Divididos sacudió la Fiesta de la Cosecha con su potente rock

“La aplanadora del rock” acopló su sonido al de la orquesta sinfónica de la UNCuyo pero mantuvo su esencia para deleite de 15.000 personas. Reinas e intendentes recorrieron los viñedos.

Ricardo Mollo y su banda lograron hacer el más rockero de todos los ciclos de la Fiesta de la Cosecha y demostraron que su música sigue tan plena y poderosa como siempre.  | Foto: Mariana Villa / Los Andes
Ricardo Mollo y su banda lograron hacer el más rockero de todos los ciclos de la Fiesta de la Cosecha y demostraron que su música sigue tan plena y poderosa como siempre. | Foto: Mariana Villa / Los Andes

Con un ingreso mucho más organizado que años anteriores, pese a la gran cantidad de gente convocada ante la posibilidad de escuchar a Divididos con la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Cuyo, la caravana de 15.000 almas esperaba paciente su turno para ingresar al predio.

El día había sido por demás particular para casi todo el país. Un apagón generalizado dejó a varias provincias sin energía eléctrica, entre ellas Mendoza, y la posibilidad de cancelación del evento se veía probable.

Sin embargo, un mensaje que circuló por redes y por WhatsApp anunciaba la continuidad del evento, pese a los contratiempos energéticos.

La voz del maestro de ceremonias, en la persona de Sergio “Coco” Gras, circundó el predio a las 21.30 puntual, dando la bienvenida al patio de hileras, preparando el ánimo de los presentes para disfrutar la edición número 22 de la Fiesta de la Cosecha.

Entre los primeros en llegar se cuentan el vicerector de la UNCuyo Gabriel Fidel y el intendente de Guaymallén Marcelino Iglesias, contrariamente al gobernador Rodolfo Suárez, quien llegó cuando ya había caído el sol.

Funcionarios e intendentes brindaron con las reinas por la cosecha obtenida. | Foto: Mariana Villa / Los Andes
Funcionarios e intendentes brindaron con las reinas por la cosecha obtenida. | Foto: Mariana Villa / Los Andes

Las candidatas, ataviadas con vestimentas paisanas para la ocasión, llegaron escoltadas por varias duplas de efectivos de la Unidad Motorizada de Acción Rápida (UMAR) y, una vez en la puerta de ingreso, no escatimaron sonrisas y saludos con cualquiera que se encontrara en las inmediaciones.

Puntual, a las 22, el maestro César Lara ingresó junto a los integrantes de la orquesta, con 60 músicos en escena, para dar inicio a las dos primeras piezas clásicas con las que inauguró la noche.

Con la presentación de los músicos locales Nicolás Diez, Julieta y Patricia Cangemi, Daniela Calderon, Favio Garro, Laureano Buce, Martin Barros y dúo Nuevo Cuyo comenzó el segmento de folclore, con una tonada, con la que las candidatas al cetro nacional marcaron los pasos junto a funcionarios y empresarios, que las acompañaron luego a la concreción del hecho que convoca año tras año al evento: la cosecha de los viñedos del aeropuerto.

El ánimo del público, tranquilo hasta ese momento, se caldeó al batir de palmas con el que acompañaron las notas de la tonada en las voces de Julieta y Patricia Cangemi.

El show del público

Un clásico en este segmento entre los asistentes del público es salir “pa’ apisonar el tierral” improvisando un “zapateo y zarandeo” con con giros y pañuelos al viento entre las filas de sillas apiñadas. Así se sucedieron tonadas, cuecas y gatos aclamados entre palmas, cosecha de soberanas y funcionarios listos para la foto.

La expectativa crecía en la medida en que el maestro de ceremonias pedía aplausos. Sin embargo, sin mucho preámbulo Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella aparecieron en escena y, tras un breve saludo, el director de la orquesta dio inicio al show más esperado de la temporada Vendimia.

Las soberanas recogieron los racimos de Malbec en el aeropuerto. | Foto: Mariana Villa / Los Andes
Las soberanas recogieron los racimos de Malbec en el aeropuerto. | Foto: Mariana Villa / Los Andes

Divididos fue mucho más Divididos

A diferencia de otras ediciones de la Fiesta de la Cosecha en las que las versiones eran plenamente sinfónicas, esta vez Divididos apostó por sus sonidos plenos con el complemento de la orquesta de fondo, completando la sonoridad que los conceptualizó como “La aplanadora del rock”, dijo.

Ricardo Mollo no dejó pasar la oportunidad de plantarse frente al público para dar un mensaje -claramente político- en favor del agua “para los viñedos, los olivos, para la siembra”.

La capacidad vocal, artística y musical de Divididos sigue tan plena como siempre, dieron una vez más una eximia clase del más puro rock, para los que añoran el estilo que quedó, a la luz de los nuevos géneros, como música de “nenes de antes”.

La Orquesta Sinfónica se lució en una de las mejores presentaciones realizadas en esta extraña pero efectiva mixtura entre los instrumentos clásicos y los sonidos duros del rock.

La noche se completó con una chacarera creada por el padre de Diego Arnedo, Mario, junto a Rodríguez Villar, llamada “La flor azul”, que permitió disfrutar de un Arnedo al bombo legüero en dupla.

El ida y vuelta con el público consagró un romance que se renueva en cada tema y en cada presentación que la banda realiza en nuestra provincia.

El anuncio de “Amapola del 66″, dio lugar a una ovación con sabor a despedida, que Ricardo Mollo vetó con la promesa “siempre volvemos”.

Sin embargo, nadie creyó la advertencia de Mollo: “Estos cuerpitos se van a retirar y esperamos que nos reciban en otro lado”. Tras saludar al director de la Orquesta y pedir aplausos para los músicos, Divididos se despidió con “Ala Delta”. Sin dudas, fue el más rockero de todos los ciclos de la Fiesta de la Cosecha.

Apostillas

Aguante rockero. El público de Divididos puede más que cualquier protocolo. Fueron pocos los que permanecieron en sus sillas ya que, de a poco, fueron apiñándose frente al escenario, indicando cuáles son las prioridades cuando “La Aplanadora” está en escena.

Abuelaaaa. El público se unió en ese grito cuanto Mollo bajó del escenario y saludó con un beso a una abuela de 90 años ubicada en primera fila.

Caos eléctrico. Periodistas y fotógrafos entraron en pánico cuando, al llegar al sector de prensa, descubrieron que no había enchufes. Sólo había una “zapatilla” que se turnaban para usar. Todo fue nervios hasta que un joven apareció con una bolsa repleta de cables y dijo: “¿Necesitan enchufes?”.

“Spaghetti del rock” siempre el uno de los temas más esperados, mantuvo a los mendocinos extasiados al punto de no escucharse más que un hilo de voces en los estribillos, cuando Ricardo Mollo invitó a cantar.

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