La historia de Estefanía Lirangi podría ser una más de tantas que se entretejen en Mendoza con héroes y heroínas invisibles, pero hoy es su turno. Porque hace muy poco, a fines de marzo, “Estefy” renunció a su puesto de jefa en Recursos Humanos en una empresa de servicios eventuales, donde trabajó 13 años. ¿El objetivo? Poder concretar su verdadero anhelo: fundar un espacio de contención y autovaloración para pacientes oncológicas.
Y no se trató de un arrebato, ni de un brote romántico por emprender. Al parecer, su cuerpo se encargó de avisar lo que, a veces, no puede decirse de otra manera.
Estefanía Proyecto Mariposa pacientes oncológicas
Lirangi dejó un trabajo cómodo para aportar su visión y emociones en el mundo de la salud.
“Tenía gente a cargo, incluso de otras provincias, un sueldo fijo y un hermoso clima laboral. Pero ya no resonaba conmigo trabajar para una estructura tan rígida, que se basa en contratar y despedir gente por su lógica eventual. Muchos se ilusionaban con quedar, pero enseguida había que desvincularlos, como si fuesen descartables. Mi alma ya no estaba en sintonía con eso", explica Estefy.
Proyecto Mariposa
"Proyecto Mariposa" nació formalmente hace un mes para acompañar emocional y espiritualmente a las pacientes oncológicas que transitan o han transitado la quimioterapia que la propia Estefanía vivió hace dos años, cuando le diagnosticaron cáncer de mama con 36 años y dos hijos pequeños.
El espacio está armado “desde una mirada holística” -define Estefy- para abordar las distintas emociones. Así, cada encuentro apuesta a temas diferentes dictados por profesionales de la salud y expertas en terapias alternativas, y que acompañan a Estefy en su nueva cruzada.
Pero estos encuentros grupales -aclara la mendocina- están lejos de la victimización, y más cerca de la fraternidad, la empatía y la autoestima.
“No son encuentros para ir a llorar. No se hizo para ese fin, pues ya se llora demasiado en casa durante el proceso”, aclara.
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Una técnica que implementó Estefy es la de enviarse cartas escritas a mano entre las asistentes y ver qué emociones surgen.
Para la exjefa de Recursos Humanos cada encuentro es una oportunidad para “salir del enojo y de la queja”, justamente porque ya el tratamiento en sí mismo genera mucho dolor, irritabilidad y angustia, explica Estefy. “Por eso quiero que las mujeres se encuentren consigo mismas desde un lugar amoroso, empoderado, que se lleven herramientas para tratarse con amor”.
“Encima de tener cáncer, tenés vergüenza”
Lo dice alguien que atravesó en carne viva los cambios físicos y emocionales que acarrea un tratamiento oncológico. “Yo transité un montón de emociones. Una de ellas es el cambio físico, del que no se habla mucho. Encima de tener cáncer, tenés vergüenza. Escondés tu imagen porque te hinchás con la medicación, perdés pelo, pestañas y cejas”, describe.
Estefanía habla de emociones como quien aprendió a nombrarlas para que no se enquisten. “Para mí, esta enfermedad está muy vinculada a aquellas emociones que no fueron tratadas en tiempo y forma, que siguen estando de manera inconsciente como el rencor, traumas, falta de perdón, soledad, frustración… Todo eso que, de alguna forma, no pudiste sacar o no tuviste herramientas para gestionarlos. No te enseñaron a hablar, por las creencias limitantes que tenemos. Construimos mundos”, dice.
Y el mundo de Estefanía parecía uno bastante alegre, pero había grietas, quizás un poco de la infancia y, más recientemente, un quiebre: la enfermedad de su hijo mayor, una artritis idiopática juvenil sistémica. “Yo siempre fui muy alegre, pero creo que la enfermedad de mi hijo nos costó un montón llevarla. Había que llevarlo de la cama al baño con cinco años porque no podía caminar”.
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No hay autocompasión en el relato de Estefy, sino una voluntad por comprender el propio cuerpo y lo que vino a decirle. “No sé qué me enfermó. No era ni soy una persona negativa o pesimista. Lo relaciono al estrés muy grande que pasamos con mi hijo”, piensa en voz alta.
Seguir expandiéndose
Y quizás por eso sueña con multiplicar el gesto que hoy es Mariposa, cuyo nombre busca honrar su fascinación desde niña por esos animalitos coloridos e indefensos y a los múltiples significados que la vinculan al mundo espiritual.
Estefanía por ahora marca pasos firmes y suma encuentros “sanadores”, pero también sueña con tener su propio establecimiento y brindar soporte a todas las áreas que implica el proceso oncológico: desde pelucas hasta mangas para linfedema.
“Quiero acompañar a pacientes recién diagnosticadas, a las que están transitando la enfermedad y a quienes están en remisión. Porque no hay que olvidarse quién sos y fuiste a raíz de lo que atravesaste. El dolor y el caos. Te reconstruiste. Siento que tuve una vida hasta los 36 años. Controlé a la Estefi. Hoy es otra versión de mí”, completa Estefy, visiblemente en paz con el camino recorrido.
Citas para mayo
Este mes, Proyecto Mariposa tiene dos propuestas, que no son gratuitas, pero que están abiertas a mujeres que han pasado o transitan aun el proceso oncológico o estén ligadas, de algún modo, a ese proceso.
El 24 de mayo se realizará el taller “Camino a mi interior”, centrado en la autosanación y el silencio. Será en una quinta en Perdriel, Luján de Cuyo, de 11 a 17.30. Estará a cargo de la reikista y facilitadora Alejandra Simoncini, quien trabaja desde hace años en terapias holísticas. Se ofrecerá una meditación grupal, herramientas para conectar con el presente y ejercicios de conciencia espiritual.
El otro encuentro será el 31 de mayo y combinará naturaleza, salud y conversación. “Las personas de Mendoza no suelen salir a bodegas, y yo busqué el mejor precio y lugar para hacer el encuentro allá”, dice Estefanía.
Habrá una visita guiada, degustación, una charla sobre menopausia a cargo de la mastóloga Sara Echegaray y la participación de un médico oncólogo y una psicóloga. Será en una bodega de Luján de Cuyo, de 16.30 a 19.30.
Para más información, comunicarse al 261 615 3726 (Estefanía) o a la cuenta de Instagram: @proyectomariposa.mendoza