A 40 años de su hallazgo, trasladan a "la momia del Aconcagua" al museo Moyano antes de su retorno final
La ofrenda inca, declarada Patrimonio de la Humanidad, será llevada del Conicet al Museo Moyano en Mendoza como fase previa a su retorno definitivo a la montaña.
La Momia del Aconcagua y el mito de su "maldición": a 40 años del hallazgo por qué no la regresan a la montaña. Foto: Archivo Los Andes
Este sábado 8 de noviembre, la ofrenda inca del niño del cerro Aconcagua, reconocida como Patrimonio de la Humanidad con Valor Universal Excepcional (VUE), será trasladada desde el Conicet hacia el Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Juan Cornelio Moyano. Este traslado marca la etapa previa al regreso definitivo del ancestro a su morada en la montaña sagrada del Aconcagua.
El proceso ha sido el resultado de un extenso trabajo conjunto llevado a cabo por la Dirección de Patrimonio Cultural de la Subsecretaría de Cultura del Gobierno de Mendoza, junto con comunidades indígenas, técnicos, especialistas de diversas disciplinas e Infraestructura Escolar.
Acto de reparación histórica
La iniciativa se enmarca dentro del Proyecto Preliminar Master Plan, consolidado tras un largo proceso de diálogo con las comunidades indígenas, especialmente aquellas vinculadas al Camino Ancestral Qhapaq Ñan. Estas comunidades venían solicitando que el “Guardián del Aconcagua” iniciara su retorno al territorio donde fue ofrendado por los antiguos.
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Para las comunidades y representantes indígenas de la Mesa de Diálogo Intercultural, este momento representa un acto de reparación histórica: el reconocimiento de este ancestro como ser humano y no como objeto de estudio, permitiendo que finalmente pueda descansar en paz.
El proceso se llevó a cabo en estricto cumplimiento de la normativa, garantizando la aplicación efectiva de las medidas de salvaguardia del patrimonio y las herramientas necesarias para su protección integral.
En 2020 se consolidó la Mesa de Diálogo Intercultural, y en la gestión actual se concretó un plan de acción por etapas para asegurar un tratamiento ético y respetuoso, conforme a las normas internacionales de conservación y a la cosmovisión y prácticas culturales de los pueblos originarios.
Descanso en el Museo Moyano
La fase que ahora comienza consiste en el traslado al Museo Moyano, donde el niño descansará sin intervención ni exposición, bajo condiciones dignas y el marco legal indígena, hasta que se concrete su retorno final.
Museo Cornelio Moyano
En el Museo Moyano se desarrolló una nueva sala de guarda, denominada Gualtach Caye por las comunidades. Esta sala cuenta con un sistema integral de preservación y conservación preventiva.
La Dirección de Patrimonio Cultural y Museos dispuso como coordinadora de referencia a la Lic. Valentina Ruggiero, conservadora-restauradora especializada en bienes culturales. Con asistencia técnica, se acondicionó un nuevo espacio y un reservorio con control térmico, garantizando las condiciones microambientales y de seguridad necesarias.
La sala Gualtach Caye tendrá acceso restringido por razones de seguridad y respeto a las tradiciones indígenas. Cuenta con un laboratorio de investigación y un sistema avanzado de control ambiental y seguridad, diseñado para garantizar la conservación física, química y biológica de la ofrenda y minimizar los riesgos de deterioro. La obra fue ejecutada por Infraestructura Escolar.
La historia de la "Momia del Aconcagua" y su hallazgo
El martes 8 de enero de 1985, cinco andinistas mendocinos que intentaban hacer cumbre en el Cerro Aconcagua por una ruta –por entonces- inexplorada (la pared sur) se convirtieron en los artífices y responsables de lo que sería uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de la historia de Mendoza: el de “la Momia del Aconcagua”.
Se trató de los restos momificados y perfectamente conservados (gracias a las bajas temperaturas) de un niño de unos 8 años, hallado a casi 5.400 msnm y que –aparentemente- había sido ofrecido en sacrificio por los incas que habitaban la zona allá por el año 1.500.
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Lo primero que avistaron Alberto y Franco Pizzolón, Juan Carlos y Fernando Pierobón y Gabriel Cabrera hace poco más de 40 años fue una pirca de piedras, acompañada de un llamativo montículo que se diferenciaba del resto de la superficie. Cuando se acercaron, advirtieron que había plumas, por lo que pensaron que se trataba de un cóndor muerto.
“Pero cuando vimos un cráneo humano, nos dimos cuenta que habíamos encontrado algo importante”, rememoraron los andinistas y protagonistas del hallazgo a Los Andes en enero de 2015, y cuando se cumplieron 30 años del hallazgo, que incluyó dos expediciones (la del avistaje y la del rescate de los restos).
Luego de que los cinco andinistas mendocinos hallaran casi de casualidad los restos del niño aquel 8 de enero de 1985, decidieron no tocar nada y continuaron con su primera expedición. No obstante, memorizaron el lugar exacto.
1985, cuando hallaron a la momia del niño inca en el Aconcagua. Foto archivo de diario Los Andes.
1985, cuando hallaron a la momia del niño inca en el Aconcagua. Foto archivo de diario Los Andes.
Aunque el objetivo de hacer cumbre aquella vez se frustró a los 6.000 msnm -por condiciones climáticas-, de regreso en la base, estando en Puente del Inca, los expedicionarios dieron aviso de lo que habían encontrado y brindaron especificaciones concretas del sitio.
Así fue como el 23 de enero de 1985, los hermanos Pizzolón, los hermanos Pierobón y Cabrera emprendieron el regreso al sitio (sobre la pared sur del Aconcagua) con una nueva expedición, aunque esta vez acompañados por un contingente de arqueólogos e investigadores. Y fue durante esa segunda expedición que, en pleno ascenso, los sorprendió el terremoto del 26 de enero de 1985.