Religión en la UNCuyo: imposiciones del laicisismo - Por Santiago Hernán Vazquez

Falsamente tolerante, el laicisismo busca imponer su propio criterio sobre lo que debe o no tener manifestación pública.

Religión en la UNCuyo: imposiciones del laicisismo - Por Santiago Hernán Vazquez
Religión en la UNCuyo: imposiciones del laicisismo - Por Santiago Hernán Vazquez

En una de sus últimas y más íntimas obras, Ernesto Sábato, evocando la profunda conmoción que tuviera frente a la imagen del Señor del Milagro en Salta, reflexiona largamente sobre el desprecio a los valores trascendentes sobre el que se están levantando, desde hace varios lustros, las sociedades, sus instituciones y hasta la misma apariencia edilicia de éstas.

Entre las razones que el literato esgrime para comprender este hecho verdaderamente luctuoso, se refiere a la “globalización”. Este recurso explicativo, trillado y hasta caprichosamente conspiracionista y trasnochado en boca de algún analista “intratable”, resulta, en la pluma incisiva del afamado escritor argentino, revelador, convincente.

En efecto, dicha globalización es, primariamente, colonización mental pues busca imponer una “uniformidad arrogante”, dirá Sábato, que margina la religión de la vida de los hombres buscando edificar una sociedad ignorante de las tradiciones que la han constituido en la sociedad que es.

Esta funesta globalización encuentra en el término "laico" una verdadera trinchera semántica en la que se parapeta frente al natural rechazo que genera en la sociedad su propuesta secularizadora. Estamos frente a un embate de la ideología laicista. Es desde este horizonte ideológico que hoy se nos anuncia estentóreamente que la religión no está prohibida pero que es un asunto privado, reservándose (los portadores de esta ideología) el derecho de decir cuáles son esos asuntos privados y cuáles de estos pueden o no tener vocación y correlato públicos. Por ello no llama la atención que sea desde esta ideología que se busque hoy justificar el hecho vandálico y cobarde de la quita y/o destrucción de las imágenes de la Virgen María en la UNCuyo.

Pretendidamente neutra, falsamente tolerante, lo que busca el laicismo es imponer dogmáticamente su propio criterio y su propia concepción de lo que debe y no tener manifestación pública. Como si la postura defendida no supusiera (como lo supone la religiosa, con la diferencia de que en ella es consciente y explícita) toda una cosmovisión más o menos elaborada acerca de lo que el hombre es, de qué es lo deseable para él y, en última instancia, de aquello en lo que consiste su felicidad.

La propuesta del laicismo de quitar las imágenes religiosas y su defensa desembozada de la quita violenta ya perpetrada, se sostiene -conscientemente o no- en un horizonte metafísico irreligioso que se nos quiere imponer.

Nuestras tradiciones, esas en cuya pérdida Sábato ve una de las razones del destructor "culto a sí mismo" que signa nuestra época, no son piezas de museo de un tiempo áureo ya inexistente. Nuestras tradiciones nos constituyen, nos han hecho lo que somos y tienen así una vigencia perenne. Por ello aún rendimos honor a los próceres que las encarnaron.

A esas tradiciones y arquetipos, se ha de mirar para encontrar un criterio claro frente a los reclamos de los grupos laicistas. Grupos que no tienen pudor en destruir lo que durante siglos motivó la fundación de ciudades e instituciones como la universidad, dándoles nombres, consignas, lemas.

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