3 de septiembre de 2025 - 11:00

De DJ y albañil a papá de tiempo completo: la historia de Ariel y su lucha contra el cáncer y el bolsillo vacío

Un tumor cambió la vida de Ariel y lo obligó a dejar sus trabajos de albañil y DJ. Hoy cuida a sus hijos, mientras sus excompañeros organizaron una colecta.

Hasta hace poco, la vida de Ariel Ceferino Guerra se desenvolvía tranquila, linda, entre la construcción y la música. Fue albañil de día varios años y DJ de noche, poniendo música en fiestas y eventos de barrio, donde se armaba "bailongo". Trabajaba con sus manos y su oído, combinando el esfuerzo físico con la pasión por los sonidos. Todo parecía “normal” hasta que comenzó a sentir un dolor persistente en la boca del estómago.

Al principio pensó que era acidez o gastritis, algo que se resolvería con un remedio común. Pero el dolor no cedía y empezó a interferir con su trabajo y su vida cotidiana. Lo que parecía un malestar pasajero terminó siendo un tumor maligno en el intestino delgado. “Lo que menos te imaginás es que haya un cáncer. Pensaba que era gastritis, hernia, algo que me había caído mal. Los médicos no te hacen estudios complejos porque un dolor en la panza puede ser cualquier cosa menos cáncer. Pero al final era un tumor”, cuenta Ariel.

Ariel Ceferino
Efecto secundario. La caída del pelo, como consecuencia de la quimio.

Efecto secundario. La caída del pelo, como consecuencia de la quimio. "Las sesiones me dejan de cama una o dos semanas", dice.

Durante meses pasó por guardias, consultas y antibióticos, descartando posibles causas. Finalmente, y gracias a una batería de estudios más complejos que Ariel pedía casi a gritos por ese dolor que se acrecentaba cada día, los médicos revelaron la magnitud del diagnóstico a mediados del 2024: ese tumor estaba demasiado cerca de la boca del estómago como para extirparlo en una operación.

La única alternativa era un tratamiento de quimioterapia y radioterapia que intentara encapsularlo y frenar su avance. Y ahí, la vida de Ariel Ceferino se dio vuelta. “Empecé a tratarme a fines del año pasado con quimios muy fuertes, que me dejan de cama una o dos semanas sin poder hacer nada. Pero no me quedo en la cama; trato de seguir para que mi familia, sobre todo mis hijos, no se preocupen”, dice el joven de 32 años.

El accidente que sufrió en la obra a fines de 2023, cuando se clavó un palo en el estómago, primero lo llevó a pensar que el dolor era solo una hernia. Recién meses después, tras una batería de estudios que incluyó colonoscopía, tomografía, resonancia y ecografías 3D, llegó el diagnóstico de cáncer de intestino. Ariel recuerda que siempre trató de seguir trabajando a pesar del dolor.

“Uno trata de seguir haciendo sus cosas normalmente. Si tenía fiebre, me tomaba un ibuprofeno para no perder un día de trabajo”, dice el ahora exalbañil, acostumbrado a la precariedad laboral en ese rubro.

Fuesmen y su innovador abordaje contra el cáncer
Fuesmen, medicina nuclear contra el cáncer en Mendoza.

Fuesmen, medicina nuclear contra el cáncer en Mendoza.

La desgracia y las simples -grandes- cosas

Desde el tratamiento, hace casi un año, Ariel no pudo volver a trabajar ni en la construcción ni como DJ. “El cuerpo ya no responde como antes, no puedo hacer esfuerzo y no puedo estar parado muchas horas, ni si quiera poniendo música”, asegura el joven oriundo del barrio La Favorita cuya principal ocupación por estos días es sanar, llevar adelante las tareas de la casa y de sus hijos. “Soy un amo de casa”, sintetiza, divertido.

Ariel junto a su esposa tuvo a Morena, de 9 años, y a Bautista, de 5. Y mientras su pareja trabaja full time en un hotel como personal de limpieza, él se encarga de los niños: les da de comer, los lleva y los trae de la escuela, los ayuda con sus deberes y visita al pediatra cuando están enfermos.

Si hay algo que Ariel rescata de los drásticos cambios que le trajo a su vida el cáncer es haber podido estar más tiempo con sus hijos. “Lo único bueno que me trajo esta enfermedad es que puedo disfrutar más de ellos. Antes, con el trabajo todo el día afuera, no los veía tanto. Ahora los acompaño, aunque quede de cama una o dos semanas después de la quimioterapia. Trato de levantarme como sea para que no se preocupen por mí y acompañarlos”, dice.

La experiencia de la enfermedad lo conecta con recuerdos de su infancia. Pasó por varias operaciones tras una peritonitis. Además, vio a su padre enfermo, internado en hospitales y esa angustia que aún lo acompaña con más de tres décadas es la que no quiere que vivan sus pequeños. “Yo lo veía enfermo a mi papá y me preocupaba. No quiero que mis hijos pasen por lo mismo. Trato de no mostrarles cuando estoy mal para que ellos hagan sus cosas y no estén pendientes de mí”, explica, Ariel que gracias al sistema público de salud puede realizarse todos los tratamientos y estudios que necesita para recuperarse. “No se qué hubiera hecho sin eso”, agradece.

Entre changas y sorteos

Con dos ingresos menos (como albañil y DJ) la economía de la familia Guerra se volvió ajustada. Con un solo sueldo fijo que aporta su mujer, pero que “no alcanza”, Ariel comenzó a sumar lo propio este año con algunas changas de electricidad y ediciones de sonidos para pistas de música desde la casa, ayuda a sus pares por algún dinero y organiza sorteos con donaciones de vecinos y conocidos.

“Algunos me regalan desayunos, combos de bebidas, muebles. Yo los sorteo en mis estados de WhatsApp y algo en las redes sociales, y con eso junto algo. Cada ayuda suma”, explica Ariel, quien no recibe ninguna ayuda o subsidio del Estado.

Ariel Guerra 2

Ariel sueña con que el tumor logre encapsularse y poder retomar una vida medianamente normal. Sabe que no podrá volver a la construcción ni a las largas noches de música y entiende que el mundo que descubrió, cuando explotó el otro en el que vivía, llega con deseos y prioridades cambiadas por completo: “Mi deseo ahora es estar bien de salud, sin dolor, para poder trabajar más desde casa sin cansarme y, sobre todo, para disfrutar de mi familia. Uno, cuando trabaja fuera de la casa todo el día, se pierde de momentos muy lindos. Yo quiero priorizar eso: estar con mis hijos, con mi familia. Son mi motor”, completa.

Cómo ayudar a Ariel

Los excompañeros de trabajo de Ariel Ceferino activaron hace unos días una campaña solidaria para que la mayor cantidad de gente sepa que después de su situación crítica y se sume a colaborar con dinero para medicaciones o gastos fijos, o con alimentos no perecederos, o ropa y calzado para sus hijos. Ariel también, consultado por este diario, añadió que podrían ser productos que él mismo puede sortear entre conocidos y vecinos y sacar con eso una platita extra.

Quienes quieran ayudar a la familia Guerra pueden comunicarse al teléfono de Ariel y coordinar la ayuda: 2612169403. Ariel seguirá mientras con su tratamiento (que no tiene plazos hasta ahora), y cada ayuda, por pequeña que sea, suma para mantener el hogar en medio de la enfermedad.

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