Escuchá el nuevo episodio del podcast “Gestión del optimismo”: tu tiempo puede trabajar para ti

¿Conoces personas pesimistas por naturaleza? ¿Has escuchado a esos que dicen que no son pesimistas, son realistas? En este episodio de Gestión del Optimismo les ayudamos a superar este pesimismo aprendido para cultivar una mentalidad optimista.

"Gestión del optimismo" con Marita Abraham
"Gestión del optimismo" con Marita Abraham

Bienvenidos a otro episodio de Gestión del Optimismo, el podcast donde exploramos herramientas y conceptos para cultivar una mentalidad positiva y una vida plena.

¡Eh tú, maestro del multitasking! ¿Alguna vez has sentido que el tiempo se te escurre entre los dedos como agua en un colador? ¡Pues agárrate, porque vamos a hablar de cómo convertir ese tiempo perdido en dinero en el banco de la productividad!

¿Qué tal si empezamos con esa frase que todos hemos escuchado alguna vez? “El tiempo es dinero”. Clásico, ¿verdad? Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar en lo profundo que es eso? El tiempo, esa cosa intangible que parece infinita pero que en realidad es más valiosa que el mejor de los diamantes. Es como si el universo nos estuviera diciendo: “Oye, amigo, solo tienes una cantidad finita de esto, así que mejor úsalo sabiamente”.

Imagina que cada segundo que pasa es una moneda que cae en tu bolsillo. Cada minuto, cada hora, ¡ching, ching! Ahí van sumándose. Ahora, ¿te gustaría saber cómo malgastamos esas monedas sin siquiera pensarlo? Bueno, te lo diré: procrastinando, en redes sociales, viendo videos de gatitos en Internet, o simplemente dejando que el tiempo se desvanezca en la nebulosa del “ya lo haré después”. ¿Suena familiar? ¡Tranquilo! Todos hemos estado ahí.

Pero no todo está perdido, queridos amigos optimistas. Aquí van unas cuantas pautas prácticas para que conviertas ese tiempo en monedas de oro que harían sonrojar de envidia a un dragón:

1.      Hazte amigo del reloj:  mide cómo usas tu tiempo en una semana normal. Registra lo que trabajas, te diviertes, lees, tonteas… ¡todo!

2.      Desintoxícate de las distracciones: adiós, redes sociales. Chao, Netflix. Es hora de ponerse serios y eliminar esas tentaciones que nos roban el tiempo sin piedad. ¡Puedes hacerlo! Define qué tiempo dedicarás para estos divertimentos y enfoca en ello, resistiendo a sus amables llamadas

3.      Divide y vencerás: no te agobies pensando en todo lo que tienes que hacer. Divídelo en tareas más pequeñas y manejables. Verás cómo de repente todo parece mucho más alcanzable.

4.      Establece prioridades: no todas las tareas son igual de importantes. Aprende a distinguir entre lo urgente y lo importante, y actúa en consecuencia.

5.      Toma descansos estratégicos: no se trata de trabajar sin parar como un robot desbocado. Tómate pequeños descansos para recargar pilas y volver con más energía.

6.      Aprende a decir no: no puedes hacerlo todo, y está bien. Aprende a decir no a las cosas que no te acercan a tus objetivos.

7.      Celebra tus logros: cada tarea completada es una victoria. ¡No te olvides de celebrarlo, aunque sea con un bailecito en tu silla!

¿Estás listo para darle un impulso turbo a tu productividad? Pues prepárate, porque ahora vamos a hablar de identificar esas tareas que te hacen ganar dinero con solo mirarlas y cómo deshacerte de esas que son más inútiles que un paraguas en el desierto.

Primero, hablemos de las tareas de alta rentabilidad. Son esas gemas brillantes en tu lista de pendientes que, cuando las completas, te hacen sentir como si hubieras ganado la lotería. Son las que te acercan a tus objetivos, te generan ingresos o te hacen crecer como persona y profesional. Identificarlas es clave para enfocar tu tiempo y energía donde realmente importa.

Por otro lado, están las tareas de baja rentabilidad. Son esas pequeñas sanguijuelas que chupan tu tiempo y energía sin aportarte mucho a cambio. Son como esos amigos que siempre te piden prestado dinero pero nunca te lo devuelven. ¿Suena familiar? Bueno, pues es hora de ponerles un alto.

Pero, ¿cómo identificar estas tareas y qué hacer con ellas una vez las detectas? Aquí van unos cuantos consejitos:

1.      Haz un análisis FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades, Amenazas): Sí, como esos que te hacían hacer en la escuela, pero más divertidos. Identifica tus fortalezas y oportunidades, y enfoca tu tiempo en tareas que las potencien.

2.     Calcula el ROI (Retorno de la Inversión): no te asustes, no necesitas ser un genio de las finanzas para esto. Simplemente pregunta: ¿qué tanto me va a devolver esta tarea en términos de tiempo, dinero o satisfacción?

3.      Prueba la regla del 80/20: el principio de Pareto en acción. El 20% de tus tareas te dará el 80% de tus resultados. Identifica cuáles son esas tareas y concéntrate en ellas como un halcón en busca de su presa.

4.      Automatiza, delega o elimina: ahora viene la parte divertida. Las tareas de baja rentabilidad, esas que te roban tiempo y no te dan mucho a cambio, ¡aléjate de ellas! Automatízalas si puedes (existen miles de herramientas que pueden hacer el trabajo por ti), delégalas si es posible (nadie dijo que tenías que hacerlo todo tú mismo), o simplemente elimínalas de tu vida como si fueran ese programa de televisión que nunca te ha hecho reír.

5.      Valora tu tiempo como si fuera oro líquido: porque, como ya sabes, ¡el tiempo es dinero! Así que no lo malgastes en cosas que no te acercan a tus metas.

¡Y ahí lo tienes, amigo mío! Con estos consejitos en la mano, estás más que listo para convertirte en un maestro de la productividad. Identifica esas tareas de alta rentabilidad, deshazte de las de baja rentabilidad y ¡arrasa con todo lo que te propongas!

Recuerda, querido optimista, el tiempo es como una cuenta bancaria que se va llenando segundo a segundo. ¿Qué vas a hacer con tus monedas de oro? ¿Las vas a malgastar en trivialidades o las vas a invertir sabiamente en tu propio crecimiento y éxito? La elección es tuya. ¡Ahora ve y haz que cada segundo cuente!

Si necesitas mi ayuda, el coaching y los cursos online pueden guiarte. Escríbeme a marita@maritaabraham.com y te cuento.

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