sus tres hijas cuando vivió en Rivadavia, trabajando para Gargantini.
El fallo fue dictado por la Sala II de Casación, integrada por los jueces Alejandro Slokar, Ángela Ledesma y Guillermo J. Yacobucci, quienes rechazaron el recurso presentado por la defensa de Britos, que pretendía anular la condena dictada en 2023. De ese modo, el tribunal superior de última instancia ratificó la pena impuesta tras un juicio que se extendió durante siete meses y contó con más de 60 testigos.
Además del asesinato de Pedernera, la sentencia alcanza a una extensa nómina de delitos cometidos en la provincia de La Rioja durante el terrorismo de Estado: torturas, abusos sexuales, allanamientos ilegales y detenciones arbitrarias contra unas 60 víctimas, entre ellas niñas y niños. Los jueces consideraron probada la responsabilidad directa de Britos como uno de los principales ejecutores del aparato represivo en la región.
En su voto, el juez Slokar calificó los hechos como parte de un “genocidio” y sostuvo que el entonces obispo de La Rioja, monseñor Enrique Angelelli, junto a los sacerdotes y laicos que lo acompañaban, fueron un “blanco específico del aparato represivo estatal”. Según el magistrado, la represión no se limitó a hechos aislados, sino que incluyó campañas sistemáticas de hostigamiento destinadas a generar miedo, confusión y aislamiento en torno a la acción pastoral y social de la diócesis.
Los testimonios incorporados al juicio describieron a Britos como “la voz cantante” de un régimen de persecución ilegal y amedrentamiento permanente. Esa violencia, remarcaron los jueces, se expresó de manera particularmente grave en los relatos de mujeres víctimas de abusos y vejaciones durante los operativos represivos.
El fallo reconstruye con detalle el crimen de Wenceslao Pedernera. En la madrugada del 25 de julio de 1976, tres hombres encapuchados golpearon la puerta de su vivienda y, sin mediar palabra, dispararon reiteradamente contra él. El ataque ocurrió delante de su esposa y de sus tres hijas, que entonces tenían 13, 7 y 5 años. Gravemente herido, Pedernera fue trasladado al hospital de Chilecito, donde agonizó durante horas.
Lejos de permitir que la familia lo acompañara, personal de Gendarmería detuvo ilegalmente a su esposa y a las niñas dentro del propio hospital. Permanecieron incomunicadas, apuntadas con armas de fuego, sin agua ni comida, mientras Pedernera moría solo. Para el tribunal, este episodio constituyó una violación extrema de derechos humanos, agravada por la presencia de menores de edad. En ese sentido, Slokar recordó que “el Estado tiene la obligación de combatir la impunidad por todos los medios legales disponibles”, especialmente cuando las víctimas son niños.
La sentencia también destaca la relevancia de la investigación eclesiástica que, años después, concluyó con el reconocimiento de Pedernera y de los otros mártires riojanos como víctimas de “odio a la fe”. Para el juez Slokar, ese proceso canónico no fue un hecho aislado, sino una confirmación de que los asesinatos respondieron a represalias directas por la labor pastoral y social desarrollada en favor de los sectores más pobres.
Un laico comprometido
Wenceslao Pedernera fue un obrero rural, cooperativista y catequista católico. Integró el Movimiento Rural de la Acción Católica Argentina en la región de Cuyo y desarrolló su militancia junto a monseñor Angelelli, acompañando a comunidades campesinas y trabajadores rurales en sus reclamos por condiciones de vida dignas. Vivió momentos clave de su vida en Gargantini, en el departamento mendocino de Rivadavia, donde su compromiso social dejó una huella profunda.
Casado y padre de familia, Pedernera encarnó una forma de participación laical que incomodó al poder militar y económico de la época. Antes de morir, dejó un mensaje que atravesó generaciones: “No odien, yo ya los perdoné”.
El Papa Francisco reconoció oficialmente que su muerte tuvo el carácter de “martirio en odio de la fe”. El 27 de abril de 2019 fue proclamado beato en La Rioja, en una ceremonia presidida por el cardenal Angelo Becciu, enviado especial del Vaticano. Junto a él fueron beatificados monseñor Angelelli y los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville.
Con la confirmación de la condena a Britos, la Justicia argentina vuelve a reafirmar que los crímenes del terrorismo de Estado no prescriben y que la memoria, la verdad y la justicia siguen siendo pilares irrenunciables de la democracia.