El Futre: el fantasma sin cabeza que murió en un asalto o asesinado por una mujer

Leyendas regionales. Es “el fantasma más notable de Mendoza” y su mito surgió en la época de la construcción del ferrocarril trasandino. Luce un frac y se aparece decapitado a los viajeros de la zona de Puente del Inca y Uspallata.

Una ilustración de  Gastón "Zonda" Peralta y, de fondo, una imagen de la época de la construcción del ferrocarril trasandino.
Una ilustración de Gastón "Zonda" Peralta y, de fondo, una imagen de la época de la construcción del ferrocarril trasandino.

No es sólo el miedo que pretenden infundir. Tampoco, únicamente, alguna lección o enseñanza que pretende dejar. Las leyendas pueden llevar adosadas entre sus virtudes esas características, pero si persisten por años a pesar de que la cultura mute, cambie y a las personas les atraigan o repulsen mitos diferentes, es porque son, sobre todo, buenas historias. Y porque reflejan, de algún modo, la “oscuridad del alma” que el que las escucha siente removerse.

La leyenda del Futre es, probablemente, una de las más poderosas de las que componen el rosario de historias míticas de la región de Cuyo. Se la conoce, se ha escrito sobre ella, se han elaborado numerosas variantes de los hechos que le dieron origen, y con ello el fantasma sin cabeza de Mendoza sigue vagando en busca de justicia.

Como dice Enrique Guerrero, autor del blog Huellas Cuyanas, “la historia del Futre, tal vez sea una de las más contadas en los fogones mendocinos”. Lo curioso es que es capaz de provocar terror, pero no parece ser capaz de nada más, tal vez porque su carácter sea el de víctima y no de victimario.

La prestigiosa académica mendocina Gloria Videla de Rivero explica que esta leyenda es “propia de la zona de Puente del Inca y Uspallata que, con diversas variantes, se ha extendido por otros puntos de Mendoza y de San Juan”. Justamente esa región montañosa es escenario de las supuestas apariciones fantasmales, como cuenta Videla de Rivero: “Surgió esta leyenda en la época en la que se construía el Ferrocarril Trasandino, es decir entre los años 1886 y 1909, probablemente hacia principios del siglo XX. Según ella, se aparece en la zona de Puente del Inca o Uspallata un fantasma muy bien vestido (futre, si bien deriva del francés foutre, es un americanismo y andinismo que significa: ‘elegante, vestido con atildamiento, petimetre, lechuguino’). El Futre se aparece, pues, entre las nieves, vestido de frac, con brillantes solapas, llevando entre las manos su cabeza cubierta con elegante galera”.

Un fantasma sin cabeza, vestido de gala y suelto por las montañas mendocinas es algo que parece una especie de injerto cultural. Que, en lugar de un un gaucho, una “china” o un indígena, el baqueano parezca un lord inglés, sin embargo, no es casualidad. Por un lado, porque en la historia de un fantasma decapitado resuenan ecos de otra leyenda similar, la del Jinete sin Cabeza, que inmortalizó en un relato el estadounidense Washington Irving (1783-1859) y que luego tomó Tim Burton para el guion de su película Sleepy Hollow.

Lo curioso es que, en esa leyenda estadounidense, el fantasma descabezado —aunque es vengativo y no quiere ser el único sin cabeza— también se convierte en espectro por haber sido víctima de un asesinato.

Aunque el escenario cordillerano coincide en todos los relatos que explican cómo perdió la vida el hombre que luego se convirtió en el Futre, son muy distintas y ricas estas variantes. Videla de Rivero cita en su trabajo Tres formas literarias de una leyenda: el Futre las versiones que consignara el antropólogo Adolfo Colombres en su libro Seres mitológicos argentinos. Una, proporcionada por el recordado Fidel Roig, cuenta que “el Futre sería el fantasma de un inglés que, tras haberlo perdido todo en la sala de juego del hotel de Puente del Inca, salió en plena noche vestido de frac y se perdió entre las montañas nevadas”.

Otra versión es la que apunta el indispensable Juan Draghi Lucero (1895-1994): “El Futre es el fantasma más notable de Mendoza. Se generó en la época en la que se construía el ferrocarril trasandino: Para llevar a cabo esa obra monumental, los directores del ferrocarril conchabaron gran cantidad de obreros chilenos, porque el chileno generalmente tiene más propensión a los trabajos cordilleranos, que el peón argentino. Ocurrió sin embargo que los sábados, cuando se hacía el pago quincenal, en Uspallata, sobre todo, se producían muertes y muchos hechos de sangre (...). Precisamente la leyenda cuenta que un hombre muy elegante desvalijaba a los peones chilenos de su cobranza semanal. Este ladrón robaba con tal maestría que no era advertido por sus víctimas (...). Con el tiempo ocurrió que alguien mató o creyó matar a este famoso Futre. Se dice por ahí que lo enterró en la parte trasera del cerro Tolosa, junto con el dinero que había robado. Desde entonces quedó viva su leyenda”.

El que da incluso más precisiones, y un nombre (que aparece en diversos relatos) es Enrique Guerrero. Tras ubicar los hechos, como Draghi, en la época y lugar de la construcción del ferrocarril Trasandino, presenta a “Mr. Foster”, “el agente pagador de la Compañía inglesa Trasandine Construction Company”, que se encargaba de los salarios de los trabajadores y se destacaba entre ellos por “su andar cansino pero seguro, la tez blanca y los gestos tranquilos, (que) armonizaban con su figura alta y delgada, a la que se ceñía una vestimenta elegante y sobria”.

El apellido de Foster, según explica Guerrero, habría sido deformado por la pronunciación de los trabajadores del ferrocarril hasta convertirlo en “Futre” y “en uno de los tantos viajes a la localidad de Las Cuevas, lo sorprendió una temporal de nieve, que lo obligó a refugiarse en unos cobertizos, frente a la Curva de los Ingleses o Soberanía Nacional, como pasó a llamarse después de 1982. En ese lugar perdido de Las Cuevas, fue asaltado y decapitado. Por eso en las noches frías cuando la tormenta arrecia, en muchos rincones de la montaña, aparece sorprendiendo a los viajeros con su presencia fantasmal”.

A Diego Grilli, apasionado por las leyendas mendocinas y autor del libro El terror en Mendoza (2020), le interesa sin embargo otra de las versiones sobre el destino fatal del Futre, y que también Colombres consigna en Seres mitológicos argentinos. “Cuando escribí el capítulo sobre el Futre en mi libro, me centré en la precuela de la leyenda, respondiendo a esta pregunta: ‘¿quién le cortó la cabeza al Futre?’”.

Después de indagar en esas versiones y datos históricos, a Grilli le sorprendió el dato de quién pudo haber sido responsable de ese asesinato: una mujer. “En el cuento Sophie Clark relaciono el muy posible contacto que pueden haber tenido los Hermanos Clark, encargados de la construcción del ferrocarril trasandino, y Mister Foster o el Futre, un empleado de los hermanos Clark encargado de pagar los sueldos a los trabajadores del ferrocarril”, explica Grilli. “Mister Foster trabajaba para los hermanos Clark, pagando los sueldos a los empleados del ferrocarril emplazados en los diversos tramos del ferrocarril trasandino en construcción. Y fue en uno de esos tramos donde Foster perdió la vida y fue degollado”.

Sin embargo, dice Grilli, “hay otro posible origen: la hija de uno de los hermanos Clark, Sophie Clark, es la mujer que degolló a Foster en uno de sus tantos brotes psicóticos. Esta historia es interesante porque Sophie representa a una mujer con desórdenes mentales a comienzos del siglo XX. Sophie fue parte de un grupo de mujeres muy castigadas por la sociedad mendocina de la época, discriminadas, exiliadas, inducidas al suicidio, escondidas e incluso, abusadas o asesinadas”.

¿Muerto en un asalto? ¿Víctima de la ludopatía y las nieves de la montaña mendocina? ¿O decapitado por una mujer? La muerte del hombre que se convierte en un fantasma bueno que vaga por las noches de la cordillera es una incógnita. Pero la creencia en sus apariciones permanece. En especial cuando la soledad de esos inmensos parajes invade al caminante, como cuenta en un relato Vicente Chicchitti (1918-1985), un recordado profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo, y también andinista. En su libro La montaña, Cicchitti dice que el Futre “es un fantasma bueno y discreto”, además de “elegante”, y que “para que se vuelva encontradizo hay que preparar el escenario y el ánimo”. Por eso, según el también escritor, cuando “uno camina penosamente abrumado por tanta nube, montaña y altura y ya tiene a su lado al señor de negro, de reluciente solapa”.

En esa línea —y en una narración que imagina al gran director Orson Welles en Mendoza, llegado aquí con el deseo de filmar un documental sobre él— la periodista y escritora Valeria Méndez le hace decir al descabezado: “Busco compañía en los viajeros, pero la helada soledad que me envuelve se presiente a lo lejos y creen ver una figura cadavérica, horrorosa, que los invita a la muerte. No es más que el miedo de su propia oscuridad” (Mitos y leyendas cuyanos, 1998).

Como se dijo, la clave para que las leyendas perdidas están en que narren una gran historia. Y que esta sea capaz, como en la del Futre, de revolver nuestros propios temores: a la soledad, a la locura o a la traición. A todo lo que nos hace, en suma, “perder la cabeza”.

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