Provocador, rebelde, contestatario y, por sobre todas las cosas, orgulloso de todas esas características que ni siquiera se molestaba en disimular. Muy por el contrario, las exhibía y gritaba a los cuatro vientos. Así era Norberto Filippo, el artista plástico que "enamoró" a Cristina Fernández de Kirchner con un cuadro de Néstor Kirchner que hizo con pintura y vino. El mismo que, como director del exzoológico de Mendoza colocó un aire acondicionado en el recinto del siempre sufrido oso polar Arturo. Así "era" Filippo, porque falleció durante las últimas horas a los 68 años.
Según confirmó su hija a Los Andes, Filippo contrajo una neumonía en la clínica de Quilmes (Buenos Aires) donde permanecía internado. Y ello derivó en un infarto que derivó en el triste desenlace. El artista y ex funcionario público de Mendoza durante la gobernación de Francisco Pérez había sufrido una caída mientras trabajaba en una de sus obras. Ello derivó en una internación y, una serie de demoras de PAMI para realizarle resonancias y radiografías derivaron en que su estadía en la clínica se prolongara más de lo previsto.
Más frentes contra la designación de Filippo como director del Zoo
Murió Filippo, el artista rebelde que cautivó a CFK con un cuadro y puso aire acondicionado a un oso polar
Los Andes
"Voy a ocuparme de publicar el libro que escribió con tanto amor, me encantaría. Y me encantaría poder avanzar y terminar sus proyectos", contó, compungida, Nerea Ruffolo, hija de Filippo.
Nerea, psicóloga, se refiere al libro con las verdades incómodas de los zoológicos (inspirado en su efímera gestión como director del entonces zoológico de Mendoza). Y también al sueño que desveló a Filippo: recuperar la embarcación La Cuyanita.
La Cuyanita nunca volvió a navegar
Entre tantos proyectos que dejó truncos Norberto Filippo, también se destaca la tantas veces anunciada (por él mismo) restauración de La Cuyanita II, aquel barco emblemático que navegó por las aguas del Parque San Martín en la década de 1960 y se incendió en 1979. Era la segunda "Cuyanita", que reemplazó a la histórica y que en realidad llevaba por nombre "Emilio Civit".
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Murió Filippo, el artista rebelde que cautivó a CFK con un cuadro y puso aire acondicionado a un oso polar
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Filippo había rescatado el casco de la segunda Cuyanita -destruido, corroído y abandonado- de un depósito del Parque. Y lo había llevado a la cárcel de Boulogne Sur Mer donde, junto a un grupo de internos, comenzó a trabajar en su reparación. También llevó el casco a un depósito municipal de Guaymallén para seguir trabajando en su restauración y hasta lo reflotó como carro vendimial de ese departamento para un Carrusel Vendimial. ¡Si hasta se lució en todo su esplendor en la película argentina "Vino para robar" (2013)!
Pero su salida de la función pública -polémica, como todo lo que hizo en su vida (y que lo disfrutó)- lo llevó a dejar de lado, tanto el casco como el proyecto. No obstante, ya instalado nuevamente en Buenos Aires, siguió trabajando en la cúpula de lo que él había soñado como la "Nueva Cuyanita". Y, con una cúpula distinta, ya hasta la había probado en las aguas de Tigre.
El cuadro que cautivó a Cristina Fernández de Kirchner
Filippo saltó a la fama en marzo de 2011, luego de obsequiarle a la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner un cuadro de Néstor Kirchner hecho por él mismo y logrado con un "blend" de pinturas y vino malbec. La entonces mandataria, quien había venido a Mendoza para presenciar el Carrusel Vendimial, recibió este retrato de manos del propio Filippo. Y fue tal la emoción de Fernández de Kirchner que decidió resguardarlo junto a los restos de su esposo, el ex presidente, en el mausoleo donde reposan sus restos.
Cuadro filippo
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Luego, en junio 2012 -y como consecuencia de la trascendencia que tomó Filippo y su arte con el retrato de Kirchner-, "Paco" Pérez le encargó la confección de los retrartos de los 14 presidentes que viajaron a Argentina para participar de la Cumbre del Mercosur. Y Filippo, una vez más, se lució con su blend artístico de pinturas y malbec.
Siempre polémico, y feliz
"Si todo el mundo coincide con lo que digo, significa que estoy siendo complaciente con todos. Y eso no está bien", describió Filippo en diálogo con Los Andes en una nota publicada el 21 de octubre pasado. Fue la última entrevista de Filippo donde habló de su paso como director del exzoo de Mendoza y en la función pública.
Además de aparecer en los medios de comunicación por sus cuadros de presidentes americanos y por su intención de recuperar La Cuyanita, las "locuras de Filippo" -como él mismo las llamaba- no terminan allí. Estando al frente de la ya desaparecida Dirección de Parques y Zoológico -también en la gestión de Pérez-, Filippo vació el lago del Parque San Martín para estrellar un auto viejo arrojado desde las alturas contra un bloque de hormigón.
Lo hizo para demostrar la resistencia de estos cubos, donde pretendía almacenar pilas usadas y chatarra electrónica.
La frase de Filippo al asumir: "Yo no voy a vacunar al mono”
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Además, hizo obras que incluían siluetas y que podían verse dese las alturas (al mejor estilo Líneas de Nazca, en Perú). Había pensado un "Paseo de la Democracia" al costado del Acceso Sur, a la altura del Puente de Hierro (Guaymallén) y donde sobresalieran las figuras de los expresidentes Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner. La intención era que, como en el monumento patrimonial de territorio peruano, esas siluetas pudiesen ser vistas desde las alturas.
Sus días al frente del Zoo y el día en que Filippo le dio su aire acondicionado al oso polar
En 2013, también durante la gobernación de Pérez, Filippo estuvo siete meses al frente del entonces paseo ubicado a la vera del Cerro de la Gloria (actualmente reconvertido a Ecoparque y cerrado al público desde mayo de 2016).
Entre otras acciones resonantes al frente del Zoo, resulta imposible de olvidar el día en que Filippo decidió retirar un equipo de aire acondicionado de su despacho en este predio para hacerlo instalar en el recinto del deteriorado y alicaído oso polar Arturo, quien pasaba sus días en un entorno completamente hostil y con temperaturas de hasta más de 40° en verano.
Fue precisamente esta efímera estadía como director del ex Zoológico de Mendoza lo que despertó en Filippo la necesidad de escribir su propio libro, "Prisioneros del Silencio". En este trabajo, que dejó escrito antes de morir y ahora quiere publicar su hija, el artista de “ alma bonaerense, pero corazón mendocino” no se guardó nada.
La idea de trasladar al oso Arturo llegó tarde y no viajará a Canadá
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"Hay una verdad incómoda, que contradice la lógica simple del opresor y el oprimido, y que pocos están preparados para comprender: los animales, contra todo pronóstico, contra todo poema sobre la libertad, añoran a sus carceleros", largó, sin anestesia, Filippo en su última entrevista.
"En el libro se van a leer muchas verdades que se ocultan y los pobres animales pagan con su carne todo el sufrimiento", describió el diseñador industrial y artista plástico. Y hasta confirmó haber recibido amenazas referidas a "tener cuidado" con lo que fuese a incluir en el libro.
"Los animales añoran a quienes van a mirarlos. El encierro, comprendí, no es una condición meramente física; es un estado del alma, un pacto perverso y delicado que se teje entre dos especies. Cuando el último visitante se marchó y los candados giraron, no comenzó la libertad, sino una lenta y metódica disolución", describió.
El libro de Filippo sobre zoológicos que quiere publicar su hija
En su obra literaria, Filippo hasta se animó a imaginar a la elefanta Kenya (ya trasladada de Mendoza al Santuario Global de Elefantes de Brasil), aunque aún en su recinto de piedra y cemento. En ese sentido, Filippo la imaginaba caminando en soledad, deteniéndose donde siempre lo hacía para balancear su trompa ante la mirada de los niños que la visitaban. Pero sin ese público. También se animaba a hablar de una de las tigresas que, por entonces, aún vivían en el lugar.
Filippo
Murió Filippo, el artista rebelde que cautivó a CFK con un cuadro y puso aire acondicionado a un oso polar
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"Dejó de rugir. ¿Para qué rugir si no hay un corazón al otro lado que se estremezca? Su rugido no es un simple sonido; es un lenguaje, una conversación íntima con el miedo ajeno, una forma de esculpir su ferocidad en el aire. Cuando no hay nadie que tema, el rugido se convierte en un monólogo absurdo, una palabra sin oídos", resumió Filippo en las páginas de su libro.
"El cautiverio es un pacto psicológico. Estos animales no solo se han acostumbrado a nosotros; nos han incorporado a su biología, a su etología más profunda. Somos el estímulo que confirma su existencia. Nuestra mirada es el espejo en el que se reconocen. Sin ella, dudan de ser reales", aseguraba.