“Este fue el mejor cine que hubo en San Martín. Mejor que el Cervantes y el Monumental. Quiero asociarme con alguien, para restaurarlo. Y si no encuentro a nadie, lo haré solo”, cuenta este hombre que dice ser sanmartiniano pero haber vivido en España muchos tiempo y que, ahora, asegura ser el dueño del histórico Cine Mayo, ubicado en la esquina de 25 de Mayo y Marconi, junto a la Plaza Italia, en el centro de la ciudad de San Martín.
Se llama Jorge Peña y dice, con puro acento mendocino, tener 68 años y “hace mucho tiempo, tuve una relación con la mujer que vivía aquí”, señalando el aún imponente edificio ubicado en la esquina.
Esa mujer (sin querer hacer referencia al inolvidable texto de Rodolfo Walsh) fue Rosa Rosales, quien fue empleada del Cine Mayo durante muchos años, especialmente la taquillera del lugar y que se quedó viviendo en el hall del cine cuando este cerró definitivamente.
“Le compré el derecho de ocupación a ella en 2005. Ella murió el año pasado”, cuenta.
Jorge Peña asegura que ya ha comprado en Buenos Aires las chapas para cambiar el techo, que hay gente realizando orden y limpieza y que “estaba haciendo pintar el frente, peor el hombre que estaba trabajando se cayó, sufrió lesiones en las piernas y se está recuperando”.
El edificio luce ahora una pintura superficial, una “lavada de cara”, que al menos lo hace ver menos abandonado, pero aún está muy lejos de que ese trabajo parezca ser parte de una restauración.
“Estoy buscando quien se quiera asociar para restaurarlo. Veremos que se puede hacer. La estructura está perfecta, ya la hice revisar completa por un ingeniero. Ahora hay que restaurar todo el interior”, afirma.
Según cuenta Peña, “tengo una audiencia pedida con el intendente Raúl Rufeil para ver qué interés tiene el municipio de participar en esto”.
Al pedido de ingresar al cine y tomar imágenes, Peña dice que “habrá que coordinar con mi hija para otro momento”.
El hombre, mientras afirma que su abogado ha resuelto definitivamente el conflicto sobre la propiedad, se queja de algunas versiones y publicaciones en redes sobre el cine, diciendo que “opinan sin saber nada”. Pero, claro, el cine y su historia son patrimonio del pueblo más allá de quien diga tener los papeles que confirmen su propiedad y todos se preocupan, recuerdan y especulan sobre la suerte del Mayo.
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El incierto destino del Cine Mayo, de San Martín, y lo que asegura el hombre que dice ser su dueño
La historia que me contaron
En 2008, después de un principio de incendio, pude entrar al Cine Mayo. El sol se filtraba por el techo y apenas lograba iluminar algunas de las 700 butacas. Las de las primeras filas estaban quemadas. La pantalla ya era un recuerdo, hecho un bollo semiderretido, apoyado en una de las escaleras que permitía acceder al escenario.
Allí, en el escenario, el entablonado de pinotea tenía muchas maderas carbonizadas y la tramoya había desaparecido. En un costado había tirada la lata de un rollo de una película incierta, certificando el desastre.
La mitad del cielorraso de la sala ya casi había desaparecido y los paneles de aglomerado de la otra mitad amenazaban con desprenderse.
Pese al caos, la estructura del Cine Mayo parecía haber resistido al incendio y al paso del tiempo.
Esa mañana mi guía fue Rosa Rosales, la mujer que vivía en el hall de ingreso y a quien Jorge Peña dice haberle comprado sus derechos de ocupación sobre el lugar, gracias a una historia amorosa que tuvieron cuando el cine aún funcionaba.
Ese día, Rosa me dijo: “Yo conozco esto como la palma de mi mano. Fui la encargada de la taquilla y me acuerdo que las recaudaciones eran enormes y nunca jamás me faltó un solo centavo, pese a que hubo épocas en que había tantos billetes en la caja que se caían al suelo y uno los andaba pisando", dijo.
"En una época había colocadas más de 700 butacas, pero luego hubo que agrandar los pasillos y se retiraron algunas. En los últimos tiempos la sala terminó teniendo capacidad para unas 670 personas", recordó.
La mujer aseguró que, quien figuraba como titular del Mayo "murió hace unos 40 años" y que había un complejo juicio sucesorio, siendo la administradora una abogada de Mendoza, cuyo nombre no recordaba o se negó a dar.
Con orgullo sostuvo que “esta era uno de los mejores cines de la provincia".
Algunos sostienen que "Babe, el chanchito valiente” fue la última película que se proyectó en el Mayo. Otros sostienen que fue una mucho mejor. Pero la última vez que el Mayo se llenó de gente fue por un espectáculo donde se presentó la soprano Fabiana Bravo en el año 2000, velada organizada a beneficio de Cáritas.
Los cines de San Martín
En sus tiempos de gloria el Cine Mayo competía (o se complementaba) con los otros dos cines de San Martín: el Monumental (hoy confitería) y el recuperado Cervantes, de Casa España.
La otra sala del departamento era el Cine Colón, de Palmira, rescatado por la Municipalidad de San Martín, que lo adquirió por $50.000 en 2007 para devolverlo a su función original y adaptarlo a otras actividades culturales, después de unos cuantos años de obra.