Ariel Flores, el humilde albañil mendocino que quiere ser arquitecto, cumple su sueño y empieza la universidad

Egresó como abanderado de la escuela Champagnat. Cuando la pandemia dejó a sus padres desocupados, comenzó a ayudar a construir viviendas. La Universidad de Congreso le otorgó una beca luego de que Los Andes difundiera su historia.

Foto: José Gutiérrez / Los Andes
Foto: José Gutiérrez / Los Andes

La conmovedora historia de lucha y sacrificio de Ariel Flores, un joven albañil de El Challao que sueña con ser arquitecto -publicada por Los Andes en abril de 2021- sigue dando que hablar. Tal como se había acordado, comenzó el preuniversitario en la Universidad de Congreso con una beca del 100 por ciento.

La noticia la dio a conocer en las últimas horas la propia casa de altos estudios, quien poco después de conocer más acerca del contexto en el que se desenvolvía el joven y tras la publicación periodística, le brindó la posibilidad de estudiar la carrera de Arquitectura con una beca completa.

En ese momento, un mes más tarde, el joven estudiante fue recibido por el rector, Rubén Darío Bresso, y por la decana de la Facultad de Ambiente, Arquitectura y Urbanismo, Karen Noval, para, posteriormente, comenzar los procesos de inscripción y recepción de documentación para que Ariel pudiera formalizar su ingreso.

Ariel es hijo de una familia numerosa que vive en un asentamiento de El Challao y la pandemia dejó a sus padres desempleados. Fue entonces cuando salió junto a su cuñado a trabajar como albañil.

“Siempre amé el dibujo y el diseño, por eso creo que construir viviendas me termina ayudando, deseo ser arquitecto”, había dicho a Los Andes cuando contó su historia. Por entonces concurría a la escuela Arquitecto Manuel Víctor Civit, donde ganó un lugar de privilegio al portar la bandera nacional.

Durante el año pasado trabajó de 8 a 18 y luego cursó las materias en forma presencial o virtual, según el caso, en el turno vespertino.

Tiene cinco hermanas, Erika, Micaela, Fabiana, Laura y Selena y vive también con una sobrina. Su mamá es vendedora ambulante y su papá, albañil de toda la vida, quedó desocupado por un problema en la columna.

“Mis padres siempre me inculcaron el estudio, algo que ellos no han podido concretar, pero yo sí lo haré. Tengo proyectada una vida mejor”, reflexionó en la entrevista del pasado 9 de abril.

Era muy pequeño cuando sus dibujos sorprendían a propios y extraños. “Miraba los dibujitos en la tele y me ponía a copiarlos en lápiz y papel. También hacía caricaturas, me la pasaba todo el día dibujando”, contó.

El dibujo técnico se convirtió, poco después, en su pasión, alentado por la Escuela Técnica a la que concurría. Su papá le había enseñado el oficio de chiquito. Pero luego se enfermó y puso una verdulería.

Pese a las carencias materiales, dijo haber transitado una infancia feliz en el barrio San Expedito, en medio de la pelota y el potrero. Siempre fue un alumno destacado y sus maestras y profesoras guardan un gran recuerdo de su paso por las aulas.

La Universidad de Congreso, según expresó la propia institución, mantiene su política de formar primeras generaciones de profesionales en su afán de brindar a la comunidad personas competentes y capacitadas para gestionar el cambio y enfrentar con herramientas propicias los distintos desafíos que surgen día a día.

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