En los últimos tres años, Mendoza registró una realidad alarmante y persistente: las muertes por suicidios superan a las ocurridas por accidentes de tránsito y a los homicidios.
“De 2023 a 2024 hubo un aumento muy marcado, del 30 al 40%, lo que confirma la tendencia creciente de los últimos años”, confirmó el director de Salud Mental de la Provincia.
En los últimos tres años, Mendoza registró una realidad alarmante y persistente: las muertes por suicidios superan a las ocurridas por accidentes de tránsito y a los homicidios.
Se trata de una tendencia que comenzó a consolidarse en 2023 y que, lejos de revertirse, continúa profundizándose en 2025.
Según datos preliminares del sistema de emergencias 911, entre el 1.º de enero y la fecha ya se contabilizan 222 fallecimientos por suicidio, una cifra que todavía no incluye los casos registrados posteriormente en hospitales y centros de salud. Por lo tanto, se trata de un número que, con toda seguridad, crecerá cuando se integren todos los sistemas de información.
Manuel Vilapriño, director de Salud Mental y Consumos Problemáticos del Ministerio de Salud de la Provincia, señaló que “recién ahora se ha priorizado la salud mental como política de Estado”, asegurando que en los últimos dos años Mendoza llevó adelante un aumento “sensible” tanto del presupuesto como de los recursos humanos destinados específicamente a esta problemática.
“Durante mucho tiempo hubo una deuda estructural en salud mental, que se traducía en falta de equipos, de datos y de políticas sostenidas”, afirmó. Sin embargo, el incremento de casos obligó a acelerar la toma de decisiones.
La medición oficial de las tasas de suicidio se realiza una vez finalizado el año. El proceso implica un cotejo exhaustivo entre diferentes fuentes: registros policiales, datos hospitalarios, informes forenses y reportes del 911. Por este motivo, las cifras disponibles durante el año son solo aproximaciones y pueden variar significativamente tras el análisis final.
Aun así, los números ya indican una evolución preocupante. Vilapriño explicó que “de 2023 a 2024 hubo un aumento muy marcado, del 30 al 40%, lo que confirma la tendencia creciente de los últimos años”.
La provincia sigue un patrón que se observa desde la pandemia, período en el cual muchos países experimentaron un incremento considerable de los suicidios. A nivel regional, esta tendencia también se acentúa, con aumentos notorios en América Latina y Norteamérica.
Este crecimiento llevó al Ministerio de Salud a fortalecer su estructura de monitoreo y análisis. Uno de los pasos más importantes fue la creación del Observatorio de Salud Mental de Mendoza, una herramienta que permite recopilar, unificar e interpretar datos locales con mayor precisión. “Contar con un observatorio fuerte, con datos propios y actualizables, nos permite tomar decisiones más informadas y diseñar políticas que respondan verdaderamente a las necesidades de nuestra población”, destacó el funcionario, quien subrayó que depender completamente de estadísticas nacionales limitaba la capacidad de reacción ante emergencias locales.
Pese a que los números aportan una dimensión clara del problema, comprender las causas es un desafío mucho más complejo. Vilapriño insistió en que no existe un único factor que explique el aumento de los suicidios, sino que cada caso responde a una combinación de circunstancias. “El suicidio es la punta del iceberg; es la manifestación final de múltiples factores entrelazados. Para intervenir de manera eficaz necesitamos un enfoque intersectorial e interdisciplinario”, aseguró.
Entre los factores más frecuentes mencionó:
El funcionario también destacó que la problemática no se distribuye de manera homogénea en el mundo. África es actualmente el continente más afectado, mientras que Europa ha mostrado una tendencia a la baja, posiblemente debido a sistemas de salud mental más integrados y con larga trayectoria. En tanto, toda América —incluidos Estados Unidos y Canadá— ha registrado aumentos persistentes, lo que indica que el fenómeno atraviesa realidades diversas y sistemas sanitarios muy distintos.
El suicidio dentro de las fuerzas de seguridad ha sido particularmente visible en los últimos años en distintas provincias del país. En Mendoza, los casos dentro de la Policía generan preocupación por la exposición constante a situaciones de violencia, estrés operativo y un acceso más inmediato a medios letales.
Consultado al respecto, Vilapriño aclaró que “cada población tiene sus particularidades”, y que hay profesiones naturalmente más vulnerables debido a la presión emocional asociada y a los recursos disponibles.
“No es solo una cuestión de estrés; también influyen los medios al alcance”, señaló. “En el ámbito de la salud, por ejemplo, está ampliamente documentado que los anestesiólogos se encuentran entre los grupos profesionales con mayor riesgo”. Esta tendencia se explica por la combinación de estrés laboral, turnos prolongados y el acceso a sustancias de uso médico.
El director remarcó la importancia de desarrollar protocolos específicos para estos grupos, que incluyan instancias de contención, seguimiento psicológico y mecanismos que faciliten pedir ayuda sin temor a repercusiones laborales.
Con el aumento de casos, la provincia ha comenzado a reforzar dispositivos de asistencia y prevención. Entre las medidas más recientes se encuentran:
Vilapriño sostuvo que uno de los mayores desafíos es desmontar estigmas profundamente arraigados. “Hablar de suicidio sigue siendo difícil, incluso en ámbitos donde debería abordarse con naturalidad profesional. Muchas personas siguen pensando que pedir ayuda es signo de debilidad”, afirmó.
También remarcó que la comunidad tiene un rol clave: “La primera línea de prevención es muchas veces la familia, los amigos, los docentes, los compañeros de trabajo. Saber escuchar, prestar atención a señales de alarma y acompañar sin juzgar puede salvar vidas”.
Al finalizar, el funcionario dejó una reflexión que sintetiza la gravedad de la situación:
“Es preocupante que una persona llegue a elegir morir antes que vivir. Eso nos interpela como sistema de salud, como sociedad y como Estado”.
La problemática del suicidio, insistió, exige una mirada integral que incluya políticas sostenidas, presencia territorial, inversión, educación y un compromiso colectivo para construir entornos más empáticos y protectores. En un contexto donde las cifras siguen en ascenso, la prioridad —dijo— debe ser intervenir a tiempo y generar las condiciones necesarias para que pedir ayuda sea accesible, seguro y posible para todos.
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