Por estos días, mientras el termómetro empieza a marcar los primeros calores y las boletas de servicios siguen trayendo malas noticias, la preocupación vuelve a instalarse en los hogares mendocinos. En diálogo con Aconcagua Radio, Romina Ríos, representante de Protectora ONG, analizó el impacto que tendrán los nuevos aumentos de tarifas de gas y energía eléctrica.
“Los dos aumentos nos van a pegar fuerte”, adelantó sin rodeos. El primero, el del gas, podría pasar más desapercibido por la época del año, pero no por eso deja de acumularse en la cuenta final. “En teoría, en lo que es el gas, no lo vamos a sentir tanto porque estamos entrando en los días más cálidos, cuando el consumo baja. Pero el aumento está: se actualiza el precio del gas en el ingreso al sistema, con un impacto del 3,5% al 3,8%, y también suben los cargos de distribución y transporte, alrededor de un 4%”, detalló.
Aunque en los próximos meses el uso de calefactores disminuya y la factura no se dispare, la tendencia al alza en los precios de la energía parece inevitable. Y donde más se notará, asegura Ríos, es en la energía eléctrica, el otro pilar del gasto doméstico.
“El aumento de la luz nos pega directo”, advirtió. “Primero se actualizaron las tarifas de Edenor y Edesur a nivel nacional, y luego cada provincia adapta sus cuadros. En Mendoza, Edemsa aplica el precio mayorista definido por la Secretaría de Energía, al que suma los valores de distribución y las actualizaciones trimestrales. Aún no tenemos el nuevo cuadro provincial, pero recordemos que el mes pasado no hubo aumento, así que podría acumularse ahora”.
La diferencia con el gas es que, a medida que suben las temperaturas, el consumo eléctrico crece. “Cuando empieza el calor, usamos más ventiladores y aires acondicionados, y eso se nota enseguida. Además, los subsidios que todavía existen no cubren todo el consumo: hay un tope, y lo que se pasa se paga sin subsidio. Entonces, las familias que superan ese límite ven saltos muy grandes en la factura”, explicó.
La escena se repite cada verano: la gente intenta adaptarse, busca estrategias de ahorro, pero las temperaturas mendocinas no dan tregua. “Hace unos años, el dolor de cabeza era el gas”, recordó Ríos. “Hoy, la electricidad ocupa el primer lugar. Desde que empezó la quita de subsidios, las boletas de luz pesan más en el presupuesto familiar. Es especialmente duro para las viviendas que no tienen red de gas natural: dependen de la electricidad para todo, y su consumo mínimo ya es muy alto”.
Aun así, la representante de Protectora observa una tendencia que combina resignación con necesidad: “Creo que va a haber mayor venta de aires acondicionados. Algunas familias prefieren ahorrar en otras cosas y destinar ese dinero a pagar la luz, para poder tener un descanso digno en el verano. Con el calor que tenemos, dormir mal termina afectando la salud y el rendimiento diario. Pero claro, todo eso se traduce en una factura más alta”.
Entre la necesidad de refrigerar los hogares, los topes de subsidios y los incrementos acumulados, el escenario no parece ofrecer alivio a corto plazo. En las familias mendocinas, la preocupación por las tarifas se mezcla con la sensación de que los aumentos ya no son una excepción, sino parte de una rutina económica que no da respiro.
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