El fin de año en Argentina no volvió a ser lo mismo después de 2004. Lo que siempre había estado caracterizado por una atmósfera festiva y de entusiasmo cambió drásticamente entre la noche del jueves 30 y la madrugada del viernes 31 de diciembre de 2004. Aquella noche, mientras la banda Callejeros daba uno de sus multitudinarios recitales en el boliche República de Cromañón (en Once, Ciudad de Buenos Aires), tuvo lugar una de las tragedias más oscuras de la historia. El fuego de una bengala encendida por alguien en el público se elevó, impactó con una mediasombra ubicada en el estadio cubierto y, al tratarse de material inflamable, el fuego no tardó en propagarse. El saldo de este episodio fue traumático: 194 muertos y más de 1.400 heridos.
Y aunque la tragedia de Cromañón marcó un antes y un después -no solo en el ambiente de las vísperas de año nuevo, sino también en las leyes de seguridad nocturna y controles-, en Mendoza ya se había registrado un trágico antecedente un año y ocho meses de la tragedia de Cromañón.
cromañon
A 21 años de Cromañon: la tragedia que predijo la catástrofe en Mendoza y la noche que cambió el fin de año
El 12 de abril de 2003, durante una de las presentaciones de la Bersuit Vergarabat en el estadio cubierto de Pacífico (Ciudad de Mendoza), se produjo una avalancha humana. Fue en el preciso instante en que un nutrido grupo de fanáticos quiso abandonar el lugar. En este desafortunado episodio, Pablo Cordero –quien por entonces tenía 20 años- cayó al suelo y quedó atrapado debajo de la marea humana. Cordero permaneció inconsciente en coma durante 18 años -casi la mitad de su vida en coma-, hasta que el 14 de junio de 2021 se confirmó su fallecimiento con 38 años.
Este fatal accidente, sumado a la tragedia de Cromañón, marcaron el final de los recitales en Pacífico, escenario que se había posicionado como una especie de templo para los recitales de rock y shows en vivo. Pero, además, en Mendoza -y a raíz de ambas tragedias- se aprobó una nueva ley de Diversión Nocturna.
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Entre otras cosas -desde 2004, de forma paulatina-, se prohibieron boliches en zonas residenciales, como la calle Arístides Villanueva (Ciudad) y la calle San Martín Sur (Godoy Cruz). Además, se comenzó a exigir a los locales que colocaran cartelería clara donde se indicaba el aforo máximo de los locales y que se garantizara la presencia de salidas de emergencias, de simple acceso y bien delimitadas.
El caso mendocino que predijo la tragedia de Cromañón
Con 20 años, Pablo Cordero había viajado de San Rafael a la Ciudad de Mendoza para ver el recital en vivo de una de sus bandas preferidas, la Bersuit Vergarabat. Luego de Libertinaje, Hijos del Culo y De la Cabeza; la banda –por entonces liderada por Gustavo Cordera- disfrutaba de uno de sus momentos de máximo esplendor, y los recitales con los músicos vestidos con pijamas y con su actitud 100% rebelde y contestataria llenaban cualquier espacio donde se presentaran.
La tarde- noche del 12 de abril de 2003, Cordero llegó a Pacífico para ver a Cordera y compañía, y –como otros tantos miles de fanáticos- ingresó al estadio cubierto de Pacífico. Pero para aquella noche se habían vendido más entradas de las autorizadas de acuerdo a la capacidad del estadio (se calcula que había más de 6.000 personas). Y cuando el show había llegado a su fin, la multitud se dispuso a abandonar el estadio.
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Club Pacífico
Archivo
Los accesos (que también servían como puertas de salida) habilitados eran pocos, por lo que el efecto embudo se generó cuando las 6.000 personas intentaron abandonar en simultáneo el lugar. Tras agolparse y empujar desmedidamente, se produjo el accidente que tendría un desenlace fatal para el joven Pablo Cordero: el sanrafaelino cayó al piso y fue aplastado por la multitud, desesperada por salir por uno de los pocos portones habilitados.
Cuando la víctima logró ser rescatada, se constató que había sufrido politraumatismos graves y un paro cardiorrespiratorio tras ser aplastado por los otros fanáticos (fue todo cuestión de minutos). Fue hospitalizado de inmediato y, a partir de este momento, Pablo Cordero permaneció en coma y postrado.
Condenas contra el club, la Municipalidad y la Bersuit
El accidente de abril de 2003 llegó a la Justicia mendocina, y en noviembre de 2013 los jueces condenaron como culpables a los tres actores principales: el Club San Martín (donde se encuentra el estadio Pacífico), la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza y la banda Bersuit Vergarabat. En total, fueron condenados a abonarle más de 1,8 millones de pesos –más costas del juicio- a la familia de Pablo Cordero. Y, aunque los condenados fueron tres, la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza se hizo cargo del pago total.
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La Bersuit Vergarabat
En distintas visitas que hicieron a Mendoza posteriormente, los músicos de la banda fueron a visitar a Cordero y a su familia. De hecho, algunas de estas visitas no fueron para participar de festivales o brindar conciertos, sino que simplemente tuvieron como único objetivo visitar a quien había sufrido el triste accidente en 2003 en Pacífico.
El día en que Ciudad suspendió un recital de Cordera
Ya como solista y con sus días como líder de la Bersuit como parte de la historia, en septiembre de 2016 el músico Gustavo Cordera tenía todo listo para regresar a Mendoza. Iba a ser la primera vez en que Cordera pisara suelo mendocino para dar uno de sus shows luego del fatal accidente de 2003, y el cantante iba a presentar su Caravana Mágica en un recital gratuito para el Día de la Primavera y del Estudiante.
En aquel momento, el músico y la comuna capitalina habían acordado el pago de 22 cuotas de 10.000 pesos que el artista le efectuaría a la Municipalidad para saldar la deuda de 450.000 pesos que el ex líder de Bersuit Vergarabat mantenía con la comuna (como cada uno de los ex integrantes de la banda). Ello, luego de que la comuna se hiciera cargo de la indemnización a Cordera y su familia. Sin embargo, esta presentación fue suspendida por otra polémica que rodeó al músico.
Gustavo Cordera: "Sí claro, somos responsables”
Gustavo Cordera
Casi un mes antes de la primavera, en agosto 2016, Cordera realizó declaraciones polémicas, repudiables y misóginas durante un encuentro con estudiantes de periodismo en Buenos Aires. Allí sostuvo que “hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo”. Esto motivó que la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza suspendiera la presentación que –en teoría- iba a realizarse el 21 de septiembre de ese año.
Cacano, el otro bar mendocino que cerró luego de Cromañón
El Cacano Bar, inaugurado en 1988 y ubicado frente a la plaza de Chacras de Coria, fue durante décadas el templo del rock mendocino. Por allí pasaron Charly García, Fito Páez, Gustavo Cerati, David Lebón y Fabiana Cantilo -entre otros-, y algunos hasta durmieron y se alojaron en el lugar mientras estuvieron en Mendoza.
Al "Cacano" iban los rockeros (quienes lo escuchaban, quienes lo interpretaban y quienes lo sentían correr por su sangre), quienes lo sentían "su lugar en el mundo". Pero la avalancha humana que aplastó a Pablo Cordero en Pacífico en 2003 y la tragedia de Cromañón en 2004 comenzaron a marcar el comienzo del fin del Cacano.
La (necesaria) decisión de reforzar controles e inspecciones en cualquier bar, boliche, local bailable y teatro, de exigir un mínimo de medidas de seguridad y de hacer cumplir el aforo para evitar la superpoblación en estos espacios comenzaron a jugarle en contra al "templo del rock" en Chacras.
Cacano
Luego de algunos ideas y vueltas y de cierres preventivos, recién en 2010 –durante la intendencia de Omar Parisi- la Municipalidad de Luján de Cuyo dispuso la clausura definitiva del Cacano. Los argumentos oficiales giraron en torno a la falta de seguridad que ofrecía el local y a las medidas preventivas porque “nadie quería otro Cromañón”.
El contexto de Gripe A y restricciones para las actividades en locales nocturnos -sumados a constantes incumplimientos en este bar- precipitaron la clausura, que terminaría por ser definitiva.
En 2013, el dueño del lugar -Alejandro Cabanillas, el "Cacano"- encabezó una movida popular –con junta de firmas incluida- para conseguir la rehabilitación. Y aunque hubo apoyo de la comunidad rockera mendocina y de todas las figuras que alguna vez se sentaron en ese mítico escenario a cantar, no hubo caso. Y no se les dio el visto bueno para reabrir, pese a que su responsable había encarado distintas reformas y cumplimentado con múltiples exigencias.
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Charly García en El Cacano
Gentileza: Marcelo Aguilar
También en 2013, desde la comuna lujanina confirmaron que el lugar no estaba apto para reabrir. Incumplimientos en el código de edificación, en las instalaciones de los baños, en el sistema contra incendios e, incluso, la presencia de zonas construidas con adobe –entre otras cosas- fueron los argumentos para confirmar el bochazo.
Mendoza, antes y después de Cromañón
La tragedia del boliche República de Cromañón dejó coletazos de todo tipo en Argentina. Por un lado, este fatídico episodio desnudó la corrupción con que se manejaban las autoridades políticas y los organismos encargados de controlar que todo estuviese en regla en este tipo de eventos.
Al menos una de las salidas de emergencia de Cromañón no estaba habilitada e, incluso, había sido cerrada con candado y alambres. Además quedó en evidencia que la cantidad de gente en el estadio superaba ampliamente la capacidad permitida en el lugar (lo que hizo aún más difícil la desesperante tarea de intentar escapar de ese infierno). Y, por supuesto, quedó en el ojo de la tormenta el uso de pirotecnia en lugares cerrados.
El Gobierno decidió que el control de la diversión nocturna dependa del Ministerio de Seguridad
El Gobierno decidió que el control de la diversión nocturna dependa del Ministerio de Seguridad
En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, la tragedia de Cromañón derivó en la destitución del entonces jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra y las condenas a Omar Chabán -propietario del lugar y ya fallecido- y a los integrantes de Callejeros, liderados por el Pato Fontanet.
En Mendoza, en tanto, el incendio en el lugar trajo -como consecuencia- una nueva Ley de Diversión Nocturna, que fijó horarios predefinidos en los locales bailables y marcó rigurosas exigencias para contar con habilitación. Además, se definió la clausura definitiva del estadio cubierto de Pacífico para recitales, y el cierre de boliches en la calle Arístides Villanueva y otras zonas del centro, así como también en Godoy Cruz.
Se comenzó a exigir -y verificar- que las salidas de emergencia estuviesen bien marcadas y sin obstruir, además de poner mayor control en la capacidad y concurrencia de los locales.
Entre 2009 y 2010, la Provincia sancionó la renovada Ley de Diversión Nocturna (8.296), que exige que sean los Bomberos de la Provincia quienes autoricen los planes de contingencias presentados y no las delegaciones municipales.
Arístides: un nuevo round entre la Municipalidad y los boliches
Los boliches de la Arístides Villanueva cerraron post Cromañón.
Archivo
Además, fijaba que hubiese guardias de seguridad de ambos sexos, que haya un circuito de televisación cerrado y que se ponga mucho control en la capacidad de los lugares. Y, en términos generales, se estableció que hubiese una persona por metro cuadrado en los lugares. En base a ello se definiría la capacidad.
La ley también fijó horarios de cierre de taquilla (2:30), de cierre de la barra (4:30) y de salida (6), además de prohibir la modalidad de canilla libre.
Si bien esta ley de Diversión Nocturna sigue vigente, pasaron 21 años de Cromañón (CABA) y 22 del accidente en Pacífico (Mendoza). Y aunque ambas tragedias siguen doliendo -sobre todo en el recuerdo-, la misma práctica y el paso del tiempo han derivado en que -tácitamente- se flexibilicen muchos de estos controles.