Crónicas de Di Benedetto: La ciudad de San Sebastián y el festival de cine de 1960

El 24 de julio de 1960, se publicó la nota del entonces jefe de Espectáculos de Los Andes, sobre la ciudad que alberga uno de los festivales más importante del mundo.

Vista de San Sebastián.
Vista de San Sebastián.

Como no puede encerrar todo el Cantábrico, San Sebastián se conforma con anillar una porción y, para que no se escape de su bahía circular, a la entrada, entre los montes Urgull e Igueldo, le ha puesto de tapón la isla de Santa Clara.

Pero los montes Urgull e Igueldo y la isla de Santa Clara, convencidos de su ineficacia, se dedican a criar árboles, que le refresca los lomos.

Por encima de los árboles del Igueldo, un Cristo de alta talla, de noche bajo faros poderosos, tal como el frente churrigueresco de la iglesia de Santa María. Desde aquí la ciudad vieja, que creció después del gran incendio.

Por las callejuelas de la ciudad vieja, de noche, la juventud que quiere andar y cantar en camaradería de fin del trabajo. A sus costados, las tascas: sidra que debe caer al vaso desde un metro de altura, bocadillos de mariscos y pescados en los mostradores, bajo los jamones y los pellejos de vino que penden del techo.

La ciudad más nueva se gasta el lujo de la avenida de España, con sus árboles coposos y sus cafés modernos que se explayan sobre las veredas tan anchas como la calzada.

Por ahí se va al paseo con balaustrada que se hace balcón sobre las playas.

Las escuelas de cine

Del otro lado está el río Urumea, alimento de los areneros, recurso o pasatiempo de pescadores y diversión de los niños que juegan a no dejarse alcanzar por las olas con que el mar embiste la boca hasta el puente del Kursaal.

En un extremo de ese puente, sobre el paseo de la Argentina, el teatro Victoria Eugenia, y en el otro, el Gran Kursaal, cada uno con su significación en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

El Victoria Eugenia es el Palacio del Festival, nombre elegante para una sala que lo fue y conserva su aire dorado de tiempos en que el teatro miraba de costado al cine.

Se reserva para las funciones de fin de la tarde y para las nocturnas de gala, que son aquellas consagradas a los films en competencia.

El Gran Kursaal tiene sala que es teatro y cine, así como vastos salones para los stands de las naciones que intervienen en el Festival y para la exposición de libros y revistas dedicados a la cinematografía.

En éste se desarrollaron las Primeras Jornadas Internacionales de las Escuelas de Cinematografía (Francia, Italia, Polonia, México, Holanda y España, con envíos de otros países, como Japón). Dejaron sentado el deseo de una repetición periódica de las reuniones y de que se llegue a hacer una película en colaboración entre las distintas escuelas.

Allí o en otros locales (hay varios cines y salones consagrados al Festival), los ciclos informativo y retrospectivo, los espectáculos para niños, la mesa redonda del cine joven, el certamen español de cine amateur, etc.

Bardem en la apertura

El primer día, sobre las 12, el alcalde, Vega de Seoane, recibe las delegaciones en el Ayuntamiento. Un saludo.

En seguida, en el Gran Kursaal, se realiza una inauguración asociada a la clausura de las Jornadas de las Escuelas de Cinematografía, y luego viene la parte con bebida y diálogo.

Hasta entonces la lista de figuras conocidas es considerablemente chiquita: los directores Juan Antonio Bardem (“Calle Mayor”, “La muerte de un ciclista”) y Luis García Berlanga (Bienvenido, Mr Marshall”), el productor mejicano Gregorio Wallenstein y una actriz argentina que reside en España Zully Moreno. Wallenstein y Zully Moreno forman parte del jurado de una sección, la denominada Perla del Cantábrico, para cine hispanoamericano.

En la noche la nómina prospera, casi exclusivamente en base a figuras españolas: Pablito Calvo, varias actrices jóvenes entre las cuales se destaca Eulalia Pino, el productor Cesáreo González...

Pablito Calvo junto a Antonio Di Benedetto en San Sebastián.
Pablito Calvo junto a Antonio Di Benedetto en San Sebastián.

(Recién al día siguiente aparecerán Perette Pradier; intérprete de “Les scelerats”, y la artista polaca Lucyna Winnicka. Se anuncia unos veinte nombres de relieve, entre ellos el de Marlon Brando, pero no para el comienzo del Festival).

La inauguración con película se consagra a Méjico: “Simitrio”, realización de Emilio Gómez Muriel con José Elías Moreno de protagonista. José Elías Moreno se encarga de recibir, desde el palco de honor los aplausos de la concurrencia, premio al film que la crítica dista de conceder, ya que, para decirlo brevemente, pese a sus valores humanos, no encuadra en la mejor tradición del cine mejicano.

A la entrada y a la salida, alfombra central bordeada de muchachos con el traje regional guipuzcoano: boina blanca, chaleco rojo, pantalón corto de pana azul, medias blancas con cordones y albarcas apenas desbastadas. Ellos forman un techo de espadas para que pasen debajo los invitados, mientras sus compañeros músicos llenan el ambiente con los sones del txistu y el tamboril.

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