En el mundo de la jardinería casera hay rutinas que parecen inofensivas pero terminan siendo perjudiciales. Una de las más extendidas es la de regar las plantas una vez por semana, de forma fija, sin observar antes si realmente necesitan agua.
El experto explicó por qué es peligroso regar las plantas de forma rutinaria, como una tarea asignada una vez por semana.
En el mundo de la jardinería casera hay rutinas que parecen inofensivas pero terminan siendo perjudiciales. Una de las más extendidas es la de regar las plantas una vez por semana, de forma fija, sin observar antes si realmente necesitan agua.
Lo que a simple vista parece una manera ordenada de cuidar el verde del hogar, puede convertirse en una de las causas principales de hojas amarillas, raíces dañadas y plantas que no prosperan.
Álvaro Pedrera, experto en plantas que comparte consejos a través de su cuenta de Instagram @ypikue, advierte sin rodeos: "Si riegas tus plantas una vez a la semana, estás cometiendo un error".
La frase, que parece ir en contra de lo que muchas guías básicas recomiendan, es en realidad un llamado de atención a prestar más observación que calendario. La idea de asignar un día fijo para el riego suele nacer de la necesidad de organizar las tareas domésticas.
Así, mucha gente decide que los lunes o los domingos son el momento de atender a sus macetas. Sin embargo, lo que funciona para un hábito personal no necesariamente sirve para la naturaleza. "Si regas tus plantas una vez a la semana como rutina, siento decirte que estás cometiendo, uno de los errores que más plantas se ha cargado", asegura Pedrera.
El agua es vital, pero cada especie tiene requerimientos distintos y además entran en juego otros factores. "Cada planta necesita agua a un ritmo distinto y no solo depende de la planta, también influye la luz que recibe, el tipo de maceta, la tierra, la época del año…", explica el especialista.
Un cactus en pleno invierno no requiere la misma frecuencia de riego que un helecho en verano. Tampoco es igual la necesidad de una planta ubicada en un balcón soleado que la de otra situada en el interior de la casa.
El problema aparece cuando la persona se guía únicamente por el calendario y no por la condición real del sustrato. "Pero claro, tú vas a tu calendario semanal y piensas, hoy es día de regar, y lo haces por inercia y sin entender si la planta lo necesita o no", detalla Pedrera.
Esa inercia puede ser letal: la tierra permanece húmeda más de lo debido, las raíces no tienen oxígeno suficiente y se pudren. En consecuencia, aparecen las hojas amarillas, la planta se debilita y el dueño se pregunta qué hizo mal, cuando en realidad sobró dedicación.
El especialista advierte que los daños no siempre se notan de inmediato. "Y a lo mejor no te pasa ahora, pero te pasa en los cambios de estación o después de trasplantar. El problema es el mismo", remarca. En esos momentos de transición, la demanda de agua varía de manera abrupta y el riego automático semanal resulta todavía más nocivo.
La enseñanza de Pedrera resulta clara: regar no es cuestión de rutina, sino de entender el ciclo de cada planta. Hacerlo por costumbre puede parecer ordenado, pero termina siendo uno de los errores más comunes y costosos para cualquier amante de las macetas.