Esta es de las recetas que no te vas a cansar de hacer porque es muy fácil, rápida, económica y versátil, porque se adapta a cualquier momento del día.
Hay recetas que nacen para acompañar cualquier momento del día: desde un desayuno salado hasta una picada improvisada o un mate de media tarde que pide algo salado. Los triangulitos de queso son una de esas maravillas caseras que tienen todo, ya que son fáciles y se hacen con ingredientes que seguro tenés en casa.
Lo mejor de todo es que no necesitás ser un experto ni tener elementos especiales para prepararlos. Con un bowl, un horno y un poco de buena voluntad, te vas a llenar la cocina de aroma a queso dorado y masa crujiente.
No hay manera de que salgan mal. Incluso es una de esas recetas que se pueden adaptar: si te falta un ingrediente, lo reemplazás. Si tenés ganas de sumarle un toque personal, lo hacés. Si querés darle una vuelta gourmet, también se puede. Pero la base es siempre una: simple y deliciosa.
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Ingredientes para una bandeja generosa de triangulitos
- 1 taza de harina común 000
- 1 cucharadita de sal (si el queso es muy salado, poné media)
- ½ cucharadita de polvo para hornear
- ¼ de taza de aceite (ideal si es de oliva, pero puede ser girasol también)
- 1 cucharada de mostaza (opcional, pero le da un gustito riquísimo)
- 1 huevo batido
- 100 gramos de queso gruyere rallado o picado (o cualquier queso firme y sabroso que tengas)
- 2 o 3 cucharadas de leche fría (solo si la masa lo necesita)
El paso a paso para hacer los triangulitos de queso
- En un bowl grande, poné la harina, la sal y el polvo para hornear. Mezclá con cuchara o batidor de mano para que se integren.
- Agregá el aceite, la mostaza (si decidís usarla), el huevo batido y el queso rallado. Mezclá todo con cuchara primero, y luego con las manos. Vas a ver que se empieza a formar una masa. Si la ves muy seca o quebradiza, sumale una o dos cucharadas de leche fría. La idea es que la masa quede firme, suave, pero no pegajosa.
- Formá un bollo parejo, tapalo con un repasador limpio y dejalo descansar a temperatura ambiente por media hora. Este paso es clave para que la masa se relaje y después sea más fácil de estirar.
- Pasado el tiempo de descanso, estirá la masa sobre una mesada ligeramente enharinada. Que no quede ni muy fina ni muy gruesa, algo intermedio (unos 4 o 5 mm). Cortá la masa en forma de triángulos, pero si querés podés hacer bastoncitos, cuadraditos, o usar cortantes divertidos.
- Colocá los triangulitos sobre una asadera apenas aceitada o con papel manteca.
- Llevá a horno medio (180°C) precalentado, y cociná durante 10 a 15 minutos, hasta que los bordes se vean doraditos. Cuidado de no pasarte porque se secan.