Los “brotes verdes” no son suficientes para el éxito del plan de Guzmán

El ministro busca estabilizar la macro para que la reactivación pueda convertirse en crecimiento. En diez días viaja a EEUU para reunirse con el FMI.

La industria y la construcción crecen pero no le bastan al ministro.
La industria y la construcción crecen pero no le bastan al ministro.

Al filo de culminar el primer trimestre del año y a las puertas de que la campaña electoral tome velocidad, reina la incertidumbre sobre una actividad económica repleta de restricciones, la inflación sigue recalentada y el frente externo no da tregua, a pesar del dólar acollarado por el cepo y las intervenciones oficiales en el mercado bursátil.

Parafraseando al macrismo, hay algunos brotes verdes y potencial de mejorar la balanza con socios estratégicos, como Brasil. Pero también hay amenazas muy concretas: la cosecha gruesa de soja y maíz viene perdiendo toneladas por hectárea debido a la falta de lluvias, según las Bolsas de Cereales de Buenos Aires y de Comercio de Rosario (BCR).

La utilización de la Capacidad Instalada en la Industria fue de 57,2% en enero, 1,1 puntos porcentuales por encima del mismo mes del año anterior. Hace tres meses que el sector viene en alza respecto de momentos anteriores al Covid-19. La producción industrial viene con una expansión del 4,4% anual y la construcción, del 23%.

En la CGT hay algo de escepticismo. Un informe que les reportó el Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET) a los jefes sindicales indica que los reducidos niveles de actividad que presentan ramas como el turismo, cines, teatros, transporte y otras actividades de esparcimiento están impidiendo que la recuperación del empleo formal privado se consolide.

“Estas ramas continúan siendo expulsoras netas de empleo y, hasta ahora, han neutralizado las mejoras registradas en la industria y la construcción”, dice el informe. La esperanza la dio otro dato: la tasa de suspensiones (que había tocado un récord histórico en abril-mayo pasado) está cayendo aceleradamente y sube la tasa de las relaciones laborales activas.

La Unión Industrial Argentina (UIA) avisó esta semana que la doble indemnización y la prohibición de despedir no sólo que no han tenido resultados para contener el desempleo sino que ahora están “limitando la capacidad de la industria de fortalecer el empleo”. En una encuesta propia, el 69% de las empresas manifestó que, de no presentarse estas regulaciones, aumentaría su dotación de personal.

Hoy en la industria hay 161.000 empleos menos que en 2015. Y la central fabril que conduce Miguel Acevedo dice que para revertirlo hay “varios obstáculos”. Señala que la incertidumbre macroeconómica y los juicios por despido son los principales factores que desincentivan la contratación en el mediano plazo.

Qué piensa Guzmán

Martín Guzmán, ministro de Economía, sigue intentando mostrar que su plan macroeconómico tiene músculo para propiciar la expansión. A donde va, envía señales a los cuatro vientos para poder generar algún cambio en las expectativas económicas. “Hablar de sostenibilidad fiscal no es un concepto de derecha”, es una muletilla del funcionario, la repite en todos lados.

Guzmán está tratando de hacerle entender a los consumidores y a los inversores que el Gobierno no cometerá locuras en este año electoral. Mientras hace malabares con sus pares de Trabajo, Claudio Moroni, y de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, para contener a los sindicatos a la hora de definir la pauta salarial.

El plan para este año consiste en que no haya suba real de tarifas (solo ajuste nominales), con un dólar que corra por detrás de la inflación y coordinación de precios y salarios vía acuerdos sectoriales. Hay una apuesta fuerte por contener los precios de los alimentos, con diálogo y amenaza de multas millonarias a quienes definen los precios. También se impulsará una reforma impositiva, pero sin reducción real de la presión tributaria.

Pero Guzmán y su plan macroeconómico están en problemas: por un lado tienen al cristinismo pidiendo congelar todo para ganar las elecciones; por el otro, están Kristalina Georgieva y el FMI presionando para apurar el orden en las cuentas en pos del refinanciamiento de la deuda de 44.000 millones de dólares que tiene el país.

El funcionario aterrizará en Washington en diez días: tiene previstas reuniones con el FMI para el 23 o 24 de mayo. Lleva sus metas de déficit e inflación para este año, 2022 y 2023. Y un dato con el que busca generar algo de confianza: hace cuatro meses y medio que no hay emisión monetaria para cubrir el rojo fiscal.

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