Se trata de la lavanda, una planta mediterránea que encontró en muchas regiones argentinas un ambiente ideal. Su capacidad para sobrevivir a altas temperaturas la convierte en una aliada clave para quienes buscan verde sin complicaciones.
La clave de la lavanda está en su estructura. Sus hojas finas y levemente grisáceas reducen la pérdida de agua, algo fundamental en climas secos y calurosos. En jardinería, este rasgo se conoce como adaptación xerófila, ideal para plantas que deben sobrevivir con riego mínimo.
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En macetas, la lavanda se comporta incluso mejor que en suelo directo, siempre que tenga buen drenaje. No tolera el exceso de agua, por lo que regarla poco no solo es suficiente, sino recomendable. En términos de jardín, esto significa menos mantenimiento y menor consumo hídrico durante el verano.
Lo que explican especialistas sobre su resistencia
Recién al observarla desde una mirada técnica aparecen más razones de su éxito. Especialistas en jardinería y botánica aplicada señalan que la lavanda desarrolla raíces profundas que buscan humedad residual, incluso en sustratos pobres. Investigaciones de universidades mediterráneas y estudios regionales del INTA destacan su alta tolerancia a estrés térmico.
Además, estas plantas mantienen su vitalidad en macetas expuestas al sol directo durante varias horas al día, algo poco frecuente en especies ornamentales. Por eso, muchos viveristas la recomiendan para terrazas, balcones y patios internos donde otras plantas fallan.
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Cómo usarla en macetas para aprovechar todo su potencial
Para que la lavanda funcione bien en el jardín urbano, la maceta debe tener orificios amplios y un sustrato liviano, preferentemente con arena o perlita. El riego debe ser espaciado: solo cuando la tierra esté completamente seca.
Ubicarla en zonas con sol pleno potencia su floración y su aroma, otro de sus grandes atractivos. En jardinería doméstica, también se valora porque atrae polinizadores y aporta color sin esfuerzo.
En un contexto de veranos cada vez más intensos, la lavanda demuestra que elegir bien las plantas puede marcar la diferencia entre un jardín que sufre y uno que florece casi sin pedir nada a cambio.