Día Mundial del Síndrome de Down: la importancia de seguir trabajando para una mayor inclusión social

Cada 21 de marzo se conmemora este día, que fue designado el diciembre de 2011 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el fin de generar conciencia en la sociedad.

El síndrome es una alteración genética causada por la existencia de material genético extra en el cromosoma 21. Por lo tanto, el SDD no es una enfermedad, sino una condición genética que puede tener asociadas diferentes patologías- cardiacas, visuales, auditivas, musculares- entre otras.

La incidencia estimada del síndrome de Down a nivel mundial se sitúa entre 1 de cada 1.000 y 1 de cada 1.100 recién nacidos. Por eso, en este día desde OSPEDYC la Dra. Valeria El Haj insiste en tomar como eje la concientización del síndrome de down en la vida adulta y explica que, “todas las personas cursamos distintas etapas evolutivas a lo largo de nuestra vida: niñez, adolescencia, adultez y vejez, y cada una de estas etapas tiene su particularidad, por lo cual, como profesionales de la salud es importante pensar a las personas con discapacidad respetando su etapa evolutiva correspondiente”.

La adultez es una etapa del ciclo vital que se caracteriza por la autonomía e independencia del núcleo familiar y se espera que la persona se inserte en la sociedad: mediante el trabajo, el estudio, la formación de su propia familia, la inserción en distintos entornos sociales y comunitarios, más específicamente que pueda desarrollar un proyecto de vida propio.

Síndrome de Down y la adultez

En lo que respecta al Síndrome de Down y la adultez, es un tema que ha cobrado mucha importancia debido al aumento de la esperanza de vida que ha experimentado el colectivo en la última década, y esto se debe a distintos factores: los avances científicos, las herramientas de los profesionales a las familias para contribuir a un desarrollo sano de las personas con Síndrome de Down, la contribución de la sociedad a la inclusión social entre otros.

Hoy y siempre, es importante tomar conciencia de la importancia del desarrollo de la adultez en las personas con discapacidad y seguir trabajando para una mayor autonomía e inclusión social. Sobre todo trabajar sobre las etiquetas y prejuicios que circulan sobre las personas con discapacidad en la adultez que fomentan el infantilismo y la dependencia.

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