Lo que antes era un simple desecho hoy se convirtió en un objeto muy buscado entre quienes apuestan por una vida más sustentable. Su resistencia, tamaño perfecto y tapa hermética los vuelven ideales para una gran variedad de funciones que pocos conocen.
Mini organizadores para la cocina y el baño
El primer uso, y uno de los más útiles, es convertir los frascos en pequeños organizadores herméticos. Perfectos para guardar especias, frutos secos, granos o cápsulas de café, también funcionan como contenedores para hisopos, algodones o elementos de higiene.
Basta con lavar bien el frasco, retirar la etiqueta y, si se desea, decorarlo con marcador o pintura. Su cierre firme evita humedad, polvo y derrames, convirtiéndolo en un reemplazo económico de los contenedores tradicionales.
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Frascos reciclados permiten organización, decoración y riego práctico con simples trucos caseros.
Velas caseras con esencia hogareña
Otro uso que se volvió tendencia es transformarlos en velas aromáticas. Solo se necesita cera, un pavilo y alguna esencia favorita. El frasco soporta altas temperaturas y su forma compacta lo hace perfecto tanto para decorar como para regalar.
Muchos emprendedores incluso utilizan frascos reciclados para fabricar velas artesanales, lo que demuestra su enorme potencial dentro del universo del reciclaje creativo.
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Frascos reciclados permiten organización, decoración y riego práctico con simples trucos caseros.
Macetas pequeñas con riego controlado
El tercer truco sorprende a quienes tienen plantas: usar los frascos como mini macetas o sistemas de riego controlado. Pueden rellenarse con tierra y suculentas, o bien colocarse boca abajo con agua y una tapa perforada para proporcionar riego lento.
Este sistema mantiene la humedad de la tierra por más tiempo, ideal para quienes no quieren preocuparse por el riego diario o suelen viajar.
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Frascos reciclados permiten organización, decoración y riego práctico con simples trucos caseros.