Historia de las galerías céntricas de Mendoza: de los años dorados con cines al ocaso actual

Tuvieron su auge desde la década del ’70 y declinaron en los ’90. Hoy concentran locales de distintos rubros pero muchas perdieron el encanto. La historia de las que marcaron a los mendocinos.

Los paseos repletos de vidrieras y hasta cines fueron mutando. Algunas se adaptaron a “nichos” del mercado, como el pasaje San Martín. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Los paseos repletos de vidrieras y hasta cines fueron mutando. Algunas se adaptaron a “nichos” del mercado, como el pasaje San Martín. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

En las décadas del ’70, ’80 y los tempranos ’90 eran un atractivo sin igual en el Centro mendocino. Cualquier salida a los ya extintos cines céntricos incluía un recorrido posterior por estos paseos, aunque fuera para mirar vidrieras. Luego era el momento de la cena en alguna pizzería y el cafecito antes de regresar a casa, ya que las noches no llegaban a su fin antes de las 2 o 3 de la mañana.

Así eran los años dorados de las galerías céntricas en la Ciudad de Mendoza, que llegaron a superar las 10 y que eran no sólo un paseo sino también un punto de encuentro obligado de familias, amigos y enamorados mendocinos.

Pero lejos están de estas postales las que ofrecen en la actualidad esta decena de paseos con sus conexiones internas que se quedaron en el tiempo, donde –salvo excepciones- predomina la oscuridad, las oficinas financieras, las agencias de viaje y las casas de reparación de celulares.

“El auge y la decadencia de las galerías mendocinas se da en muy pocos años, entre las décadas del ’60 (cuando surgen las primeras) y mediados de los ’80, cuando comienzan a adoptar ese perfil de under y alternativo”, resume el arquitecto e investigador especializado en Arquitectura y Patrimonio, Jorge Ricardo Ponte. Y repasa que fue en este lapso en que dichos espacios se convirtieron en el paseo para ir a mirar vidrieras, hacer compras principales (como en el supermercado Persian, situado en el subsuelo de la galería Tonsa) y hasta disfrutar del Cinerama en ese mismo paseo.

“El Cinerama te permitía ver películas como si fuesen tres pantallas, abarcaba todo el campo visual. Ahí fui a ver ‘Las Siete Maravillas’ y ‘La conquista del Oeste’”, rememora con nostalgia el doctor Alberto Culotta, quien repasa casi de memoria sus andanzas por las galerías céntricas en sus años de esplendor.

Hace unos días, el café ubicado en el corazón de la galería Piazza (una de las que más se acomodó a la modernidad) decidió bajar los brazos ante la crisis y cerrar.

“El cierre de los cines céntricos, la llegada de la televisión más cercana al formato actual y el cambio de concepto de la Ciudad de Mendoza, que incluyó la desaparición de la vida nocturna, llevaron a que las galerías entraran en su decadencia definitiva”, agrega Ponte.

Los años de oro

A excepción del pasaje San Martín, inaugurado en 1928 e inspirado en el modelo de la galería Vittorio Emanuele (Milán), las galerías Tonsa, Bamac y Kolton estuvieron entre las primeras en ver la luz a comienzos de los ’60. “En esa época se estilaba salir ‘sin rumbo’. La gente salía a mirar vidrieras cuando terminaba una película en el cine y muchas veces se recorrían, aunque los locales ya estuviesen cerrados. Entonces, la gente ya tenía una idea de qué podía volver después”, rememora Ponte.

La galería Tonsa que, cuentan, debe su nombre a que uno de los principales locales era la zapatería de Walter Tom –con su nombre comercial Tom S.A, y que terminaría por mutar a Tonsa- también era de las más esplendorosas de aquellos años. “Aquí fueron instaladas las primeras escaleras mecánicas que hubo en Mendoza, en el supermercado Persian. También estaba la confitería Vía Veneto en el lugar”, rememora Culotta, haciendo gala de sus años mozos. Y hasta confiesa que, con 10 años, iba a jugar a las escaleras que para ese entonces eran “la novedad”.

La galería Bamac también “nació” en los tempranos 60 y vivió sus años felices en la década del 70. La confitería Caleta Abarca era el punto de encuentro social por excelencia. Y ni hablar del Palacio de Cristal -ubicado en General Paz y San Martín y donde estaba la primera locación de la radio LV10- y la Kolton.

Hoy las galerías concentran locales de reparación de celulares, oficinas, agencias de viajes, relojerías y tabaquerías. El local principal de la galería Mendoza está vacío. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Hoy las galerías concentran locales de reparación de celulares, oficinas, agencias de viajes, relojerías y tabaquerías. El local principal de la galería Mendoza está vacío. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

“Si uno se pone a ver, Mendoza quedó dividida entre la ciudad nueva y ‘rica’ (post terremoto de 1861 y que creció alrededor de la plaza Independencia) y la ciudad vieja y más ‘pobre’, que siguió en la zona del Área Fundacional. La ‘grieta’ simbólica que separa a esas dos ciudades es la avenida San Martín y las galerías crecieron en torno a esa avenida”, explica Ponte.

La galería Caracol, otra de las más emblemáticas y que más activas se mantiene, no estuvo entre las primeras en ser construidas pero sí entre las más emblemáticas. “La galería Caracol está inspirada en el estilo del museo Guggenheim, de Nueva York. Tiene ese estilo de espiral en el espacio de circulación para aprovecharlo”, agrega el arquitecto especializado en el patrimonio de la Ciudad de Mendoza.

El comienzo del fin

Aunque quienes fueron habitués comunes de estos paseos coinciden en que el cierre de los cines céntricos terminó por firmar el certificado de defunción de las galerías céntricas, mencionan algunos hitos previos que fueron marcando su deterioro.

“En 1976, con la dictadura, los pasillos de las galerías comenzaron a ser vistos como escondites. Con el regreso de la democracia también se liberó la censura. Ahí fue cuando, por ejemplo, en el subsuelo de la galería Tonsa se habilitaron los cines para películas condicionadas. Se convirtieron en espacios donde refugió lo alternativo, oscuros y donde se respiraba una especie de temor”, repasa Ponte.

El deterioro de la situación económica también aportó lo suyo para este comienzo del fin de las galerías. “Las galerías tienen departamentos particulares en las plantas superiores y la idea de los comercios surge como una forma de aprovechar las plantas bajas y tener mayores ingresos. Pero la situación se fue deteriorando, muchos comercios fueron cerrando y se lotearon los espacios. Y donde sólo se había pensado que hubiera confiterías, se instalaron distintos quioscos como estrategia de supervivencia”, recapitula el académico.

Al día de hoy, el alquiler de estos espacios es alto, al tiempo que nada garantiza la rentabilidad de ningún comercio. “Al disminuir los locales, disminuye la recaudación de expensas, por lo que se encarecen los valores de alquiler”, apunta Ponte sobre esta suerte de círculo vicioso.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA