12 de octubre de 2025 - 15:10

¿Cuál es el futuro de la educación en tiempos de inteligencia artificial?

Lo esencial es fomentar el desarrollo de la mente sintetizadora, por lo que el aprendizaje activo, enfocado en el hacer, en el promover la resolución de problemas, es clave.

Hace algunos años se anuncia un cambio profundo en educación. La pandemia nos enfrentó a la necesidad de repensar prácticas y desarrollar competencias relacionadas con el mundo digital como nunca antes. Pero el dinámico y mutante escenario en el que vivimos promete traer cambios todavía más drásticos. La IA va transformando miradas, prácticas y paradigmas de manera tan acelerada que casi no alcanzamos a pensar todo lo que ya ha cambiado. ¿Cuál es el futuro de la educación? O más bien, ¿qué necesitamos para formarnos como los seres humanos que transitan este tiempo?

En 2006, Howard Gardner, autor conocido mundialmente por su teoría de las inteligencias múltiples, nos sorprendía con su mirada acerca de las Cinco mentes para el futuro (Five Minds for the Future), libro en el que propone un marco sobre los tipos de pensamiento que resultarían (resultan ya) imprescindibles para desenvolverse en un mundo complejo. Para este destacado psicólogo, las cinco capacidades cognitivas necesarias para sobrevivir en este tiempo eran ya, desde entonces, la mente disciplinar, la mente sintetizante, la mente creativa, la mente respetuosa y la mente ética. De todas ellas, me gustaría centrarme en la synthesizing mind, es decir, la capacidad de seleccionar información relevante, organizarla, integrarla y darle sentido en un marco comprensible y útil. No se trata solo de acumular datos, sino de saber buscarlos (rastrearlos, seleccionarlos), conectar ideas dispersas, construir narrativas coherentes y generar visiones de conjunto que orienten la acción.

En un mundo de sobreabundancia informativa, donde las fuentes se multiplican y los discursos se fragmentan, la mente que sintetiza actúa como un filtro inteligente: distingue lo importante de lo trivial, integra perspectivas diversas y produce un conocimiento que puede compartirse con otros de manera clara y significativa.

Su impacto en la era de la inteligencia artificial

Hoy, casi veinte años después de su formulación, el concepto adquiere una vigencia renovada. La inteligencia artificial ha multiplicado la producción y disponibilidad de información: algoritmos que generan textos, imágenes, reportes y datos a una velocidad que excede la capacidad humana de procesarlos.

En este escenario, el valor ya no está en recordar o producir información, porque esas funciones pueden ser delegadas a sistemas automatizados. El desafío se desplaza hacia interpretar, jerarquizar y dotar de sentido lo que la IA produce y lo que la sociedad necesita. La synthesizing mind se convierte entonces en una competencia estratégica para la vida diaria porque la convivencia democrática requiere discernir entre fuentes confiables y narrativas manipuladas, y construir visiones colectivas a partir de la diversidad de voces. Por lo tanto, esta debería ser una competencia clave para la educación, porque formar estudiantes capaces de integrar conocimientos provenientes de diversas disciplinas será más relevante que enseñarles a memorizar contenidos que un buscador puede recuperar en segundos. Dentro del mundo laboral, los niños y adolescentes que hoy son estudiantes, deberán articular aportes de la IA, de equipos humanos y de múltiples áreas de conocimiento para tomar decisiones responsables y creativas. En un futuro inmediato, quien logre sintetizar será quien pueda orientar, liderar y transformar la avalancha de información en verdadero conocimiento y acción significativa. ¿Cómo impactará esta necesidad en el sistema educativo?

Mirar hacia adelante

En el evento titulado “Pensando en un mundo alimentado por IA”, realizado por la Universidad de Harvard recientemente, Gardner, profesor e investigador, plantea que para el año 2050 (o sea, en solo 25 años), el ámbito educativo se habrá transformado por completo. Según su mirada, la formación de base será más breve (en contraste con los 10, 15 años que insume transitar el sistema educativo hoy) y se concentrará en los conocimientos centrales, como las habilidades lingüísticas (lectura y escritura), aritmética y un poco de programación.

Lo esencial es fomentar el desarrollo de la mente sintetizadora, por lo que el aprendizaje activo, enfocado en el hacer, en el promover la resolución de problemas, es clave. Claramente, la IA acelerará varios procesos y, en este escenario, se redefinirá el rol del docente. Para Gardner, quien lidera procesos de enseñanza tendrá como función principal motivar, desafiar, estimular el desarrollo de pensamiento, promover el ejercicio de las preguntas, la búsqueda de respuestas, el diseño de soluciones, la creatividad. Y, sobre todo, despertar otros dos pensamientos que son clave para estar en este mundo: el respeto y la ética, aspectos inherentes al ser humano, indelegables a las máquinas. De alguna manera, su postura invita a pensar la educación como al rescate de quiénes somos como especie (o quiénes debemos ser) para interactuar con otros, intervenir y cuidar el medio en el que vivimos. En este futuro cada vez más presente, con tantas máquinas acelerando y automatizando procesos, los seres humanos estamos invitados a ser cada vez más humanos. Y el ámbito educativo, el espacio para hacer que suceda

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