Amanda de la suerte: con 102 años, es la mendocina más veterana en recibir la vacuna contra el coronavirus

Vive en un hogar de ancianos de San Martín y fue vacunada justo en el día de su cumpleaños. Reconoció su alegría y dio consejos para vivir mejor.

Amanda Lioy es la vacunada más veterana de Mendoza.
Amanda Lioy es la vacunada más veterana de Mendoza.

Fuerte, jovial y con un gran sentido del humor, Amanda Lioy celebró el pasado 5 de marzo sus 102 años de vida con un regalo que jamás imaginó. Ese viernes a la mañana, en el hogar de ancianos que la aloja en San Martín recibió la vacuna AstraZeneca contra el Covid-19, que tanto esperaba.

Cumplir nada menos que 102 con lucidez y alegría el mismo día en que llegaron las dosis, para ella no fue algo menor. Porque “Amanda de la suerte”, como la llaman en el hogar Pinar Plaza, estuvo casi un año sin poder abrazar a su familia y padeció con tristeza el aislamiento, como la mayoría de los adultos mayores, más allá de que su hijo, nietos y bisnietos la visitaron “de lejos” durante todos estos meses.

Consciente de que la vacuna la ayudaría a no contraer al “bicho”, Amanda se ubicó en la fila con una sonrisa y mucha fe en poder volver pronto a su vida normal, que se resume a salir los domingos para almorzar en familia.

Hija de inmigrantes del sur de Italia, nació el 5 de marzo de 1916 en Chapanay, San Martín, y fue la menor de 10 hermanos: la mayor falleció hace poco, con 104 años.

Muy joven se casó con Ángel Jaliff, comerciante y gran jugador de fútbol, y ambos trabajaron toda la vida en un almacén de ramos generales. Tuvieron dos hijos: Marta, fallecida tres años atrás, y Hugo, médico, de 77 años. Tiene tres nietos, Bruno, María Belén e Iván y dos bisnietos, Iñaki y Kala.

Amanda cumple con la longevidad propia de sus familiares, aunque en realidad le resta importancia a los años que lleva con tan buena actitud. Y estalla en una carcajada cuando se le pide la receta. “Ninguna en especial. Creo que hacer las cosas bien y ser buena persona es lo más importante. Es lo que yo traté de hacer. Simplemente eso, dedicarme a la familia y ayudar a mi marido”, relata.

Coqueta y sonriente –las enfermeras le pintan las uñas con color coral una vez a la semana—confiesa que nada se compara con su Chapanay natal, un lugar “hermoso y tranquilo”.

“Tengo la suerte de ser sana y de necesitar poca medicación. Y estoy contentísima de haber recibido la vacuna”, reitera, en el jardín de la residencia donde, asegura, “la atienden como a una reina”.

Viuda desde 1988, Amanda siguió viviendo con su hija hasta que ella falleció a raíz de una insuficiencia renal. Pocos días después, una fractura de cadera le impidió caminar y le plantearon rehabilitarse en un hogar.

Si bien la muerte de Marta la afectó muchísimo, supo salir adelante con gran entereza. No pudo volver a caminar y así fue que decidió permanecer en el lugar porque entendió que no podía vivir sola.

“Su cumpleaños fue muy especial porque recibió la vacuna que tanto esperábamos. El encierro para ella fue difícil, pero estuvo muy cuidada y pudimos verla siempre a través del vidrio”, recordó a Los Andes su hijo Hugo.

Amanda no sufrió efectos colaterales. “Un pinchazo y listo. Ahora espero la próxima”, dijo. Por su actitud positiva, su salud inquebratable y su humor intacto, el equipo que la atiende la llama “Amanda de la suerte”.

“Es una privilegiada de la vida”, la definió Florencia Vitale, psicóloga del hogar y con quien comparte muchas charlas. También tiene su horario para hacer ejercicio, recibir visitas y disfrutar del jardín.

Cae la tarde y la cena se aproxima. La abuela sonríe y se despide con sus manos en alto.

-Amanda, si no hay recetas ¿Qué consejo nos da para vivir mejor?

-Hacer bien las cosas. Es la única manera de tener tranquilidad.

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