Arqueología: un equipo internacional analiza las migraciones humanas previas a los Incas en cerros de Los Andes

Mediante el uso de una innovadora técnica de análisis químico en restos humanos arqueológicos se descubrió evidencias de migración de agricultores de maíz hacia Uspallata, que antecedieron la llegada del imperio Inca.

El autor de esta nota, Ramiro Barbarena, en uno de los sitios arqueológicos investigados, en la zona de Uspallata.
El autor de esta nota, Ramiro Barbarena, en uno de los sitios arqueológicos investigados, en la zona de Uspallata.

La arqueología investiga la historia humana en el planeta Tierra mediante el análisis de sus trazas materiales, tales como huesos, rocas, vasijas, entre muchas otras. El registro material de estos procesos históricos que se ha preservado hasta la actualidad, y que por lo tanto puede ser estudiado por los investigadores, suele representar una ínfima parte de las evidencias culturales producidas por las sociedades humanas a través del tiempo. Un aspecto fascinante de la Arqueología mundial en las últimas décadas es su capacidad de develar la historia humana mediante el uso de métodos provenientes de otras disciplinas tales como Química, Física y Biología Molecular para el estudio de ADN. Estas herramientas permiten acceder a información “invisible” que se encuentra contenida en los huesos humanos. Luego de años de investigación, un equipo internacional auspiciado por National Geographic Society, el Conicet y la Universidad Nacional de Cuyo (Instituto Interdisciplinario de Ciencias Básicas) ha aplicado un método que permite conocer cuáles fueron los territorios habitados los seres humanos del pasado, trabajo que ha sido recientemente publicado en la revista internacional Scientific Reports.

Como planteamos en el proyecto, los huesos y dientes de contextos arqueológicos guardan un registro químico de los espacios que habitó la gente del pasado. Esto se observa en los valores del elemento químico estroncio, que refleja la geología de los paisajes donde vivieron los humanos del pasado. Para alcanzar esto, los investigadores comenzaron por estudiar los valores de estroncio en el paisaje a lo largo de más de 350 km entre el océano Pacífico en Chile y el este de Mendoza, mediante estudios en restos de roedores y plantas. Los Andes de Mendoza ofrecen un paisaje ideal a nivel global para desarrollar esta investigación, ya que incluyen una sucesión geográfica de diversos tipos de rocas de muy distintas edades. La presencia de restos arqueológicos enterrados en una región con una señal química de estroncio que es propia de otras regiones geológicas puede indicar importantes eventos de migración humana en el pasado.

Se accedió a información ‘invisible’ hallada en huesos humanos.
Se accedió a información ‘invisible’ hallada en huesos humanos.

El paso siguiente fue el estudio químico que desarrolló el doctor Petrus le Roux en la Universidad de Ciudad del Cabo de Sudáfrica de restos humanos de los últimos 1.500 años de sitios arqueológicos en el Valle de Uspallata. Estos restos fueron excavados por el investigador pionero Carlos Rusconi en la década de 1930 y están albergados en el Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Juan Cornelio Moyano, de la ciudad de Mendoza. Mediante el estudio químico de pequeñas muestras de dientes y huesos, los investigadores reconstruyeron la movilidad humana en los últimos mil quinientos años en la zona e identificaron grupos asentados en el valle de Uspallata y grupos de migrantes que llegaron a una región ya habitada. Los resultados obtenidos permitieron identificar un evento de migración de agricultores de maíz entre los años 1270 y 1420 después de Cristo. De forma insospechada, esta migración antecede por unas pocas décadas la llegada del imperio Inca a la zona, materializada en el registro de la momia del cerro Aconcagua y en importantes sitios arqueológicos como Ranchillos y Tambillos. Esta nueva herramienta de investigación arqueológica nos va a permitir rastrear en un detalle fascinante las historias de vida de personas que vivieron en la cordillera andina hace cientos y miles de años. De este modo, podemos avanzar a estudiar migraciones humanas ocurridas en el pasado, formas de interacción social entre agricultores y cazadores móviles, y sus formas de vinculación con el imperio Inca, que dominó una gran parte de los Andes a partir del año 1400 después de Cristo.

En conjunto con Ludmila Menéndez, investigadora de la Universidad de Bonn, en Alemania, los científicos estudiaron la morfología de los cráneos humanos y detectaron importantes diferencias entre los individuos locales y los migrantes, lo que sugiere que tienen genealogías ancestrales diferentes y demuestra la existencia de un paisaje diverso a nivel social, biológico y cultural antes de la llegada del Imperio. Como indica la doctora Paula Novellino, investigadora del Conicet y bioarqueóloga del Museo Moyano, el reestudio mediante técnicas modernas de restos humanos excavados hace casi 100 años nos permite revalorizar y resignificar el patrimonio cultural arqueológico de la provincia de Mendoza. De este modo confluyen los objetivos de investigación científica con el desarrollo cultural y la protección y revalorización patrimonial. En función de estos objetivos, se trabaja en forma articulada con la profesora Valeria Zorrilla desde el Museo Moyano y el doctor Horacio Chiavazza, quien desde la Dirección de Patrimonio Cultural de la Provincia coordina las políticas de estudio, conservación y difusión del patrimonio histórico de Mendoza. Mediante el estudio del pasado y la comprensión de nuestra historia, la arqueología tiene un rol clave para jugar en el crecimiento de nuestra sociedad en la actualidad.

*El autor es Investigador independiente Conicet-Fac. Ciencias Exactas y Naturales-UNCuyo.

Edición y producción: Miguel Títiro.

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