No es novedad que para una buena proporción de la población, las Fiestas se asocian a ciertos consumos y, en particular, a bebidas alcohólicas. A un paso de los festejos por el Año Nuevo, especialistas volvieron a hacer hincapié en las consecuencias que el alcohol tiene en el organismo.
Pero no señalan solo las implicancias de los excesos, sino que ponen en relieve que esta ingesta tiene impacto desde el primer sorbo. En definitiva no hace falta tomar una gran cantidad para que el cuerpo se de cuenta de ello. Incluso, aseguran que en tan solo 10 minutos estas bebidas ya influyen en el cerebro.
No sólo esto sino que van más allá y se preguntan: ¿Qué efectos inmediatos se activan en el organismo y cuáles se van acumulando, lenta y silenciosamente, con el paso de los años?
El consumo de alcohol está relacionado con más de 200 afecciones de salud, entre ellas enfermedades cardíacas, demencia, pérdida muscular, osteoporosis y varios tipos de cáncer, incluido el de mama, advierte en una publicación National Geographic. Además de contribuir a diversos problemas de salud, "en realidad puede acelerar el proceso de envejecimiento", afirma Patricia Molina, investigadora de fisiología del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Estatal de Luisiana, quien lideró una investigación sobre el impacto que el alcohol en el organismo.
"Es casi como una carga adicional para nuestro cuerpo, que hace que muchos de nuestros sistemas orgánicos empiecen a mostrar un fenotipo envejecido a una edad más temprana", resaltó.
El alcohol afecta varios órganos
Para entender ese recorrido —del cerebro al hígado, pasando por el corazón, el sistema inmune y hasta el sueño—, una especialista del Hospital Universitario Austral aporta evidencia médica y una advertencia clara: no existe un nivel de consumo de alcohol que pueda considerarse seguro.
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El consumo de alcohol afecta varios órganos: cerebro, hígado, corazón y el sistema inmune.
“Químicamente, el alcohol es etanol: una molécula muy pequeña y soluble que los tejidos absorben con facilidad. Esa misma propiedad le permite atravesar sin dificultad todas las membranas de nuestras células, incluso la barrera hematoencefálica que normalmente protege al cerebro”, explica Evelyn Álvarez, licenciada en Nutrición del Hospital Universitario Austral. Y advierte que el problema no es solo el etanol en sí, sino también su primer producto de degradación en el hígado —es decir, la primera sustancia en la que el hígado transforma el alcohol para poder metabolizarlo—, el acetaldehído, una sustancia tóxica y cancerígena.
Por eso, en un informe del mencionado hospital señalan que, ya a partir del primer sorbo, el alcohol se absorbe con rapidez, pasa a la sangre y comienza a recorrer el organismo en cuestión de minutos. Desde ese momento, distintos órganos empiezan a recibir su impacto casi de manera simultánea. Algunos efectos aparecen de inmediato; otros se instalan de forma progresiva con el consumo repetido.
National Geografic señala que cada sorbo no conlleva el mismo riesgo y plantea una nueva pregunta: ¿qué significa realmente "beber con moderación" y cuánto es demasiado?. Es que pone sobre la mesa que investigaciones advierten que los efectos aumentan con cada trago. “Aunque ninguna cantidad de alcohol está totalmente libre de riesgos, hay niveles de consumo que causan menos daño, y reducirlo, aunque sea ligeramente, puede suponer una diferencia apreciable”, remarca.
Del primer sorbo al sistema nervioso central
“En unos diez minutos, el alcohol ya puede alcanzar el cerebro, aunque la concentración máxima suele darse un poco más tarde. Una vez allí, enlentece la comunicación entre las neuronas”, detalla Álvarez, advirtiendo que, en el sistema nervioso central, actúa como un depresor. Esa interferencia explica la desinhibición social, la euforia leve, la disminución de los reflejos y la dificultad para concentrarse o pensar con claridad. Con mayor ingesta, se suman la inestabilidad, la alteración del equilibrio y la pérdida de coordinación típica de la embriaguez. “En dosis más altas puede incluso provocar confusión, pérdida de memoria y, en situaciones extremas, coma etílico”, advierte la experta. El alcohol interfiere en los circuitos cerebrales que regulan el movimiento, la memoria y el autocontrol, destaca. Por ese motivo aparecen la visión borrosa, la menor capacidad de atención, los reflejos más lentos y las conductas impulsivas.
El consumo de alcohol y el hígado
El aparato digestivo acusa los efectos casi en simultáneo, resaltan. Uno de los primeros en verse afectado es el estómago, donde la bebida irrita la mucosa y favorece la aparición de gastritis. Sin embargo, el mayor impacto se produce en el hígado, órgano encargado de metabolizar la mayor parte del alcohol ingerido.
El consumo de alcohol afecta varios órganos: cerebro, hígado, corazón y el sistema inmune.
“Allí se metaboliza casi todo el alcohol ingerido. Las enzimas hepáticas lo convierten en acetaldehído, luego en acetato y finalmente en energía o lo eliminan. Pero estas enzimas se saturan ante concentraciones muy elevadas, acumulándose el alcohol en sangre”, explica Álvarez. Este esfuerzo repetido puede derivar, con el tiempo, en enfermedades como esteatosis hepática, hepatitis y cirrosis, cuyo riesgo se incrementa con la continuidad del consumo.
Cómo impacta el alcohol en el corazón y las defensas
El sistema cardiovascular también acusa recibo. “El alcohol está asociado con el aumento de la presión arterial y, en consecuencia, con un mayor riesgo de hipertensión”, indica la nutricionista. A ello se suma una mayor probabilidad de arritmias y de diversas enfermedades cardiovasculares.
El sistema inmune, en tanto, reduce su eficacia incluso ante consumos bajos. “Se ha visto que el alcohol altera la actividad de los glóbulos blancos y las señales de inflamación, lo que reduce la capacidad del organismo para enfrentar infecciones”, explica la licenciada.
A largo plazo, el consumo sostenido se vincula con un mayor riesgo de cáncer de boca, esófago, hígado, mama y colon, además de deterioro cognitivo, neuropatías, trastornos digestivos y problemas de salud mental. También existen efectos menos conocidos: “Aunque al principio induce somnolencia, el alcohol disminuye la calidad del sueño profundo y puede generar despertares frecuentes. Además altera la microbiota intestinal, debilita los huesos y dificulta la absorción de nutrientes como la vitamina B1, el ácido fólico y el magnesio”, añade la experta.
El alcohol tiene más efecto en las mujeres
Una misma cantidad de alcohol no impacta de igual manera en todas las personas. “En las mujeres los efectos suelen ser más intensos porque, en promedio, tenemos menor actividad de la enzima que lo degrada, lo que aumenta su concentración en sangre”, explica Álvarez. También influyen factores como el peso, la edad, la genética, la alimentación y el uso de determinados medicamentos.
Además, hizo referencia a algo que suele señalarse: beber con el estómago vacío potencia los efectos. “El alcohol pasa más rápido al intestino delgado, donde la absorción es mucho mayor. Esto acelera su llegada a la sangre y aumenta la embriaguez”, señala.
Mito sobre el consumo de alcohol: ¿una copa de vino es saludable?
Respecto del mito de que una copa de vino es saludable, la licenciada fue contundente: “Esa idea surgió a partir de estudios antiguos, pero la evidencia más reciente muestra que cualquier beneficio potencial no justifica los riesgos del alcohol. Hoy sabemos que no existe un nivel seguro de consumo”. Tampoco hay diferencias sustanciales entre bebidas: “La sustancia nociva es siempre el etanol; lo que cambia es la concentración”.
Un trago de alcohol diario ayuda a la salud femenina
Mito sobre el consumo de alcohol: ¿una copa de vino es saludable?
Entre las señales de alerta se incluyen la dificultad para recordar lo ocurrido durante el consumo, la necesidad de beber mayores cantidades para sentir los mismos efectos, cambios de ánimo, problemas digestivos frecuentes, hipertensión y alteraciones en los análisis clínicos.
Hay que decir que a esto se contraponen investigaciones que sostienen lo contrario, aunque algunas más recientes consideran que esto puede ser relativo por la influencia de diversas variables.
Recomendaciones para cuidarse en las Fiestas
Ante las celebraciones de fin de año, la especialista recomendó no asociar el alcohol con la idea de relajación. Propuso reemplazarlo por actividades recreativas o sociales que promuevan el bienestar sin que la bebida sea el eje. De todas formas, dijo que en caso de elegir consumir alcohol, es mejor hacerlo de manera responsable y limitada, alternar con agua y evitar beber con el estómago vacío.
También subrayó la importancia de abstenerse por completo durante el embarazo, la adolescencia, al conducir o al tomar ciertos medicamentos. “Cada copa cuenta. El impacto puede ser pequeño al principio, pero el riesgo se acumula con el tiempo. El cuerpo, en definitiva, siempre se beneficia más de no beber”, concluye la especialista.