Mantener los ventiladores de techo limpios no solo mejora el aspecto de los ambientes, sino que también es clave para la salud y el buen funcionamiento del aparato. Con el paso del tiempo, las aspas acumulan polvo, grasa y suciedad del aire, especialmente en cocinas o habitaciones con poca ventilación.
Cada vez que se encienden, esas partículas se dispersan y vuelven al aire que respiramos. Por eso, además de una cuestión estética, limpiar los ventiladores es una forma simple de mejorar la calidad del aire del hogar.
Lo mejor es que no hace falta desmontarlos ni usar productos caros. Con un truco casero y un elemento que todos tenemos en casa —una funda de almohada vieja— se puede atrapar el polvo fácilmente sin levantarlo ni llenar el ambiente de partículas flotantes.
fundas de almohada viejas
Por qué es importante limpiar los ventiladores de techo
Los ventiladores acumulan polvo con rapidez porque las aspas están en constante contacto con el aire. Ese polvo no solo ensucia, sino que también puede afectar a personas con alergias, causar irritación en la garganta o los ojos y disminuir la eficiencia del ventilador.
Cuando las aspas están cubiertas de suciedad, el motor trabaja más y gasta más energía. Además, el polvo acumulado puede caer sobre muebles, camas o mesas cuando el ventilador está en funcionamiento, lo que obliga a limpiar más seguido toda la casa.
Limpiarlos con frecuencia -una vez al mes o cada dos si el ambiente no acumula tanto polvo- ayuda a mantener el aire limpio, el aparato en buenas condiciones y, sobre todo, evita que el trabajo de limpieza se vuelva más pesado con el tiempo.
Ingredientes y materiales para una limpieza óptima
1 funda de almohada vieja (mejor si es de algodón)
Un pulverizador con agua y un poco de vinagre blanco
Un trapo húmedo o una microfibra
Opcional: unas gotas de aceite esencial (de lavanda o limón) para dejar un aroma fresco
ventilador de techo con almohada
El paso a paso para limpiar los ventiladores de techo
Apagar y asegurar el ventilador. Antes de empezar, asegurate de que esté completamente detenido y, si podés, bajá la llave térmica o desenchufalo para mayor seguridad.
Preparar la funda. En el pulverizador, mezclá partes iguales de agua y vinagre blanco. Rociá ligeramente el interior de la funda de almohada. No debe estar empapada, solo húmeda para que el polvo se adhiera mejor.
Cubrir las aspas. Deslizá la funda sobre una de las aspas del ventilador, como si estuvieras guardando una almohada. Una vez cubierta, presioná suavemente con las manos y deslizá hacia atrás. Todo el polvo quedará atrapado dentro de la funda, sin caer al suelo ni al mobiliario.
Repetir en todas las aspas. Hacelo una por una. Si la funda acumula demasiado polvo, sacudila afuera antes de seguir.
Repasar con trapo húmedo. Con una microfibra o un trapo ligeramente humedecido con agua y vinagre, pasá por cada aspa para quitar la suciedad más adherida y dejar el acabado brillante.
Secar y perfumar. Si querés, podés pasar unas gotas de aceite esencial en el trapo para que el ventilador desprenda un aroma suave cada vez que se encienda.